Academia

“Hay que ponerle un alto a Álvarez-Buylla, está fuera de control”

Eduardo Muñiz, es uno de los miembros de la Comunidad del CIDE que ha coordinado los esfuerzos de los estudiantes para contrarrestar los embates que han recibido de su dirección y de Conacyt

crisis en la política científica

Eduardo Muñiz es estudiante de maestría de Administración y Ciencias Políticas del CIDE.

Eduardo Muñiz es estudiante de maestría de Administración y Ciencias Políticas del CIDE.

Cortesía

Han pasado tres meses desde el recrudecimiento del cisma en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), con la designación de su actual director, José Romero Tellaeche, y su reciente ratificación tras cambiar los estatutos de la institución. Han sido semanas turgentes entre su comunidad, especialmente entre sus estudiantes, quienes han dignificado y legitimado la lucha contra la transgresión y autoritarismo de Conacyt de manera ejemplar, transparente y honesta.

Eduardo Muñiz es uno de los responsables que ha coordinado la respuesta estudiantil; la semana pasada fue diagnosticado con Covid, ahora está casi recuperado. No ha sido el único contagiado entre sus compañeros, precio que han tenido que pagar en este aprendizaje, una inigualable pedagogía política a la que los ha orillado la directora de Conacyt, Elena Álvarez-Buylla, y José Romero, refiere en entrevista. No ha sido fácil, pero el resultado valdrá la pena, advierte.

–¿Cómo ves el panorama a la distancia, y desde una perspectiva global, de lo que ha sucedido en el CIDE?

Ha sido una curva continua de aprendizaje. En el CIDE no había necesidad de un movimiento estudiantil, no había tal tradición; yo estudié la licenciatura en la UNAM, donde ésta es mucho más amplia y hay más organización, hay colectivos y hasta organigramas, digamos. Acá no hay tal, ni siquiera hay una representación estudiantil en los organismos colegiados de la institución, porque no hacía falta: somos una comunidad pequeña y si había alguna demanda estudiantil, sencillamente se expresaba y encontraba eco y respuesta en el órgano administrativo.

Recuerda que tras la salida de su ex director, Sergio López Ayllón, la comunidad no lo vio como un problema por sí mismo y muchos asumieron que era una situación difícil para el académico. “Asumimos que de eso se trataba este sexenio: dificultades administrativas”.

Sin embargo, el cisma en el CIDE involucró a los estudiantes y al resto de la comunidad cuando comenzó la interacción con Romero Tellaeche, a su arribo como director interino, y encendió las alertas las destituciones injustificadas de Alejandro Madrazo y Catherine Andrews. “La comunidad hizo lo de siempre, escribir un correo externando nuestras inquietudes y cuestionando por qué sus decisiones. Esperábamos una respuesta que rindiera cuentas en un sentido fácil, a través de una videollamada y nos contara lo que sucedía”.

El tiro por la culata

Eduardo Muñiz es estudiante de maestría de Administración y Ciencias Políticas del CIDE.
"Conacyt está forzando a que haya nueva generación de liderazgos que, esperemos, vengan a renovar la clase política que cada vez padece más descrédito y de la falta de confianza ciudadana”Eduardo Muñiz Trejo

Su respuesta fue no sólo llamarlos “esponjas que absorben todo lo que los profesores les dicen” y menospreciarlos, refiere Eduardo Muñiz, sino que él fue quien se hizo el ofendido.

“A continuación, los estudiantes se encontraron con un Conacyt que escaló el conflicto de manera innecesaria por algo que era fácil resolver y que además lo ha llevado a un nivel de ilegalidad –saltarse los estatutos, los reglamentos, mantener en la opacidad las actas– y mentir abiertamente. Es un estilo de política cínico que no habíamos visto en los niveles federales de este país. No es que estuviésemos mejor antes, pero ahora el cinismo es tremendo, donde ni siquiera hay un juego de apariencias”.

Eduardo Muñiz es uno de los alumnos que ha encabezado las marchas y manifestaciones convocadas por la Asamblea Permanente del CIDE, compuesta por profesores, trabajadores y alumnos.

Eduardo Muñiz es uno de los alumnos que ha encabezado las marchas y manifestaciones convocadas por la Asamblea Permanente del CIDE, compuesta por profesores, trabajadores y estudiantes.

Cortesía

El estudiante de la maestría de Administración y Políticas Públicas del CIDE apunta que conforme se ha desarrollado el conflicto, la comunidad estudiantil ha aprendido a reaccionar más allá de los cánones institucionales. “Siempre hemos apostado a los caminos formales, los oficios, cartas e incluso la legalidad de los tribunales –donde esperamos una respuesta aún–, pero también nos han obligado a salir a las calles. Nunca antes la comunidad cideíta había hecho esto por un conflicto institucional. Personalmente hemos marchado por muchas otras causas. Eso han sido estos meses, mucho aprendizaje”.

