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“Aún me pregunto cómo puedo usar la física para ayudar a pacientes”

Cristina Piña Barba y su grupo han desarrollado tecnología para reparar o reemplazar hueso, vías urinarias, arterias y otros tejidos

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La investigadora de IMM-UNAM afirma que en el futuro veremos muchos avances en biomateriales.

La investigadora de IMM-UNAM afirma que en el futuro veremos muchos avances en biomateriales.

UNAM

Un poderoso impulso personal sostiene el trabajo de la Doctora María Cristina Piña Barba, pionera en el desarrollo de biomateriales para la regeneración de tejidos en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM): se trata de la impotencia de no poder ayudar a su padre, el famoso arqueólogo mexicano Román Piña Chan, quien quedó parapléjico después de caer accidentalmente de la pirámide de Becán, en Campeche.

Hoy, cuando su trabajo sostenido a lo largo de cinco décadas le ha permitido desarrollar biomateriales de tercera generación que se implantan en pacientes y ayudan en la regeneración de huesos y tejidos humanos, la científica mexicana evoca los días difíciles que pasó en el Hospital La Raza, de la Ciudad de México, en 1984, después del accidente del arqueólogo.

“Mi padre era mi mejor amigo; fuimos muy cercanos. Yo era una chamaca muy retraída que prefería estar sola, leyendo en mi escritorio sin interactuar con nadie; pero él me estimulaba a salir de mi rincón, me apoyó para ir a la prepa y luego a estudiar física en la UNAM. Él leía mucho, de todo, siempre traía revistas de ciencia para leer y discutir nuevas cosas. Cuando se accidentó yo estaba en proceso de divorcio y él era mi principal apoyo”, cuenta a los lectores de Crónica la ganadora del Premio Universidad Nacional en 2019; Doctora en Física y fundadora de la materia de Física Médica en la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Fuga de cerebros

Cristina Piña Barba es una de las pioneras en el desarrollo de biomateriales y la física médica en México.
Es triste ver a científicos brillantes formados en México y que aman a México, pero que se tienen que ir del país porque no hay trabajo o dinero para investigar. Cristina Piña Barba

Desafortunadamente, el arqueólogo Román Piña Chan no logró recuperar la capacidad de caminar y después de vivir casi diecisiete años en silla de ruedas, murió a causa de un derrame cerebral en abril de 2001.

“Su accidente no sólo cambió su vida, sino la de toda la familia, él me decía: ‘Tú me vas a ayudar’ y yo pasaba noches preguntándome cómo puedo usar la física para ayudar a pacientes. Eso es algo que hasta ahora no dejo de preguntarme”, cuenta su hija, autora de tres libros de divulgación científica, 87 artículos científicos publicados en revistas arbitradas y 37 en no arbitradas, además de 270 trabajos presentados en congresos médicos nacionales e internacionales.

BIOMATERIALES.

Nacida en la Ciudad de México, del matrimonio de los arqueólogos Román Piña y Beatriz Barba, la Doctora María Cristina fue la mayor de tres hermanas, vivió su infancia y adolescencia en la Colonia Industrial, al norte de la capital del país.

Fue una familia muy especial, con dos padres arqueólogos, pero de mundos y maneras de ver la vida muy diferentes. Mi mamá nos ponía a aprender muchas cosas, como idiomas, además de que debíamos ayudar en las tareas de la casa, como lavar y cocinar. Ella quería que yo estudiara para maestra en la Escuela Normal para Maestros, pero mi sueño en ese entonces era ser astronauta. Por eso fui a la preparatoria y comencé a estudiar astronomía, aunque después de un año me gustó más la física aplicada. Así, entré a un grupo de estudio de cibernética con el Doctor Alejandro Medina, que nos hacía elaborar modelos de procesos de la naturaleza representándolos con circuitos eléctricos o con el flujo de agua en tinacos”, cuenta a este diario.

Cristina Piña Barba es una de las pioneras en el desarrollo de biomateriales y la física médica en México.

Cristina Piña Barba es una de las pioneras en el desarrollo de biomateriales y la física médica en México.

UNAM

Al concluir la carrera logró ingresar rápidamente al Instituto de Física de la UNAM. Era 1972 y en 1991, la Doctora Piña Barba cambió su adscripción como investigadora al Instituto de Investigaciones en Materiales de la misma Universidad. Ahí ha enfocado su atención a investigar y formar generaciones de investigadores orientados a obtener nuevos materiales de uso médico.

Mediante pequeñas estructuras porosas llamadas andamios moleculares, que se producen en laboratorio a partir de colágeno, hueso de bovino y biopolímeros, Piña Barba y su grupo han hecho experimentos y transferencia de tecnología para reparar o reemplazar hueso, vías urinarias, arterias y otros tejidos. Además, continúa con un enorme grupo de colaboradores los estudios para regeneración de tráquea, hígado y corazón, con andamios celulares y células madre, mesenquimales o diferenciadas de los propios pacientes.

Hasta ahora, elaboran hueso descelularizado y esponjas de colágeno para reparar hígado, vías biliares, vías urinarias, piel y para uso como andamios celulares. Actualmente, realizan pruebas en colaboración con los Institutos Nacionales de Rehabilitación y de Enfermedades Respiratorias a nivel celular.

Ser pionera significa hacer y luego nombrar

En 1980, la Doctora Cristina Piña Barba, junto con el Físico Guadalupe Bañuelos, impartió el primer curso de Física Médica en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Ella había observado la necesidad de esa materia por conversaciones que tenía con sus hermanas y cuñados médicos, en comidas familiares.

“En esas pláticas surgían preguntas como: ¿Por qué flota el parásito de la Cisticercosis? Aquí la respuesta tiene que ver con la densidad, pero al igual que esa pregunta salían muchas otras. Comenzamos a llamar a este campo física médica”, dice la profesora.

En 1991, empezamos el grupo de Biomateriales con el Doctor Gabriel Torres, para estudiar un material mexicano: Zinalco, patentado por él. Junto con médicos veterinarios encabezados por la Doctora. Norma Pérez, comenzamos a idear las pruebas como las íbamos entendiendo, tardamos 10 años en mostar todo lo que nosotros le pedíamos al material, aunque finalmente el Zinalco no cumplió los requisitos para ser biomaterial”, explicó.

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