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Así llegó la ópera a la Nueva España
El surgimiento del género operístico se establece, convencionalmente, hacia el año 1600, cuando en el espléndido Palacio Pitti de Florencia se estrenó “Eurídice”. Como se sabe, la ópera se convirtió en emoción y pasión en Europa. Pasaron ciento once años antes de que el género resurgiera en estas tierras, nada menos que renacido de las manos y la sensibilidad de un novohispano.Bertha Hernández -
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El caleidoscopio estadunidense de Guillermo Prieto
Allá iba el buen Romancero, acarreando su montón de papeles, en los que iba anotando sus observaciones, a medida que se internaba, al lado de José María Iglesias, en territorio estadunidense. Acaso porque no tenía ganas de mucho pleito, acaso porque decidió que aquel viaje, dentro de lo accidentado, tenía que ser disfrutable, en aquellas crónicas, que publicó nada menos que en tres volúmenes, no estaba el origen político del asunto. Simplemente lo llamó “cajita de vidrios de colores”.Bertha Hernández -
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Escape hacia Estados Unidos: el gran viaje de Guillermo Prieto
Había salido huyendo de México, decidido a correr la misma suerte que su gran amigo, José María Iglesias. Para no variar, le había tocado ser ministro de hacienda de aquel “gobierno legalista”, compuesto por un puñado de amigos leales que intentaron enfrentarse en 1876 a Porfirio Díaz, y evitar que se quedara, a la fuerza, con la presidencia. La derrota los envió al otro lado de la frontera, donde solo encontraron novedades y asombros.Bertha Hernández -
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Crimen en la Ciudadela: así mataron a Gustavo A. Madero
Los oscuros sucesos de la Decena Trágica se han contado miles de veces, y aún así resultan fascinantes para los habitantes de la ciudad de México, a quienes les cuesta trabajo imaginar las mismas calles por las que hoy caminan, llenas de cadáveres, de caballos muertos y de casas destruidas a cañonazosBertha Hernández -
El pacto suicida de los hermanos Noriega: el oscuro prólogo de la Decena Trágica
La tragedia de los hermanos Noriega empezó a conocerse por los rumores, por los gendarmes un poco sueltos de la lengua, y, desde luego, por los reporteros que, no bien se enteraron, corrieron hasta la calle de Academia para averiguar cuanto fuera posibleBertha Hernández -
La furia ciega, el odio al otro: la matanza de chinos en Torreón
En Torreón vivían 600 chinos. Cuando por fin llegaron a la ciudad los grandes jefes de aquellas fuerzas, alcanzaron a frenar la masacre. El líder principal, Emilio Madero, ordenó contar a las víctimas: 249 chinos habían sido brutalmente asesinadosBertha Hernández -
Combate en Malpaso: los primeros muertos de la Revolución
El coronel Martín Luis Guzmán Rendón, otros 105 soldados muertos en combate y más de una veintena de adversarios comenzaban una lista que, en los siguientes diez años, no dejó de crecerBertha Hernández -
Destierro, esclavitud y represión en el Valle Nacional
En 1908, el periodista estadunidense John Kenneth Turner se resistía a dar por bueno lo que le habían contado los hermanos Flores Magón: ¿es que en México existía, en pleno siglo XX, la esclavitud?Bertha Hernández -
Drama en Catedral: un suicida en el Altar de los Reyes
aquella tragedia, ocurrida, nada menos que en el interior del templo más importante de la capital, resultaba incomprensible para quienes vivieron en aquel tiempo, y prefirieron colocar el suceso dentro del mundo oscuro y denso de la locuraBertha Hernández -
El torero, el seductor y la suicida
María Luisa Noeker pagó dos veces las consecuencias de las decisiones que la llevaron al suicidioBertha Hernández -
“Tu amor o la muerte”: la tragedia de la calle de La Amargura
Dos tiros retumbaron en la pequeña calle, de la cual se contaba que era una de las zonas en que, hacía siglos, se había librado la parte más sangrienta de la batalla final de Tenochtitlan.Bertha Hernández -
La miseria porfiriana y los pequeños delincuentes
A la creación de la Penitenciaría de Lecumberri, siguieron nuevos proyectos públicos que aspiraban, en un momento en que las élites mexicanas soñaban con el progreso, a modificar radicalmente la vida nacional.Bertha Hernández -
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El progreso porfiriano: abre sus puertas la Penitenciaría de Lecumberri
A nadie le cabía duda, al final del siglo XIX, que la cárcel de Belem de la ciudad de México era un sitio horrendo y saturadoBertha Hernández