Cultura

Felipe Leal: “Los arquitectos son los médicos que atienden urbes enfermas”

Nuestras ciudades se fragmentaron con las vías rápidas y ésas son cicatrices de la traza urbana, añade el miembro de El Colegio Nacional

entrevista

Se me ocurrió que todo Viaducto Piedad de la Ciudad de México, 8 kilómetros entre Chapultepec y el aeropuerto, lo llenaba de palmeras, era un palmar, un parque lineal, ¿cómo hacer de la ciudad algo fantástico y onírico?, cuenta Felipe Leal.

Se me ocurrió que todo Viaducto Piedad de la Ciudad de México, 8 kilómetros entre Chapultepec y el aeropuerto, lo llenaba de palmeras, era un palmar, un parque lineal, ¿cómo hacer de la ciudad algo fantástico y onírico?, cuenta Felipe Leal (der).

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Las ciudades se enferman cuando se les abandona, entristecen cuando no se usan y es por eso que los arquitectos son una especie de médicos cirujanos que recuperan los corazones, pulmones y arterias principales de las urbes. Así lo considera Felipe Leal (Ciudad de México, 1956), arquitecto que fue reconocido en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara con el premio ArpaFIL.

En entrevista con Crónica el autor de “Las azoteas como elemento de paisaje urbano” y “La arquitectura”, y el también miembro de El Colegio Nacional y del Seminario de Cultura Mexicana charla sobre su trabajo y el cruce con la literatura.

¿La literatura crea imaginarios en la arquitectura?

La literatura ha sido fuente de muchas construcciones en el imaginario, uno puede conocer edificaciones y ciudades sin visitarlas. La literatura nos ha detonado la imaginación para la construcción, simplemente con la Torre de Babel nos imaginamos un zigurat.

Son pensamientos abstractos, son imágenes, arquetipos o íconos representados a través de las palabras no materializadas. La ficción en la arquitectura existe, uno la crea en muchos espacios arquitectónicos con la vista, con la mirada, con la proyección.

¿Tiene proyectos propios del imaginario?

Tengo varios y no realizados que son fantásticos. Se me ocurrió que todo Viaducto Piedad de la Ciudad de México, 8 kilómetros entre Chapultepec y el aeropuerto, lo llenaba de palmeras, era un palmar, un parque lineal, ¿cómo hacer de la ciudad algo fantástico y onírico?

¿Qué libros le han creado imágenes de ciudades?

El escritor cubano Alejo Carpentier y su libro “La ciudad de las columnas” donde describe extraordinariamente cómo es la arquitectura habanera, cómo está llena de pórticos. También la obra de Ítalo Calvino, “Las ciudades invisibles”, que habla de esas construcciones imaginarias; o las narraciones de Artemio de Valle Arizpe sobre la antigua Ciudad de México.

Hablando de parques lineales, ¿por qué están de moda?

Nuestras ciudades, sobre todo la nuestra y las latinoamericanas, se fragmentaron con las vías rápidas y ésas son cicatrices de la traza urbana, quedaron porque el ferrocarril ya no pasaba por ahí, porque la vialidad cambió de recorrido, porque un arroyo se secó, ahí es donde se han hecho muchos parques lineales.

En vez de tener un parque rectangular o circular se han hecho estos parques que te van a permitir no darle la vuelta en círculo, pero sí recorrer uno o dos kilómetros de elementos vegetales. Es algo que se va a presentar más en nuestras ciudades porque están llenas de cicatrices.

Lo importante es que te garanticen seguridad, que estén bien arbolados, con digno alumbrado público y que te aseguren una instancia amable.

¿Algún ejemplo?

Hay uno emblemático en Nueva York, en Manhattan, donde pasaba una vía del tren elevada que quedó abandonada mucho tiempo y los vecinos pidieron hacer un parque lineal porque no tenían espacio para áreas verdes, ya todo está construido y es un éxito, ha reunido a la comunidad.

Al igual que los cirujanos, ¿los arquitectos revitalizan y sanan a las ciudades?

Las ciudades se enferman, las construcciones se enferman, las casas se enferman. La peor enfermedad es el no uso, el abandono. Cuando vemos un edificio abandonado, casi colapsado por el tiempo, el clima, la lluvia o los sismos, está insano.

Sí, los arquitectos sanamos, bueno, aunque algunos enferman más como los médicos que algunos se equivocan, somos humanos. Nuestro efecto sanador puede ser un parque lineal o recuperar una plaza, es una curación, pero hay curaciones menores como poner un curita y otras son de corazón abierto.

Por ejemplo, cuando me tocó rescatar parte de la Ciudad de México lo que hice -analógicamente- fue recuperar sus órganos vitales: su corazón y los pulmones. La Alameda y la Plaza de la República, y Madero que es una aorta. Sentí que estaba enferma la ciudad, se estaba abandonando, envejeciendo, se estaba deteriorando, estaba sucia, entonces le inyecté vitaminas y se hizo una renovación.

¿Qué ciudad la mira enferma?

Estoy haciendo un análisis del puerto de Veracruz que es tan importante en nuestra historia de México, cuatro veces heroico en diferentes episodios y con una cultura formidable. El centro está enfermo por diversas razones, se fue abandonado, fue creciendo la ciudad extendiéndose a otro municipio conjunto: Boca del Río.

Se ha ido la gente del centro, ha dejado de ser atractivo, no se le invirtió en mejorarlo, se dejaron abandonar muchos edificios porque la actividad recayó por políticas equivocadas y por restricciones absurdas de las burocracias, ¿quieres que te lo enaltezcan como edificio del siglo XVIII cuando ya no hay una vida de esa época? ¿Cómo activarlo?

Estoy haciendo un proyecto para darle vitaminas, renovarlo y darle una sacudida, recuperar la infraestructura del centro, recuperar las casonas que se están cayendo para que nuevos propietarios le encuentren un uso y, sobre todo, mejorar el espacio público y automáticamente lo demás llegará: habitantes, inversiones, actividades.