Abraham González Pacheco (Estado de México, 1989), es curado por David Miranda en una intervención mural monumental y una selección de seis pinturas arqueológicas que evocan a la pintura al fresco, pero ejecutada experimentalmente sobre hormigón.
De este artista, Itzel Vargas en su Crónica del proyecto, Los Huecos del Agua, señala, “El artista cuestiona y reflexiona sobre la veracidad de la historia oficial y la intervención del Estado para influir en su conformación”; y Miranda alude a la modernidad que no sucedió ligada a la cultura mexicana de siempre estar iniciando algo y nunca acabarlo, así como al entendido en González Pacheco del surgimiento de “Nuevas Ruinas”, a partir de la acumulación urbana de estratos generacionales, tal y como lo es la tensión entre el México antiguo y la industrialización moderna.
A mi parecer, González Pacheco tiene una misión mucho más apremiante: Atestiguar como la desmaterialización más extrema del arte surge al rematerializarse como fenómeno estético, pero esta vez evidenciando el desgaste de su relación con la sociedad y su obsolescencia como tradición estética y cultural. Esta virtualidad, se fundamenta en Abraham en apelar a la desmaterialización del arte de Lucy Lippard y al concepto de entropía de Robert Smithson (1938-73), y a su vez dialogar con El Muralismo, la Escuela Mexicana de Pintura y la herencia del grabado mexicano y el Taller de la Gráfica Popular, así como la monumentalidad de Oliverio Martínez (1901-38) o Luis Ortiz Monasterio (1906-90) y artistas actuales como Jorge Satorre y Mariana Castillo Deball, Germán Venegas o Helio Montiel (1955-2022).
Ya no hay un contexto sociopolítico, artístico y generacional donde Abraham González Pacheco pueda hacer valerl arte nacionalista al que evoca en su obra; pero si hay una manera de constatar el espíritu de la época que le ha tocado vivir a este artista a partir de la confluencia entre la obsolescencia del arte nacionalista y la del propio arte contemporáneo.
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