Opinión

Federalismo de carpa

Federalismo de carpa

Federalismo de carpa

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Entre los odiadores de AMLO que se dicen legión, y quizá lo sean en modos operativos pero no numéricos, hay muchos críticos de artes dramáticas de buena parte de las expresiones verbales y corporales del presidente. No hay nada que diga, haga o deje de hacer o decir el presidente que escape al tintero de sus plumas de ganso, la amplificación de sus micrófonos y bocinas, el comentario a cámara que sólo tiene éxito en los circuitos cerrados de esa entelequia en quiebra que se sigue haciendo llamar televisión “abierta” y en la que todos se mueven como una corte decadente que se quedó sin príncipe.

Por fortuna tinta y medios audiovisuales están integrados por críticos teatrales de variada factura. Como equipo de nado sincronizado se mueven con la misma melodía, pero el espectáculo que brindan en conjunto es hilarante. Por uno que hace bien su trabajo, hay nueve que lo echan a perder. Ni las vejigas de todos los peces podrían ayudar al equipo de los autonombrados intelectuales. Lo suyo son las artes dramáticas y cuando se van en banda evidencian sus carencias.

Algunos de ellos podrían ser menos estirados y darse una vuelta por las carpas, ahí quizá podrían comprender por qué sus flechas se convierten en el trayecto en búmerangs, entender por qué sólo entre ellos se llevan serenata y descubrir que la realidad, además del sujeto de su odio gratuito o recompensado, tiene personajes de la vida pública que son un peligro, o un chiste, para la democracia sin adjetivos.

Va el primer ejemplo: el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. Ese que saca pañuelos para secarse el sudor a la menor provocación y que tiene un parecido físico increíble con la pareja de Tintán, el extraordinario y poco reconocido actor tampiqueño Marcelo Chávez mejor conocido como el carnal Marcelo. Si en un museo de cera algún curador travieso cambiara las fichas, esa figura podría ser durante unos días el heredero del espíritu liberal de Mariano Otero –a decir de Krauze– y otros el carnal Marcelo. Lástima que el primero no heredó ni un gramo de gracia del segundo. Su humorismo es involuntario. Por eso, salvo los muy vinagrillos o los que diario están en la piscina practicando el nado sincronizado, no tenemos más remedio que reír con las ocurrencias de estos personajazos que disparan sandeces a nombre de sus estados, hacen levantar las cejas a más de un virrey de esa extraña alianza cupular y reaccionaria autonombrada “alianza federalista” sobre la que recomiendo leer el artículo de Humberto Mussachio publicado por Excélsior el pasado 29 de octubre titulado “Árboles y postes”.

Más allá de su derrota moral, la oposición no sabe negociar. Sin minimizar el fuego con el que torpemente juegan estos señores para reclamar el dinero que debieron gastar escrupulosamente en un contexto mundial de pandemia, es muy probable que si siguen por esa ruta consigan despertar todavía más la animadversión de los ciudadanos que votaron por ellos en épocas que ven alejarse con rapidez disipadas por la bruma de un movimiento que pese a la ignominia de los carroñeros líderes partidistas que dicen representarlo, tiene una importante base de apoyo popular.

El actual pacto fiscal fue aprobado durante la gestión de un personaje nefasto, Felipe Calderón y su mayoría panista, según lo recordó hace tres o cuatro días el secretario de hacienda y de acuerdo al SAT el gobierno federal le ha entregado a cada gobierno hasta el último peso de lo que les corresponde.

El hecho es que Alfaro un día lanza retos idiotas al presidente, en medio de humores que requieren ser disipados con pañuelos, y frases envalentonadas como decir que realizará consultas para sacar a Jalisco del pacto federal y otro le dice que le gustaría tener un diálogo respetuoso con él. Prometió someterse a la revocación de mandato, y, obvio, no lo ha hecho ni lo hará porque es un personaje impopular.

Otro ejemplo: el gober broncoso. Sus dichos separatistas fueron comentados con ironía por Lorenzo Meyer en una disfrutable entrevista realizada por Julio Astillero para su programa. El ejemplo que puso del general Bernardo Reyes, oriundo de Jalisco, está para desternillarse de risa, pero cuando menos nos habla de épocas en las que todavía existía el honor. Al regresar de un exilio forzado que le impuso Porfirio Díaz, el cacique del norte del país dijo que el no iba a competir con Madero en las elecciones porque se levantaría en armas, pero el pequeño detalle es que nadie lo siguió y tuvo que ir a entregarse en una casa rural a la que fue a tocar por la noche para decir, cito a Meyer que hablaba de memoria: “Soy Bernardo Reyes y vengo a rendirme”. Pasó algún tiempo para que el desvelado dueño de aquella morada se diera cuenta que no era ninguna broma y que se trataba del mismísimo general que a falta de seguidores para su rebelión, se rendía de esa manera que, contado como lo hizo el doctor Meyer, forma parte de otro episodio más del humorismo involuntario que emana de la reacción.

Tercer ejemplo. Silvano Aureoles. No es lo mismo la visita de un jefe de estado a otro país como lo hizo AMLO cuando visitó al antipático de Trump, que un gobernador protopriísta y haciendo videos como payasito de ventrílocuo invitando a sus paisanos a votar por el partido demócrata. ¿Qué le pasa a este señor? De federalistas tienen lo que mi finada abuela tenía de supermán. Son grotescos, anexionistas. Desconocen a Juárez y su principio esencial. Por provenir de Aureoles el exhorto es probable que consiga un efecto contrario al esperado por muchos y sus paisanos votarán por Trump. El punto es que esas iniciativas ponen en una situación de riesgo al país. Aureoles es mencionado como el financiador de un medio, otro más, que ha hecho del ataque al presidente un deporte nacional.

Letras al pie

Hablando de actores serios, cómo lamento el fallecimiento de Sean Connery que será recordado por muchos de sus filmes.