Escenario

Christian Díaz Pardo: “Hay quien cree que la represión, la tortura y los gobiernos militares siguen siendo un camino válido”

Entrevista. El cineasta chileno compara el contexto de violencia, corrupción e impunidad que han vivido Chile y México a lo largo de su historia

Christian Díaz Pardo: “Hay quien cree que la represión, la tortura y los gobiernos militares siguen siendo un camino válido”

Christian Díaz Pardo: “Hay quien cree que la represión, la tortura y los gobiernos militares siguen siendo un camino válido”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
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El cine de denuncia siempre llama la atención al poner el dedo en la llaga sobre temas complejos y polémicos, tal es el caso de la cinta Sanguinetti (2019) de Christian Díaz Pardo, la cual muestra las heridas sin cerrar de quienes vivieron bajo la dictadura militar chilena en el siglo pasado; señalando las alianzas de corrupción que permitieron a muchos de los involucrados, salir inmunes y huir a otros países.

Con motivo de participación en el ciclo Talento Emergente y tras su paso por el FICUNAM y el Black Canvas, Crónica Escenario tuvo la oportunidad de charlar con su realizador.Sigues explorando los temas de la corrupción del poder, de la manera en que todo se descompone y es casi imposible llegar a la verdad, ¿por qué abordarlos?

Es parte de mis intereses, no sólo dentro de lo cinematográfico, es de los temas que me interesan estudiar y cuestionar. Sanguinetti explora ese aspecto de una forma distinta a como lo hice en mi película anterior (González: falsos profetas, 2013), quise hacer algo distinto a pesar que la dimensión de la temática se repite; sin embargo, son películas distintas.

En esta ocasión te sentimos más libre, menos presionado por la técnica y más interesado por la narración, por mostrar esa particularidad del amparo de quienes abusan del poder.

Totalmente de acuerdo. Me interesaba hacer una historia que vinculara a Chile y México en esta dimensión social y política, donde hay una historia muy interesante que hermana ambos países; ya que cuando ocurre el golpe de estado en 1973 y un grupo grande de chilenos tuvo que huir del país por el régimen dictatorial, México fue uno de los países que demostró una gran solidaridad con el pueblo chileno.

Llegó a México una gran cantidad de refugiados en esa época, que fue creciendo con el paso de los años, ya que llegaron más chilenos que eran perseguidos, que corría riesgo su vida o habían sido torturados.

Por otra parte, fue un momento histórico paradójico porque a la par había una guerra sucia en el país, en contra de los movimientos de izquierda. Ese momento de la relación México-Chile siempre llamó mi atención y quise tocar el tema trayéndolo a lo que ocurre hoy en día:

La tortura, las desapariciones forzadas y la violencia contra los periodistas, era algo que yo viví durante la dictadura, en mi adolescencia e infancia, y pensaba que eran cosas que pertenecían al pasado, pero son fenómenos que se siguen repitiendo hoy en día, más que nunca, y México es uno de los países con mayor riesgo para ejercer la labor periodística. Ese aspecto de la película fue pensado para dar una reflexión sobre lo que ocurre ahora. Por eso en el guión pensamos que fuera una periodista la protagonista de la historia,

Sobre tu protagonista, es muy importante la relación que mantiene con su padre, con ella llevas a reflexionar sobre un Chile que ya no conoce, tan de primera mano, todas esas historias, pero que forma parte del pasado. ¿Cómo ha sido recibido esto el país?

La cinta participó en el Santiago Festival Internacional De Cine (SANFIC), el año pasado, tuvo una recepción que generó un debate alrededor del tema de la impunidad, un tema que a pesar de las leyes y todos los gobiernos “democráticos” que han transcurrido tras la dictadura, es un tema que aún no se cierra, aún divide a la sociedad.

Existe una gran parte de la ciudadanía que evidentemente está en contra de la dictadura y de todas sus secuelas, pero también hay una parte importante de la sociedad que está de acuerdo con muchas de las cosas se hicieron en ella, incluyendo las violaciones a los derechos humanos; por lo que es un tema que debe seguir tratándose ya que hay gente que cree que la represión, la tortura, los gobiernos militares, siguen siendo un camino válido; cuando creo tendría que ser todo lo contrario, hacerse una democracia más ciudadana, más participativa, que permita que todos se beneficien de un gobierno del pueblo para el pueblo y por el pueblo.

¿Cómo llegaste al título de Sanguinetti que, además de hacer referencia a un apellido ilustre, hace alusión a la sangre que tiene el personaje en sus manos?

Se remite a una anécdota de mi infancia durante la dictadura, en una jornada de paro nacional con apagones, llantas quemándose en las esquinas y cacerolazos; recuerdo de muy pequeño estar en casa protestando con una pequeña cacerola, nuestro gran acto de subversión, y apareció un vecino alumbrando con una lámpara, tratando de ver quiénes eran los vecinos que estaban protestando y entonces alumbró con una linterna a nuestra ventana y comenzó a gritarnos: “¡comunistas, salgan de aquí, malditos comunistas!”

Para mí fue bastante impactante porque era un vecino, una persona que era el padre de los niños del barrio donde yo jugaba, era alguien a quien saludabas, y ver que este ser tan cotidiano era parte de la dictadura que, para mí, en esos momentos, significaba muerte y un régimen autoritario… así que tome el apellido de ese vecino, que era Sanguinetti.

Y la metáfora de la película es justamente esa, esas personas que pueden justificar cosas terribles no son personas que vivan en otro planeta, continente o lejos, pueden ser personas muy cercanas, puede ser incluso tu padre. Esa es la idea que traté de inculcar entre el apellido de los protagonistas y esta anécdota de la infancia.

Por otro lado, es [también] una metáfora de lo que ocurrió en Chile, donde un país completo se dividió, un país puede ser como una gran familia y dentro de ella hubo una parte que estuvo del lado de la dictadura, de la barbarie y hubo otra que fue víctima.

Otra cosa que llama mucho la atención sobre tu trabajo, es el amor que le muestras a la Ciudad de México. ¿Cómo te sentiste grabando en sus calles?

México se ha vuelto parte de mi piel, soy chileno, pero ya llevo 20 años viviendo aquí, y me identifico mucho con la geografía, con los olores, las texturas de esta ciudad, la cual me parece increíble, gigantesca, un crisol de muchas culturas, de una multiculturalidad fascinante. Me gusta retratar la ciudad sin caer en la postal turística, sí hay lugares reconocibles, pero tampoco son los de la típica postal. Hay secuencias en el metro, en la ex penitenciaría de Lecumberri, hoy el Archivo General de la Nación.

¿Qué sigue tras estas dos cintas?

Ya estamos en preparación de la siguiente película, donde vamos a mezclar géneros, es una codirección con Pablo Jofre, editor en Sanguinetti, y vamos a unir el black metal con el terror y el suspenso. Una cinta muy distinta a mis dos primeros trabajos.