–¿Sienten alguna responsabilidad o peso por representar, como no se había logrado desde otros sectores, la oposición a la política de Conacyt?

–Hay un llamado coyuntural o situacional –no histórico, porque eso lo sabremos con el tiempo–, pero es claro que el sector está en crisis, que se encuentra bajo acoso por la forma en que lo ha gestionado Elena Álvarez-Buylla. Otros sectores que han padecido sus atropellos o no han resistido o no han tenido eco, pero siguen ahí, y ha sido el CIDE, para bien o para mal, el que ha respondido a ese llamado coyuntural: hay que ponerle un alto a esta funcionaria, que está fuera de control.

Agrega que nadie se opone a que haya cambios en el sector, puesto que los debe haber, pero deben ser apegados a derecho y sin pisotear la dignidad de las personas. “Genera algo de frustración encontrarse a veces contra todo el aparato institucional, que además es una institución que no sigue las leyes, se las brinca; pero también genera una satisfacción ciudadana, es decir, no sólo se trata del rechazo a un funcionario dentro del plantel que está haciendo mal las cosas, sino que se inscribe en un contexto más amplio y soltar la batuta es darle incentivos a que sigan haciéndolo. Al final, toda acción ciudadana es pedagogía política, tanto para los ciudadanos como para los tomadores de decisiones. Aunque el desgaste es alto, aquí seguimos y estamos en pie porque es un tema que crea antecedentes ante acciones que no deben de repetirse”.

–Después de ver lo que ha hecho Conacyt en este y otros casos, la legalidad parece no importar.

–Elena Álvarez-Buylla sigue en desacato judicial por el tema del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, le tocará a la FGR hacerlo conducente, en ese sentido, de pronto nos sorprende que, por tonterías, como el caso del CIDE, sean capaces de violentar la institucionalidad e incluso el sentido común. El tema con Romero era muy fácil de resolver, incluso él mismo lo habría hecho si nos hubiera dado una explicación razonable de su comportamiento.

“Pienso que este grupo al que pertenece Álvarez-Buylla, y que busca ganar espacios dentro del sector cultural y científico nacional, está apostando por verse como aquellos que ‘son capaces de cualquier cosa’ y venderse así rumbo al 2024. Porque hay que tenerlo claro, la popularidad del Presidente no es la de su partido y después del 2024 veremos una reconfiguración del oficialismo que puede o no ser favorable para la ciudadanía. Esta maquinaria que pretende venderle fortaleza a Álvarez-Buylla genera inquietud, por eso, desde diciembre, llamamos a la prudencia, a la no represión, incluso nos acercamos a Comisión Nacional de Derechos Humanos y a Amnistía Internacional. Hay críticos que nos llaman ‘exagerados’, pero ya vimos que por una tontería son capaces de elevar el conflicto hasta niveles cínicos.

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–¿Cómo fue la decisión de dejar las instalaciones del CIDE?

–Fue resultado de un debate amplio que tuvimos. Entre Navidad y Año Nuevo tuvimos 14 contagios porque el lugar es muy frío, las condiciones no son las mejores y obligó a quienes pernoctaron a hacerlo en el mismo salón, donde se contagió a otros compañeros. Eso disminuyó la moral, pero también representó un desafío emocional novedoso, puesto que nunca antes la comunidad había realizado algo así; para colegas de primeros semestres que ingresaron durante la pandemia y nunca habían estado en el plantel tanto tiempo, fue la primera vez que entraron a un salón, para dormir en él. Eso tiene connotaciones emocionales interesantes, al principio emocionantes, pero después desgastantes, sobre todo en esta temporada en la que normalmente estamos con la familia; muchos compañeros son foráneos, por ello, fue poca la disponibilidad de quienes podían estar. Cuando ingresó el Servicio de Protección Federal el ambiente se volvió más ríspido y, aunque no hubo ninguna confrontación, hubo mayor tensión. A ello, se sumó la llegada de la variante ómicron, por lo que decidimos que era muy difícil y arriesgado mantener la ocupación de las instalaciones. Después de varias horas de evaluación política se decidió hacerlo, puesto que de todas formas no se estaba obteniendo nada, el conflicto estaba pausado y quienes estaban invirtiendo recursos éramos nosotros. Al final estamos convencidos de que ni a Conacy ni a Romero les importa si perdemos clases o no, o si el plantel funciona o no, la prueba de ello es que ahora está cerrado. No dejan entrar al personal ni a los trabajadores abiertamente.

–¿Cómo ha sido el reinicio de clases y actividades académicas?

