Cultura

La religión destruye cualquier potencial revolucionario: Bruno Lloret

Simula para que estés feliz con tu vida cuando en ciertas circunstancias no deberías estarlo ni estar conforme, agrega el escritor chileno/ Publican en México su novela Nancy

La religión destruye cualquier potencial revolucionario: Bruno Lloret

La religión destruye cualquier potencial revolucionario: Bruno Lloret

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La religión, cualquiera que esta sea, te hace sentir que te une con algo que te hace falta y esa experiencia “comunitaria-individual” le da poder. El problema, es que la religión destruye cualquier potencial revolucionario, expresó el escritor chileno Bruno Lloret a propósito de Nancy, novela reconocida con el Premio Roberto Bolaño 2014 y que acaba de ser publicada en México por Dharma Books.

“No hay comunidades que piensan la emancipación, sino comunidades que la simulan. El problema con la religión es que simula, que te hacen estar feliz con tu vida cuando en ciertas circunstancias no deberías estar nada feliz ni conforme y sí deberías ser un sujeto más agente, transformar la historia”.

El mejor ejemplo más inmediato de esto es lo que está pasando en Estados Unidos con el ministro Louis Farrakhan, quien tiene una iglesia que se llama Nation of islam, añadió. “Lo interesante es que él utiliza ciertos datos de la explotación histórica hacia la comunidad negra para desviar el problema de la negritud y situarlo a partir de la iglesia de su comunidad”.

“Lo que hace es oponerse ante un mito supremacista blanco, pero fundando un mito supremacista negro basado en la religión. Esto es problemático y lo único que puedo ver es que se van a enriquecer Louis Farrakhan y sus pastores, porque la iglesia es una estructura piramidal, y que toda la energía o el momento del malestar producto del racismo se va a perder bajo este aspecto de unificación, liberación y alivio”.

Esta noción sobre el consuelo o refugio de la religión está presente en Nancy, pues el padre de la protagonista está sumamente deprimido y, a pesar de ser un hombre estudioso, termina convirtiéndose en mormón y olvidándose de su hija. “El padre de Nancy es como un pastor renegado porque al ser tan estudioso supone que no necesita a nadie, pero como termina quedándose tan solo, la primera pareja de mormones que llega a la puerta lo termina seduciendo”.

Además, el discurso religioso es el componente más presente en la novela, pues antes de iniciar cada capítulo hay un fragmento de la biblia relacionado con lo que sucederá. “Por un lado pareciera que todo está predeterminado o que hay una fatalidad religiosa, pero esto también podría suceder con Moby Dick, de Herman Melville”

NOVELA. Nancy, define el autor, es como una promesa inconclusa de emancipación. La protagonista es una mujer cansada por la quimioterapia, que está sola desde la infancia cuando desapareció su hermano y cuya vida siempre ha estado atravesada por la violencia, la pobreza y el abandono. No obstante, por su condición de subalternidad absoluta al ser menor de edad, mujer, pobre y cristiana puede sortear o recorrer distintos lugares con cierta “libertad".

“Nancy es un personaje que está en tan en la subalternidad que puede recorrerlo todo porque no es muy notada. La novela es sobre ella y su propio proceso interno de vida. Es muy de emancipación, pero eso queda muy pendiente porque se está muriendo, aunque el cáncer también es producto de este dolor acumulado”.

Para escribir esta obra, Bruno Lloret destaca que no trató de recrear la vida de una mujer, sino que pensó a Nancy como un conjunto de estrategias de discurso. “El gran riesgo que se corre al tratar de colocar o crear una voz ajena a uno es caer en la caricaturización, cuando en realidad se trata de crear un tipo social reconocible. Por ello, no entendí a Nancy como un ser de carne y hueso, sino como una serie de estrategias narrativas que cobran vida a través del lector”.

“El objetivo final del libro no es transmitir la experiencia de una mujer precarizada, sí lo ofrece, pero es más un espacio donde se puede ver que una denuncia. Uno de los peligros de la literatura, y en general también de la etiqueta como literatura latinoamericana o de tercer mundo, es que mucha gente tiene la ilusión de que a través del consumo de estos libros, uno puede conocer una experiencia real”.

En ese sentido, explicó que las sociedades tienen una responsabilidad propia para formar a las personas como sujetos políticos. “lo que pasa es que no hay tiempo, pero sin el cultivo de la discusión en las comunidades locales es imposible general un tejido social real, es decir, que sea consciente de sí mismo y que tome decisiones”.

“No sé si es el lugar de las artes promover la constitución de este tejido, esta conversación la tuve con un amigo en Chile cuando se reinauguró la literatura de Roberto Bolaño, y mi amigo me decía que él daría la vida por la literatura. Entiendo el lugar vital de donde sale esta proclama, pero igual me parece una proclama triste, habría que pensar más en las condiciones materiales para alcanzar la felicidad como comunidades que entregarse a algo, perfectamente válido, pero no tan revolucionario como se plantea, como dar la vida por la literatura”.

“Porque, además, ¿qué quiere decir eso?, ¿dar la vida por Penguin Random House? Sería interesante empezar a pensar espacios alternativos de circulación y consumo del arte, lo cual ya se hace, pero que es difícil en lugares donde el arte es financiado por el estado. Por otro lado, que los artistas, como personas, promuevan la construcción de comunidades autónomas y sujetos políticos”.