Opinión

Crónica de aquella noche de 2016 y la pesadilla que comenzaba

Crónica de aquella noche de 2016 y la pesadilla que comenzaba

Crónica de aquella noche de 2016 y la pesadilla que comenzaba

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

artes 8 de noviembre de 2016. Seis de la tarde (hora de la Ciudad de México). Redacción del diario Crónica. Ambiente relajado cuando aparecen los dos primeros resultados de la noche. Como era previsible, el estado progresista Vermont se inclinó rápidamente por Hillary Clinton y la conservadora Kansas por Donald Trump. La candidata demócrata seguía muy por arriba en las apuestas y probabilidades de ganar, pese a que las encuestas recortaron mucho su ventaja en los últimos días. Nada preocupante (aparentemente); hasta pudimos distraernos recordando la anécdota ocurrida cuatro años antes, en las elecciones de 2012, cuando era imposible que nada tumbase la portada de la victoria de Barack Obama... nada, hasta que se cayó el avión del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.

Pasan los minutos y a las 7.15 el mapa electoral empieza tímidamente a mandar buenas vibras a la campaña demócrata. Los primeros conteos de voto tiñen de azul claro estados bisagra como Florida, Ohio, Carolina del Norte y (sorpresa) Texas, el gran bastión conservador. Se ordenan pizzas (tradición que comenzó con la victoria de Obama; no todos los días gana un presidente negro en EU). La alegría contenida duró poco. A las 8.01, Trump ya lideraba el escrutinio en Florida, Ohio y Carolina del Norte, mientras que había ganado en Texas. El republicano ya sumaba 130 votos electorales y Clinton 103. Primeras señales de inquietud, que no hicieron más que reforzarse cuando la pantalla de plasma pintaba de rojo (aún pálido) en estados donde supuestamente no debía estar: Michigan, Wisconsin y Minnesota.

La inquietud se transformó en angustia y momentos de infarto. A las 9.25 de la noche, Trump había ganado Ohio, el estado que desde 1964 ha votado al candidato ganador. Se cancelan las pizzas. No había terminado de colgar cuando, surge un rayo de esperanza: Virginia, otro estado clave, cae del lado demócrata y Pensilvania resiste de azul pálido.

Sin embargo, poco antes de las 10 de la noche, ya estaba casi todo perdido para Clinton. Florida, el estado bisagra con más votos electorales (29), cayó del lado rojo republicano. Trump acumulaba 198 votos frente a 131 de Clinton. El republicano apenas necesitaba otros 72 para alcanzar la cifra mágica de 270.

A la 12.38 de la madrugada, Pensilvania caía del lado de Trump, que sumaba ya 265 votos electorales. Sólo un milagro podría revertir una situación imposible, y era que Clinton ganase los cinco estados bisagra que quedaban en juego: Arizona, New Hampshire, Wisconsin, Minnesota y sobre todo Michigan.

A la 1.40 (siempre hora del centro de México), Trump gana matemáticamente las elecciones tras sumar Arizona y Wisconsin hasta alcanzar 290 votos electorales. Ninguna encuesta había previsto que el voto blanco obrero fue infravalorado en los estados industriales.

Hacía ya rato que la portada de Crónica tenía en rotativa la cabecera de la edición de ese nefasto 4 de noviembre: “Sacudida mundial por la victoria de Trump” y en interiores la sección Mundo abriendo con el peor titular que he escrito en mi vida: “La pesadilla no ha hecho más que comenzar”.

Cuatro años después, sólo espero una cosa, abrir hoy a cinco columnas con esta cabeza: “La pesadilla acaba de terminar”.

fransink@outlook.com