– El inicio del semestre es agridulce, pero ya queremos volver, vernos presencialmente y empezar a actuar de nuevo de manera más coordinada y fluida, para tratar con los compañeros de primeros semestres, muchos de los cuales apenas han conocido el plantel. Las participaciones en las asambleas han sido virtuales, las votaciones electrónicas, eso también generó una curva de aprendizaje que nadie tenía. La acción política virtual también ha sido un desafío.

Otro desafío ha sido encontrar mayor resonancia entre las comunidades estudiantiles de universidades grandes, como la UNAM o el IPN, acota, sin embargo, una vez que se reincorporen a las aulas emprenderán campañas y brigadas de información para explicar lo que ha sucedido en el CIDE.

Eduardo Muñiz señala que la comunidad estudiantil del CIDE no había participado en actos políticos referentes a su institución y que el ciber activismo ha sido un reto en medio de la pandemia.

Eduardo Muñiz señala que la comunidad estudiantil del CIDE no había participado en actos políticos referentes a su institución y que el ciber activismo ha sido un reto en medio de la pandemia.

Cortesía

El también politólogo de la UNAM enfatiza que no debemos perder de vista la imagen panorámica de lo que sucede en el país y que va más allá del CIDE. “Perdamos o no ante este acoso, lo que buscamos es mostrarles a otros integrantes del sector que no deben de bajar la guardia. Ahora lo han hecho en grupos pequeños, el CIDE es el primero de los más grandes que acosan, pero es una forma de operar que apunta hacia el 2023 cuando habrá cambio de rectoría en la UNAM, ahí hay que ser muy cuidadosos, porque se trata de una institución compleja y grande y la necesitamos autónoma y al servicio de la nación”.

Otro movimiento que no hay que perder de vista, añade, es la discusión y aprobación de la Ley General de Ciencia y Tecnología, epítome de toda la política científica en este sexenio: autoritaria y centralista. “Si el anteproyecto que se conoce se presenta como iniciativa habrá que tomar las calles, hacer una marcha grande, hacer foros, tomar los espacios mediáticos y llegar a los legisladores para que escuchen al sector. De llegar a ello, el CIDE estará ahí”.

En un artículo titulado “La fotografía revelada”, publicado en “Letras Libres”, Eduardo Muñiz expone, entre otras ideas, que el conflicto exacerbado por Álvarez-Buylla ha permitido que las clases en el CIDE ahora sean menos teóricas y más prácticas. El aprendizaje democrático lo están palpando desde la primera línea en tiempo real.

“Es llamativo que esta generación de gobernantes, muchos emanados de luchas estudiantiles, ya en su quehacer gubernamental obligan a que una nueva generación de jóvenes se involucre rápidamente en la política. Porque lo que han aprendido mis colegas estudiantes es una forma muy peculiar de hacer política y manifestarse. En mi experiencia en la UNAM nunca en un movimiento estudiantil metimos amparos, por ejemplo, porque no sabíamos hacerlo. Ahora nuestros compañeros de Derecho se auxilian de algún egresado para llevarlo a cabo; eso que aprendieron en las aulas lo están poniendo en práctica. Entonces estoy convencido de que los y las estudiantes de este movimiento terminarán, al cabo de algunos meses o años, haciendo política en otros entornos y activismo social en otros lugares. Esa es la parte positiva de todo esto y se la debemos agradecer a Conacyt, porque está forzando a que haya nueva generación de liderazgos que, esperemos, vengan a renovar la clase política que cada vez padece más descrédito y de la falta de confianza ciudadana”.

La comunidad del CIDE expuso por qué también ha sido agraviada por Elena Álvarez-Buylla y Conacyt.

La comunidad del CIDE en su manifestación a las afueras del Senado.

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“Álvarez-Buylla, la ciencia no es tuya”

Eduardo Muñiz Trejo refiere que la nueva etapa del movimiento de la comunidad del CIDE será tocar las puertas del Ejecutivo. “Hasta ahora hemos ido subiendo los peldaños del escalafón, desde la dirección del CIDE hasta Conacyt, –el lunes una comisión pidió formalmente la intervención de la Segob– y si no seguimos encontrando eco de éstos, iremos directamente con el Presidente, puesto que, después de todo es su responsabilidad lo que hacen los funcionarios públicos a su cargo y tiene que tomar cartas en el asunto. En el caso de Álvarez-Buylla, está haciendo lo que quiere, está gestionando la ciencia de este país como si fuera de su propiedad. Eso no puede ser”.

Es por ello que se requiere renovar la institucionalidad del país, enfatiza, y caminar hacia un país donde los políticos y funcionarios públicos cumplan su rol de servicio, y no al revés. “Por eso, es fundamental el lema que hemos adoptado: ‘Álvarez-Buylla, la ciencia no es tuya’, porque es una funcionaria pública, que opere como tal, que construya una institución al servicio de la nación”.