Opinión

El Pentágono, los transgénero y los homosexuales

El Pentágono,  los transgénero  y los homosexuales

El Pentágono, los transgénero y los homosexuales

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Calladamente y sin mucho anuncio, el Pentágono puso en efecto, a partir del pasado 12 de abril, una nueva política que obliga a todos aquellos que quieren enlistarse en las filas militares, que lo hagan presentándose y comportándose con el sexo biológico que tuvieron al nacer.

Esto, dos años después de que el presidente Donald Trump diera a conocer en un tuit, en 2017, su intención de prohibir que se enlistaran personas transgénero porque “las fuerzas armadas estadunidenses deberían enfocarse en victorias decisivas y fuera de serie, sin preocuparse por los tremendos costos médicos y la distracción que provocan los transgénero”.

Esta vez, sin embargo, el mandatario ha permanecido en silencio sobre el tema, mientras cuatro demandas en contra, que argumentan que la medida es anticonstitucional, están aún sin resolverse en juzgados federales.

El Pentágono ha dejado claro que en sus filas ya no se admite más a quienes han tomado hormonas o se han sometido a operaciones quirúrgicas para cambiar de sexo. Aquellos transgénero que son ya miembros del Ejército podrán seguir ahí con el género que adoptaron.

Por su parte, la Armada anunció que sus marineros pueden convivir “socialmente” en el género de su preferencia, siempre y cuando no estén de servicio. Pero una vez en uniforme deben vestir y comportarse de acuerdo al sexo con el que vinieron a este mundo.

Se estima que actualmente hay en las Fuerzas Armadas de este país cerca de nueve mil miembros que se identifican a sí mismos como transgénero. Quienes defienden sus derechos consideran que la nueva política es cruel y nada realista, porque el género no pueden cambiarse con un switch, y es parte de la identidad de la persona.

En una audiencia a principios del año, oficiales del Departamento de Defensa argumentaron que los transgénero y los homosexuales reducen y limitan la efectividad militar. Sin embargo, los altos mandos del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y los Marines, han dicho públicamente que la presencia de esas personas en su filas no ha afectado la disciplina ni la moral o unidad de los enlistados.

Todo se inició en 1993, cuando el entonces presidente Bill Clinton quiso poner fin a la prohibición de más de medio siglo, que impedía que personas homosexuales fueran admitidas en las filas militares; pero la iniciativa se enfrentó a gran oposición por parte de la ciudadanía y de los mismos militares. A cambio, el Congreso propuso un reglamento bajo el cual los oficiales no preguntaban y los reclutas no hablaban sobre sus predilecciones sexuales. En otras palabras fingían ser lo que no son para ser admitidos.

En 2010, Barack Obama terminó con esa política de “No preguntes no digas” que estuvo en efecto 18 años y el 69 por ciento de los estadunidenses lo apoyó. Pero si bien se acabaron los interrogatorios, las investigaciones siguieron en aquellos ya enlistados y se estima que cerca de 12 mil miembros de las cuatro divisiones del Pentágono, fueron despedidos por ser homosexuales, algunos de ellos valiosos intérpretes u oficiales de gran capacidad y entrenamiento.

La prohibición estadunidense para que los homosexuales se enlistaran, empezó en 1916. Durante la Segunda Guerra Mundial se investigó y despidió a quienes los altos mandos consideraban afeminados, por lo que durante Vietnam muchos que no eran homosexuales fingían serlo para evitar ser involuntariamente reclutados, aunque no en todos los casos se les descalificó. En la actualidad se estima que hay cerca de 65 mil homosexuales en las Fuerza Armadas.

A lo largo de la historia, durante las guerras napoleónicas, los marinos ingleses con tendencias homosexuales eran colgados y en 1778 el mismo general George Washington dio de baja a soldados estadunidense por la misma razón.

Pero no siempre fue así. Según los historiadores, para los griegos ancestrales el asunto no tenía tanta importancia. De hecho, mucho se habla de la supuesta homosexualidad en el mismo Alejandro el Grande, mientras Platón escribió que “un ejército donde se propicie la homosexualidad será invencible, porque el amor convierte al más cobarde en valiente”.

Es evidente que el tiempo y el paso de los siglos han desvanecido ese entusiasmo y mucha de esa actitud. Aun así, en la actualidad hay en el mundo 25 países donde sin problema se permite ser militar y ser homosexual. Nueva Zelanda es el que más los incluye, Nigeria donde más se les rechaza. México está a la mitad, no los acepta abiertamente, pero tampoco los deja fuera.

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