Cultura

José Luis Díaz: “La biología no condena a la especie humana a la guerra ni a la violencia máxima”

El neurobiólogo presenta su libro “Las moradas de la mente. Conciencia, cerebro, cultura”. Los feminicidios son una violencia al extremo y lo que tienen que hacer las mujeres es defenderse en todos los sentidos del término, añade

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Para que ocurra la agresión tiene que haber un sustrato biológico, un sustrato conductual y un correlato social de interacción, dice José Luis Díaz.

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La evidencia científica demuestra que la biología no condena a la especie humana a la guerra ni a la violencia máxima, y además no toda la agresión es mala, por ejemplo, una agresión positiva es que las mujeres se defiendan ante los feminicidios de manera conjunta y legal. Así lo externa el neurobiólogo José Luis Díaz Gómez (Ciudad de México, 1943).

El también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y socio honorario de la Asociación Psiquiátrica Mexicana platica con Crónica sobre su reciente libro “Las moradas de la mente. Conciencia, cerebro, cultura”, editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE).

La agresión en el humano, ¿tiene un origen biológico y un origen social?

Es 100 por ciento de ambas, quiere decir que para que ocurra la agresión tiene que haber un sustrato biológico, un sustrato conductual y un correlato social de interacción. No son dos cosas y una no causa la otra.

Díaz Gómez realizó un experimento con ratones para diferenciar el peso que tiene el factor biológico y social en relación a la producción de violencia. Organizó grupos de ratones para que éstos marcaran jerarquías, después reagrupó a los dominantes y en otro equipo a los subordinados, y finalmente los reorganizó mezclando dominantes con subordinados.

Lo que le llamó la atención al científico fue que hubo ratones dominantes en la primera vuelta y que perdieron la dominancia a la segunda, y ratones que fueron subordinados en el primer reacomodo, mismos que ganaron la dominancia en la segunda ocasión.

“Al analizar variables biológicas pude establecer que el neurotransmisor del cerebro relacionado con el dolor, encefalinas cerebrales, cambian radicalmente a partir de que un animal pierde o gana la jerarquía social. Esto va en contra de lo que la gente en general considera y mucha de la ciencia: que el factor biológico predomina sobre el social”, indica.

Díaz Gómez encontró que una variable social como es la dominancia, la pérdida o ganancia, causa cambios biológicos drásticos e incluso cerebrales que tienen que ver con la agresión.

“No toda agresión es violencia, aunque toda violencia es agresión. La palabra violencia viene de violar y ¿qué se viola? normas establecidas de convivencia, legales y morales”, sentencia.

La pregunta que ahora plantea el científico es ¿la violencia sólo es un acto humano o puede suceder en los animales?

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“La agresión cesa en todos los animales cuando un animal da muestras de sumisión al otro. Por ejemplo, cuando se pelean dos perros y uno se voltea patas arriba mostrando el vientre, es una forma de sumisión, está ofreciendo al otro sus partes más frágiles, en ese momento la violencia agresiva cesa. Pero cuando en episodios de violencia éste no cesa con la sumisión, se está rompiendo una norma incluso biológica”, responde.

No estamos solos y la violencia que suponíamos humana probablemente tiene ejemplos y raíces animales, agrega el autor.

¿Qué ejemplos existen de una buena agresión?

El Premio Nobel de Medicina, Konrad Lorenz, tiene un libro extraordinario publicado en los años 60, “Sobre la agresión”, donde propone que la agresión es buena ¿en qué sentido? en el sentido biológico.

En mis ratoncitos de laboratorio, en el momento en que se arma una estructura social con un dominante y dos subordinados, la violencia baja, es decir: yo ya soy el dominante y tengo acceso al alimento antes que tú. Hay un arreglo que disminuye la agresión, entraña agresión, pero está esquematizada y eso en los seres humanos es muy claro.

La agresión limita la violencia de los otros o la agresión de los otros, es decir, ¿qué sería de nosotros si no pudiéramos defendernos de la agresión a que se nos somete?

Los feminicidios son una violencia al extremo y lo que tienen que hacer las mujeres es defenderse en todos los sentidos del término, defenderse directamente contra el agresor, de luchar contra las agresiones de forma conjunta y legal, eso es agresivo, pero es una agresión muy buena.

En 1986, en España, se celebró una reunión de expertos en áreas biológicas convocada por el fallecido antropólogo mexicano Santiago Genovés y el psicólogo estadunidense David Adams, de la cual nació la "Declaración de Sevilla" que se opuso a la idea de que la biología del humano es ser violento.

“Un conjunto de científicos se reunieron para contrarrestar una opinión que permeaba en la sociedad de aquel momento: que la violencia es intrínseca a la especie humana, es biológica y por eso no podemos luchar en contra de ella”, detalla Díaz Gómez.

¿La declaración es vigente entre la comunidad científica?

La evidencia científica implica que la biología no condena a la especie humana a la guerra ni a la violencia máxima, no tenemos un cerebro agresivo por definición en el cual lo que tenemos que hacer es sobrevivir lo mejor posible y acostumbrarnos a que nos estaremos matando.

Hace falta actualizar el tema y lo está haciendo el investigador mexicano Roberto Mercadillo, realiza nueva declaración con autores contemporáneos, los que firmamos aquella declaración o ya no estamos o estamos ya grandecitos.

CONCIENCIA EN EL CEREBRO

Otra pregunta que trata de responder el neurobiólogo José Luis Díaz Gómez en su libro editado por el FCE es qué es la conciencia y en qué parte del cerebro reside.

“La palabra conciencia como me interesa es la conciencia cognoscitiva, la facultad mental de percatarse, de sentir y de saber, y eso son es exclusivo de los seres humanos”, asevera.

El autor explica: un paramecio (seres unicelulares) es capaz de reaccionar a su fluido y navegar a favor de un gradiente de nutrientes o en contra de gradiente de moléculas tóxicas, es una conducta con sentido y la pregunta es ¿existe una conciencia parameciana?

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“Tentativamente sí. No creo que haya en la evolución biológica un momento crucial en el que uno diga: a partir de aquí hay conciencia y acá no lo hay. La conciencia no es una entelequia y no es un fantasma implantado en la máquina del cuerpo. La conciencia es una de sus funciones, tiene un fundamento biológico y un mundo de relación con su medioambiente”, responde.

¿Dónde está la conciencia?

En el cerebro tenemos cinco lóbulos, pensemos en la Tierra: tiene dos hemisferios y cinco continentes, en cada continente hay naciones y en cada lóbulo hay módulos particulares que se han establecidos de manera rigurosa por el neuroanatomista alemán Brodmann que estableció 40 y tantas áreas. Entonces cuando hacemos un análisis de imágenes cerebrales con un sujeto que está leyendo se activa el área número 17

Durante una época era cómodo pensar que la conciencia residía en un módulo particular pero la evidencia fue acumulándose de que no es en uno, ni siquiera es una red de módulos, probablemente sea una función que une a las acciones de muchos módulos del cerebro. Esta teoría se llama disponibilidad global.

Ejercicio de conciencia

El científico José Luis Díaz Gómez pide que los lectores hagan un ejercicio, si les dice que piensen en su abuelito o abuelita favorita ¿qué pasa fenomenológicamente?

“Tendrán una imagen o video de esa persona, una imagen de su voz, uno o varios recuerdos del momento en que interactuaron, tienen una emoción en particular o un deseo de ir visitarlo. Eso es característico de la conciencia. Un estado de conciencia es un estado global que junta percepción, con emoción, con pensamiento, con imagen mental”, indica.