Opinión

Derechos políticos

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La posibilidad de participar en política es lo que nos hace ser ciudadanas o ciudadanos de un país. Esto es, tener la posibilidad de participar en la formación de la voluntad nacional, nos distingue lo mismo de las personas migrantes de edad, que de las extranjeras.

Tomar parte en las decisiones políticas es, a la vez, un derecho y una obligación. Lo primero, porque se otorga con un sentido de generalidad, esto es, a todas las personas que tienen la nacionalidad mexicana, han llegado a los 18 años de edad, y tienen un modo honesto de vivir (lo que es una presunción a favor de cualquier persona de 18 años y más, y que debe ser destruida por quien afirme que no lo tiene)

Así, el derecho de voto, de participar en las consultas populares o en las revocatorias de mandato, así como en la formación de partidos políticos y en los mecanismos de participación ciudadana que existan en lo nacional y en lo local, se otorga bajo un sentido de universalidad, lo que es incluso un principio constitucional del voto.

Pero, a la vez, la participación política es también una obligación, en el sentido de que la voluntad nacional, o popular si usted prefiere, se construye con la suma de las voluntades individuales. Pero no se trata de una mera agregación de intereses particulares, sino de intenciones políticas.

Me explico. La razón por la que cada ciudadana o cada ciudadano, determina votar por un partido en concreto, por una candidatura independiente, o en cierto sentido en un mecanismo de participación ciudadana, así como participar en la formación de un partido político, tiene que ver con algo más allá que su interés personal.

Se supone que, cuando tomamos una decisión política, lo hacemos bajo motivaciones que van más allá de nuestra búsqueda personal (y legítima) de bienestar, para nuestras familias y personas cercanas. Estas decisiones las tomamos pensando en nuestra comunidad, en nuestro entorno, entidad y país.

Así, la decisión política se encuentra motivada por razones que no son del puro y simple interés, sino que se vinculan con el sentido de comunidad, con la ética ciudadana, con la responsabilidad de ser quienes elegimos.

Cierto que cada persona tendrá sus propios parámetros para decidir la forma y manera en que participa en política. Pero, pregúntese usted, si en su caso estas razones son meramente egoístas, o si participan en ella motivaciones que tienen que ver con las acciones que usted considera más adecuadas para nuestro país.

Es curioso, pero incluso la decisión de abstenerse es una decisión política. Quien se abstiene no se hace a un lado de la cosa pública, simplemente está diciendo que quienes participan en la discusión de los temas, justamente públicos, no le han dado razones suficientes para apoyar una determinada postura.

La ciudadanía puede manifestarse incluso desde la abstención.

Además, es poco probable que alguna persona se abstenga totalmente de los asuntos públicos. Puede, por ejemplo, no votar, pero es muy probable que se involucre en las asambleas de su condominio, barrio o colonia; que participe en las reuniones de padres de familia, o en algún comité social con un tema concreto.

Las personas somos seres políticos no porque nos afiliemos a un partido o porque votemos cada tres años; lo somos porque vivimos en comunidad y lo que sucede en la misma afecta nuestra vida, así que participamos en esas decisiones colectivas, aún cuando digamos “no me interesa la política”.

Cuando usted participa en una protesta contra la instalación de parquímetros; firma una petición para construir un mercado; solicita que se ponga un tope en un calle; u opina con sus amistades acerca de temas de relaciones exteriores, está participando en política y, seguramente, lo hace considerando ciertos principios, determinados valores, que asume no solo son personales, sino que también son compartidos por la mayoría de las personas, resultando necesarios para una vida colectiva bien ordenada.

De esta manera, los derechos políticos ciertamente tienen que ver con votar, pero no se agotan en el sufragio, se proyectan en multitud de actos que realizamos como integrantes de una comunidad, cuyo desarrollo nos afecta e interesa.