Opinión

Roger Bartra: Regreso a la jaula

Roger Bartra: Regreso a la jaula

Roger Bartra: Regreso a la jaula

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El libro de Roger Bartra, Regreso a la Jaula. El fracaso de López Obrador (México, Debate, 2021) ha provocado un renovado interés por el análisis del actual sistema de gobierno y una creciente discusión tanto entre los especialistas como entre las personas que ya lo leyeron. Atraídos por la fama y la calidad del autor, los medios de comunicación han sido un factor decisivo para la difusión de la obra. Se puede decir, sin exageración, que es el libro del momento; pero, no es un trabajo de coyuntura. Más bien, es, como el propio Roger lo dice, producto de una larga reflexión como antropólogo y sociólogo sobre el sistema político mexicano. Además, este libro, está destinado a perdurar.

Entre las muchas virtudes del texto, dos de ellas me llamaron la atención: 1) “Durante mucho tiempo la izquierda fue en México la principal generadora de ideas y la corriente que con más fuerza intentaba interpretar al mundo. La izquierda era marginal políticamente hablando, pero ocupó un papel muy importante en la gestación de nuevas ideas. La izquierda provocaba grandes discusiones. Podemos recordar las polémicas que emprendieron intelectuales y escritores de diversas corrientes, casi todas en la izquierda del espectro político, sobre la historia mexicana, la democracia, la identidad nacional, la estructura de clases, la anatomía de la cultura, los llamados ‘grandes problemas nacionales’, el socialismo, las revoluciones rusa, china o cubana y muchos temas más.” (pp. 39-40) Bartra recuerda entre otros a Octavio Paz, Carlos Fuentes, Luis Villoro, Carlos Pereyra, Arnaldo Córdova y Carlos Monsiváis. Yo agregaría a Víctor Flores Olea, Pablo González Casanova (con quien Roger tuvo una célebre polémica) y Francisco López Cámara. Yo me formé intelectualmente en esa discusión.

La segunda virtud que atrajo mi atención es que Roger Bartra se reconoce como un socialdemócrata: “Mi perspectiva política es la de un intelectual socialdemócrata que ha defendido desde hace decenios los puntos de vista del socialismo democrático.” (p. 13) Coincidimos: esa es la corriente con la que me identifico. Añado: lo que ha nutrido a la socialdemocracia es ventilar, sin tapujos, los acuerdos y desacuerdos: “la gestación de nuevas ideas.” Desde esa posición hago mis comentarios.

La tesis que recorre el libro de Bartra es la siguiente: “estamos ante un intento de restauración del antiguo régimen autoritario tal como existía en los años sesenta y setenta del siglo pasado.” (p.12) No lo creo.

Debemos tomar en cuenta, como dice Giovanni Sartori, que existe una distinción entre partidos hegemónicos ideológicos y partidos hegemónicos pragmáticos. El régimen de la revolución abanderó el nacionalismo revolucionario desde su creación hasta el sexenio de Carlos Salinas de Gortari cuando, abiertamente se abjuró del nacionalismo revolucionario y se adoptó el neoliberalismo.

Una curiosidad: El mismo partido que construyó en México el Estado asistencial (Welfare State) fue el mismo que lo desmanteló. En otros países, generalmente, los partidos socialdemócratas fueron los que erigieron el también llamado Estado benefactor, en tanto los partidos democratacristianos fueron los que lo desmembraron. El caso típico es Alemania.

Debemos poner de relieve que la transición a la democracia en México corrió al parejo con la implantación del modelo económico neoliberal. Eso no dejó de tener consecuencias nefastas porque AMLO hizo leva de muchos grupos sociales que quedaron marginados del desarrollo económico. Aprendió de sus errores y aceptó alianzas que en anteriores ocasiones había desechado (2006-2012). Se moderó y triunfó.

Convengamos en que quien realmente tenía el poder en el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018) no era el PRI, sino la tecnocracia comandada por Luis Videgaray quien, incluso, se dio el lujo de poner como candidato del tricolor a su amigo José Antonio Meade.

De 1997 a 2018 el partido del presidente no dominó el Poder Legislativo; hubo un equilibrio de poderes. En 2018 aparece, de nuevo, un partido hegemónico, Morena; pero no es ideológico, sino pragmático. Y el propio Bartra lo reconoce: “Su gran fuerza es que se trata del partido del presidente. Se aglutina en torno a él, carece de ideas y va a la cola de la actividad del gobierno.” (p. 192)

La afirmación de que AMLO y Morena están intentando una restauración del autoritarismo de los años sesenta y setenta, no se sostiene en pie: el sistema presidencial se edificó con base en la institucionalización del país. Dicho de otra manera: el presidente era fuerte porque las instituciones eran fuertes. Hoy no es así: López Obrador está demoliendo las ya de por sí frágiles instituciones públicas (achicadas y debilitadas por el neoliberalismo).

No puede haber presidente fuerte con instituciones débiles: él mismo se está cercenando el piso. Como dice Arnaldo Córdova, la clave de la formación del poder político en México fue el paso del caudillismo al presidencialismo. Ahora es al revés, el poder político ha vuelto a personalizarse. Asistimos, como dice Giovanni Sartori, a la formación de un sultanato.

Coincido con Bartra: López Obrador es un hombre de derecha que quiere imponer una autocracia populista en México. Debemos defender la democracia con base en la construcción de un frente amplio de fuerzas políticas.

Twitter: @jfsantillan

Mail: jfsantillan@tec.mx