Opinión

Estupefacción, desilusión

Estupefacción, desilusión

Estupefacción, desilusión

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Después de una noche electoral de infarto, las aguas empezaron a calmarse ayer y parece que la victoria final será para el demócrata Joe Biden, aunque por mucho menos de lo que anunciaban las encuestas.

Otra cosa es cómo vaya a reaccionar el presidente Donald Trump. Dicho esto y a la espera del desenlace final en el escrutinio (que podría ocurrir mientras leen estas líneas o podría demorarse peligrosamente durante días y semanas), la sensación después de haber seguido la presidencia del mandatario populista durante cuatro años y su bochornosa campaña electoral es la de estupefacción y una profunda desilusión por el sorprendente apoyo ciudadano del que aún goza el presidente más polémico que haya conocido ningún estadunidense vivo.

Hace cuatro años, cuando ganó a la favorita Hillary Clinton, todavía se podía invocar el beneficio de la duda; pero, si después de su desastrosa gestión ante la pandemia —234 mil muertos—, de negar el cambio climático, de atacar a la prensa y a los inmigrantes, de privilegiar a los ricos y de actuar como un supremacista blanco, más de 68 millones de estadunidenses votaron por Trump en estas elecciones —apenas 3.5 millones de votos menos que el demócrata Joe Biden, según el escrutinio provisional— es evidente que él no era el problema, sino el síntoma de que algo está podrido en la sociedad estadunidense.

Ese esperado tsunami de hispanos —deseosos de venganza—, de jóvenes —víctimas de tiroteos en escuelas y con el futuro hipotecado por el cambio climático—, de obreros —desengañados porque no regresaron las fábricas prometidas— y de ancianos —temerosos del COVID— nunca tiñó de azul demócrata los Estados de la Unión. Más bien hubo un discreto oleaje el martes, que esperemos sea suficiente para echarle de la Casa Blanca y para que regrese, como dijo Biden, la decencia.

Más decepcionante, si cabe, ha sido el comportamiento de los hispanos, que votaron por Biden incluso con menos entusiasmo que por Clinton. Había esperanza de que fuese decisivo para derribar el bastión republicano en Texas, aunque sólo fuera por vengar la muerte de tantos mexicanos en la matanza de El Paso a manos de un admirador de Trump, o incluso de que los cubanos no se creyeran la falacia de que Biden quiere convertir a EU al socialismo. Al final, Texas y Florida siguen siendo fieles a Trump.

Al menos en Arizona sí apunta a que habrá un voto de venganza póstumo de sus ciudadanos por los insultos de Trump a su querido senador John McCain, quien antes de morir tuvo la valentía de defender la vuelta de su partido a la decencia y de enfrentarse a un mandatario que ha envenenado a la sociedad con tanto éxito que muchos están dispuestos a ir a la guerra por él.


fransink@outlook.com