Opinión

¿Quién frena ahora al monstruo que alimentaron Trump y los republicanos?

¿Quién frena ahora al monstruo que alimentaron Trump y los republicanos?

¿Quién frena ahora al monstruo que alimentaron Trump y los republicanos?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Se veía venir. Donald Trump lleva años alimentando al monstruo dormido, ante la mirada complaciente de los republicanos, convertidos en un manada de perritos falderos domados por su agresivo amo neoyorquino. Pues bien, cuando algunos de estos políticos conservadores despertaron a la realidad -como hace poco el líder del Senado, Mitch McConnell, como ayer Mike Pence-, el monstruo estaba ahí, apuntándoles con un arma. Ahora es demasiado tarde para huir sin que haya consecuencias.

Con el asalto violento del Capitolio de Washington, a manos de seguidores fanáticos de Trump, EU ofreció ayer al mundo uno de los espectáculos más bochornosos jamás visto en un sistema demócrático, al punto que debería cambiar su nombre por el de Estados Unidos Bananeros de América.

Tras contemplar atónito las dramáticas imágenes que dieron la vuelta al mundo, el presidente electo Joe Biden se dirigió a la nación para hacer una declaración que no se escuchaba decir a un líder desde el ataque del 11-S: “Nuestra democracia está bajo ataque”. Pero el líder demócrata añadió algo que podría acarrear consecuencias dramáticas en un futuro cercano. Dijo: “Este ataque sin precedentes roza la sedición”.

Veamos lo que dice al respecto la Constitución de Estados Unidos. El Artículo 18 del Código Penal considera un delito de sedición cuando “dos o más personas conspiran para derrocar al gobierno, o por usar la fuerza para obstaculizar la ejecución de cualquier ley; o por usar la fuerza para apoderarse de cualquier propiedad federal”. Y añade la ley: “Cada uno de estos tres supuestos podría suponer una pena de cárcel de hasta veinte años”.

Si nos remitimos a los hechos, Trump podría haber cometido uno o varios delitos de sedición. Primero, por conspirar con uno o varios legisladores -entre ellos su hispano más fiel, Ted Cruz- para obstaculizar la ejecución de una ley aprobada por el Colegio Electoral, la de la certificación del triunfo de Joe Biden en las elecciones del 3 de noviembre. Segundo, por intentar conspirar para que el vicepresidente -en su calidad de líder del Senado- viole la ley y desconozca la victoria del demócrata en la sesión de ayer en el Congreso, algo a lo que finalmente no accedió Mike Pence (se ve que él sí se ha leído el Código Penal). Y tercero, por incitar a las masas a asaltar el Congreso con su discurso incendiario de ayer, en un último y desesperado intento de intimidar a los legisladores y consumar un golpe a la democracia, al desconocer la voluntad popular, que eligió a Biden en las urnas y no a él.

El indignante mensaje del todavía presidente de EU a los que asaltaron el Capitolio -“Les quiero, tienen razón: nos robaron la elección; pero regresen a sus casas pacíficamente”- no hizo sino confirmar su peligrosa huida hacia adelante.

Falta por ver qué es capaz de hacer aún este presidente, acorralado como una fiera, en estas casi dos semanas que le quedan de poder. Falta por ver también qué harán los congresistas republicanos a partir de ahora, porque ya no pueden seguir mirando a otro lado o aplaudiendo sus mentiras e insultos a los que no piensan como él. Porque lo ocurrido ayer tiene una consecuencia inmediata: o están con los que aún defienden la decencia, como el expresidente George W. Bush, o están con el líder populista y sectario, que está agitando el fantasma de la división que ya llevó una vez a Estados Unidos a la guerra civil.

Pero la pregunta de la columna debe ser respondida: ¿Quién tiene que frenar al monstruo? Y la respuesta es Joe Biden. Amparado en la legalidad, pero con firmeza y con todas las herramientas que ofrecen el imperio de la ley, el futuro presidente de EU debe acabar con esta pesadilla, aunque el resultado sea que Trump acabe siendo llevado ante un tribunal. En sus manos está que Estados Unidos vuelva a la cordura, o que se vea arrastrado de nuevo por un enfrentamiento civil.

fransink@outlook.com