Cultura

“La leyenda sobre la Santa Inquisición inició desde el momento que fue creada”

Se decía, en algunos países, que era para perseguir, asesinar y torturar, lo cual no podemos poner en duda, pero debemos matizar, señala el académico de la ENAH, Carlos Mejía Chávez

“La leyenda sobre la Santa Inquisición  inició desde el momento que fue creada”

“La leyenda sobre la Santa Inquisición inició desde el momento que fue creada”

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El cronista Luis González Obregón contaba que cuando cerraron el Tribunal de la Fe en la Nueva España, hacia 1820, hubo gente que lloró porque ya no sabían quién los iba a defender de la herejía si no era la Santa Inquisición, esto es una leyenda, pero ¿por qué no pensar que en efecto fue así?, señala Carlos Gustavo Mejía Chávez, doctor en historia por El Colegio de México y profesor en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

“La leyenda sobre la Santa Inquisición comenzó en el justo momento en que fue creada porque se empezó a decir, en algunos países, que se creó para perseguir, asesinar y torturar, lo cual no podemos poner en duda, pero debemos matizar. La Santa Inquisición, a final de cuentas, era un mal necesario”.

El Tribunal del Santo Oficio se creó en la España de 1478 y buscaba, una vez que se habían unificado los reinos de Castilla y Aragón, combatir a los falsos conversos -judaizantes-, expulsarlos y hacer la más grande unión de la religión católica en el país. En el caso novohispano, se tienen indicios de que en el mismo momento en que llega Hernán Cortés después de La Conquista, trae consigo frailes que están dando oficio de juicios inquisitoriales.

“José Toribio Medina llamó 'La Primitiva Inquisición' a los primeros rastros de juicios inquisitoriales que se hacían específicamente en la NE -que no eran contra indígenas porque ellos eran nuevos en la fe una vez bautizados- que en un primer momento buscaban que no hubieran penetrado aquí los judaizantes y que no hubiera españoles que estuvieran blasfemando”.

El 25 de enero de 1569 se expidió la Real Cédula que establece al Tribunal del Santo Oficio en México y Lima, así lo afirma José Luis Soberanes Fernández en La Inquisición en México durante el siglo XVI. No obstante, fue hasta 1571 que se implantó “oficialmente” la Santa Inquisición de la NE, puntualizó Mejía Chávez.

“Digo ‘oficialmente’ porque previamente existieron diversos tribunales inquisitoriales, cada uno dedicado a la misma meta, pero persiguiendo distintos fines, por ejemplo, La Inquisición Primitiva que estuvo guiada por algunos franciscanos y dominicos para, posteriormente, implantar la Inquisición Arzobispal, siendo Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, el que se dedica a perseguir herejías e idolatrías”.

Posteriormente, añadió, el dominico Fray Alonso de Montúfar también llega como inquisidor episcopal, pero él está más dedicado a la persecución de la herejía protestante como parte del programa contrarreformista. “Alonso de Montúfar va a llegar a la Nueva España y va a implantar una persecución en contra de cualquier situación que implique algún elemento protestante”.

“Llegamos a 1571 cuando ya está formalmente el Tribunal del Santo Oficio en la NE, guiado por Pedro Moya de Contreras; cabe decir que estos tribunales están integrados por diversas personas y también están divididos en diferentes lugares. En el caso se NE tenemos al Tribunal Inquisitorial que se ubicó en la CDMX y que respondía al Tribunal de la Suprema y General Inquisición de España. Ese tribunal está dirigido por un inquisidor general, un inquisidor jurista y un inquisidor teólogo, quienes son los tres importantes”.

Dentro de la estructura de este aparato también se encuentran: los calificadores, que son los que se dedican a revisar libros que pueden tener lecturas malas para la catolicidad; los alguaciles; notarios de secuestros, que son quienes hacen las relaciones de bienes que se les secuestran a las personas para hacer pagos; así como a los familiares y a los comisarios, que eran representantes de los inquisidores en diversas partes del territorio para vigilar las circunstancias que representaran un peligro para el sistema.

PROCESO INQUISITORIAL. Pongamos por caso una circunstancia elemental, explicó Mejía Chávez, se sabe que hay peligros que pueden atentar contra la fe y que los pecados tienen que ser confesados, por ende, lo primero que se hace son llamados, es decir, sermones y edictos de fe.

“Los edictos son llamados donde se explica qué es lo que deben de hacer las personas que han cometido ciertos delitos contra la fe, los cuales pueden ser: generales, donde se va a exponer todo tipo de delitos, expresiones y costumbres heréticas; o particulares, es decir, que son específicamente para un delito particular”.

Una vez que se ha leído el sermón, éste se podía pegar en la puerta del templo o en las plazas principales para que la gente lo lea, lo oiga y esté consciente de que debe ir a denunciar. Si se hace una denuncia, corresponde a los inquisidores entablar la investigación dependiendo si puede proceder a algo mucho más grande.

“Se procede entonces a hacer un acta para que se busque a la persona que ha sido acusada y se le lleve ante el inquisidor. Esta persona no sabe nada, ni quien lo acusó ni de qué. Los inquisidores le preguntan si sabe qué hace ahí, él acusado dice: no, pero deduzco que es porque mi vecino dijo algo o se presentan pruebas a esto; conforme pasa el tiempo, dependiendo las circunstancias, los inquisidores pueden determinar si el acusado es inocente de lo que se le ha acusado o no”.

UN MAL NECESARIO. Carlos Gustavo Mejía Chávez, señaló que en un contexto de la monarquía hispánica donde todo está imbuido por la religión, cualquier pensamiento o idea libre, contraria a los estatutos de la fe, podía significar la pérdida del alma y, por ende, del cielo.

“Había que cuidar las almas de las personas, por ello, la gente sabía que el Tribunal de la Fe, pese a ser un espacio en el que pueden ocurrir muchas cosas, es necesario porque nos cuida. Por ejemplo, en 1808 cuando Napoleón invade España y suprime allá los tribunales inquisitoriales, la gente acá comienza a tener miedo de los franceses, cuyo pensamiento significaba una falsa filosofía”.

Entre los expedientes inquisitoriales, recordó, el caso de una señora que en 1808 fue a acusar, ante la Inquisición, a un amigo suyo que era bailarín por ser amigo de Napoleón. “La Inquisición le dijo a la señora: oiga, usted tiene contacto con él desde 1803, ¿por qué viene a acusarlo hasta ahorita? Y la señora muy dignamente dice: pues mire, allá afuera se dicen muchas cosas del Tribunal de la Fe, es decir, la gente tiene miedo del tribunal, pero saben que es efectivo porque saben que defiende sus almas”.