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Cáncer y cambio climático

voces de la uam

Cáncer de piel.

Cáncer de piel.

El COVID-19 está de paso, no así otros problemas de salud que, si bien han sido desplazados temporalmente por la infección viral, seguro tomarán su lugar pronto. De acuerdo con el INEGI en su comunicado de prensa 480 del 29 de octubre del 2020, los tumores malignos representaban la tercera causa de muerte, ubicándose por debajo de las enfermedades del corazón y la diabetes. Para el 2021, las muertes por cáncer se ubicaron en el cuarto lugar, debido al COVID-19, que se ubicó en la segunda posición (comunicado de prensa 592). Si bien la diabetes y los problemas cardiacos siguen haciendo estragos, las terapias para estas patologías cada día esta más optimizada; no se puede decir lo mismo del cáncer.

Cada día se tiene más evidencia del impacto del cambio climático en la salud, a pesar de ello, poco se hace al respecto. Las acciones que se deben tomar en México han sido, en el mejor de los casos, tímidas. Los intereses políticos y económicos siguen marcando la agenda en salud pública.

El impacto que está teniendo el uso de combustibles fósiles, que es la principal causa del cambio climático, cada vez es más evidente. Esto viene con el aumento de enfermedades infecciosas transmitidas por vectores que se adaptan a los cambios de temperatura.

Viejas enfermedades en nuevos escenarios

La tuberculosis, especialmente la provocada por cepas multi-fármaco resistentes del Mycobacterium tuberculosis, pueden estar también adaptándose a las temperaturas más altas.

Poco se habla del cáncer. El cambio climático esta generando serios problemas que agravan la situación del cáncer en todo el mundo: elevando los factores de riesgo, complicando el acceso a la atención médica, incluyendo el desabasto de medicamentos. También eleva la presencia de carcinógenos por huracanes, incendios forestales o elevadas temperaturas que favorecen el desarrollo de microorganismos con potencial impacto en cáncer.

Citemos algunos ejemplos. Los incendios generan una gran cantidad de partículas altamente tóxicas, que no solo afectan la zona del problema, sino que, por su estabilidad, pueden viajar kilómetros para depositarse en zonas altamente pobladas o contaminar reservas acuíferas o campos de cultivo. Este fenómeno se observó, por ejemplo, en los incendios que afectaron a California en el 2018, donde la bahía de San Francisco, en ese momento, tenía la peor calidad de aire del planeta. En el momento de escribir este texto se tenía un serio incendio en Santiago, Nuevo León el cual lleva varias semanas fuera de control y con un avance preocupante hacia otras zonas del estado; el siniestro se agrava por las altas temperaturas que alcanzan los 45 grados Celsius, pero no se habla de la contaminación remanente detrás de este desastre. Los sistemas anticiclón o inversiones, (alta presión) incrementados por el cambo climático, inducen la concentración de partículas contaminantes.

Por otro lado, la elevación de la temperatura promedio esta generando la proliferación de ciertos hongos (Aspergillus flavus y A. parasiticus) que contaminan granos como el maíz o el cacahuate, produciendo micotoxinas como las aflatoxinas, carcinógenos potentes para el hígado. Esto último puede ser aún más crítico en países con alto consumo de maíz o sus subproductos, los cuales también son atacados por estos hongos. Un estudio reciente liderado por el Dr. Martín Lajous del Instituto Nacional de Salud Pública (Salud Pública de México, 64:1, enero-febrero del 2022) mostró una prevalencia del 85.5% de aflatoxina B1 en suero de mexicanos del sur del país, esto asociado además con mutaciones del gen que codifica para una de las principales proteínas supresoras de tumores, p53. El escenario se ve muy complicado en términos de cáncer de hígado y el cambio climático.

También los huracanes suelen complicar notablemente este problema, por ejemplo, las actividades en plantas químicas, refinerías u otras industrias suelen presentar afectaciones por estos meteoros, generando inundaciones que pueden derivar en fugas de sustancias potencialmente carcinogénicas, como las dioxinas, que tienen una vida media de 50 años. Unos ejemplos de ello fue el impacto del huracán categoría 4 “Ida” en agosto del 2021 que golpeó a varias refinerías americanas en el Golfo de México inundándolas y paralizando sus actividades; o el caso de la fuga de petróleo de la refinería Exxon Mobil en Estados Unidos causada por el huracán “Harvey” en el 2017. La naturaleza avisa. La inundación que se presentó en la todavía en construcción refinería de Paraíso, Tabasco provocada por el frente frio 21 en enero del presente año, es una advertencia. No se trata de cancelar este proyecto, pero sí de tomar previsiones.

Finalmente, algunos tipos de cáncer presentan un crecimiento acelerado en México. Recientemente, el 11 de abril en una nota del periodista de ciencia de La Crónica, Antimio Cruz, se mencionaba que el melanoma en México ha aumentado en un 500% en los últimos 30 años, particularmente una variante poco asociada a luz ultravioleta, el “melanoma acral lentiginoso”. Se debe estudiar los aspectos medioambientales que inducen un incremento alarmante de este cáncer. Aunado a esto, se tendría que estimar el estado del melanoma que sí tiene una asociación fuerte con la incidencia de luz ultravioleta solar.

El cáncer es una enfermedad muy compleja, multifactorial, influenciada fuertemente por defectos genéticos, la dieta, el medio ambiente entre otros factores. La investigación en cáncer en todos los frentes (epidemiológico, básico y clínico) debe ser obligada. Esto debería ser una prioridad para el CONACYT en el marco de los Programas Nacionales Estratégicos (Pronaces), estamos aún a tiempo. Las preguntas están ya sobre la mesa: ¿Cuál es el impacto del cambio climático en mexicanos? ¿Cuáles son las causas del incremento en ciertos tipos de cáncer en población mexicana? ¿Por qué los mexicanos no responden a terapias convencionales contra el cáncer? ¿Qué sustancias carcinogénicas se deben vigilar ante posibles fugas causadas por meteoros? ¿Cómo contrarrestar la fuga de sustancias tóxicas? Urge más investigación en cáncer. Insisto, aún estamos a tiempo.

*Profesor-Investigador del Departamento de Ciencias de la Salud, de la Unidad Iztapalapa de la UAM y miembro de las academias Mexicana de Ciencias y de la Nacional de Medicina de México