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La ingratitud de un lambiscón, un texto de Rafael Cardona

¿Podrá Cabeza de Vaca repetir esa hazaña jurídica y polìrica, de resistir un desafuero?

La ingratitud de un lambiscón, un texto de Rafael Cardona

La ingratitud de un lambiscón, un texto de Rafael Cardona

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Varias son las imágenes indelebles.

La primera, una charla oscura desconfiada y sorda con los Vaca Narvaja en un hotel de la calle Versalles (Prim) donde el gobierno mexicano alojó –exiliados y refugiados--, a familiares de los “Montoneros”. Esquivos, con el temor debajo de la piel y los nervios de fuera, apenas balbuceaban respuestas sin mayor profundidad.

Acababan de llegar a México. El gobierno de este país, como a tantos otros, les había salvado la vida. Nada más.

La segunda, un enloquecido poeta y periodista llamado Antonio Marimón, quien en su desaforado festejo por las calles de Mixcoac, con una enorme bandera albiceleste, gritaba feliz: ¡Argentina Campeón, Videla al paredón!

Habían ganado la copa del mundo. Trabajábamos en el diario “unomásuno” y teníamos la redacción felizmente copada de exiliados de Buenos Aires, Córdoba o Mendoza. Entre ellos, el gran Miguel Bonasso.

Una más.

La Casa Rosada en Buenos Aires. Raúl Ricardo Alfonsín, presidente de Argentina y Miguel de la Madrid, de México. Discursos. Una hermosa mujer, en sus treinta y tantos, con un niño de seis o siete años, de la mano, se dirige al mexicano.

Le pregunta, ¿por dónde empezar, señor presidente? ¿Por la historia de este niño nacido en México y ahora vivo en la tierra de sus padres?

¿O comenzar sólo por la gratitud?, porque si es así, entonces le diré nada más, gracias en nombre de todos los exiliados; por mi y por mi hijo, orgullosamente “argenmex”.

Pero ninguna de estas imágenes cabría, de seguro en la mente del argentino Alberto Fernández, el lambiscón del Palacio Nacional quien torpemente le atribuye al presidente de México, el monopolio de la decencia en nuestra historia reciente.

--¿No hubo decencia en la garantía del exilio para sus compatriotas? ¿No fue decente haber acogido a Héctor Cámpora 42 meses en nuestra embajada en Buenos Aires, en medio de todas las presiones internacionales? ¿Fue indecente De la Madrid al solidarizarse con Alfonsín cuando el amago de golpe de 1985?

¿O los mexicanos debimos ir a pelear a las Malvinas, como no hizo Fernández por su patria amenazada por el Imperio? Este país jamás justificó las acciones militares británicas.

Démosle a aquello un poco de contexto: (Los argenmex: a 40 años del exilio argentino en México, José Miguel Candia) y su impronta en la biculturalidad.

“Con el paso de los años y con una vinculación laboral y cultural más arraigada en la vida mexicana, surgió el vocablo que se popularizó en la comunidad de exiliados y que se transformó rápidamente en seña de identidad, una especie de “marca registrada” que nadie se atreve a impugnar. Ser argenmex era poco más, poco menos, que ser parte de ese fenómeno que como todos entendían no hacía falta explicarlo: personas nacidas en un mismo país y radicadas en México por causales principalmente políticas”.

Por eso cuando Fernández inaugura lambisconamente la etapa nacional de la decencia con el actual gobernante, no sólo se exhibe como un títere lagoteador, sino como un otario impresentable, un verdadero atorrante, bolacero, bisagra, boludo, pelotudo, manú, fulero y gil, para usar vocablos platenses.

OAXACA

Mientras soplan vientos contrarios por el puerto de Altamira tanto como en Tampico, para el mandatario Cabeza de Vaca en Tamaulipas, una encuesta de “Masive caller” coloca a Alejandro Murat entre los diez gobernadores mejor evaluados del país.

Hace tiempo Murat optó por las buenas oportunidades para Oaxaca, sin buscar ni ahondar en las diferencias entre su partido y el gobierno. La política como suma, no resta ni división, ha sido su estrategia y al parecer le ha funcionado dentro y fuera del estado.

DESAFUERO

El último caso notable de un desafuero fue durante el periodo de Vicente Fox, el del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador. La causa —o pretexto--, fue baladí, violar un amparo para abrir una calle.

La comparecencia defensiva de López Obrador, en la cual acusó a los tres poderes de la Unión de confabularse en su contra, le abrió el camino a su actual domicilio: el Palacio Nacional.

El gobierno reculó, el caso se diluyó y la historia se escribió de la forma como la conocemos.

¿Podrá Cabeza de Vaca repetir esa hazaña jurídica y polìrica, de resistir un desafuero?

Obviamente no. Si el procedimiento avanza, como lo hace suponer la presencia del “autónomo” señor Gertz Manero en la mañanera, su suerte está echada. Este sería un caso penal grave, no un simple desacato judicial, como en aquella ocasión.