Escenario

La colombiana ‘Un varón’ reflexiona en Cannes sobre la masculinidad

COBERTURA. El cineasta colombiano Fabián Hernández llevó a la Quincena de Realizadores un filme inspirado en sus años de adolescencia

cine

Sus protagonistas debutan ante la cámara y el director los encontró en un concierto de rap.

Sus protagonistas debutan ante la cámara y el director los encontró en un concierto de rap.

EFE/ Quincena De Realizadores

La calle tiene ciertos códigos si uno no quiere que se lo “coman vivo”, expone el cineasta colombiano Fabián Hernández en su película Un varón, estrenada en la Quincena de Realizadores, sección paralela e independiente del Festival de Cannes.

En ella Carlos (Felipe Ramírez) es un chico que vive en un refugio de acogida y que entre la violencia propia de su entorno, más social que física, intenta descubrir su identidad al tiempo que se ajusta a la actitud y estética que se espera de él.

“La película sugiere que sí hay una idea de que para ser alguien distinguido socialmente tienes que tener unos comportamientos que te empujan a aplastar al otro, a tratar de opacarlo, pero no solo en el barrio, también en otros lugares, como universidades o instituciones”, dijo su director a EFE.

Hernández, de 37 años y nacido en Bogotá, acudió a Cannes con Un varón en 2020 cuanto esa cinta todavía estaba en proyecto, en el marco del taller de la Cinefundación, que facilita reunirse con potenciales coproductores y socios, y ahora vuelve con su ópera prima ya terminada.

“Tiene mucho de autobiográfico. Está basada en mis años de adolescencia y juventud. Todas esas calles en las que filmé (en el barrio de San Bernardo y otros) forman parte de los mismos recorridos que yo hice cuando era adolescente”, dijo.

Sus protagonistas debutan ante la cámara y él los encontró en un concierto de rap, en un grupo de break dance, con la voluntad de que se salieran también de la imagen de “chicos conflictivos o con problemas a los que están sometidos”.

“Quería escapar un poco de los estereotipos de barrio complicado por la problemática de la violencia, la droga, las armas, las pandillas. Quería hacer una propuesta que viniera de una razón más profunda de por qué se llega a estos comportamientos, y tiene que ver con el hecho de ser un macho, alguien aceptado”, apuntó el cineasta.

La violencia que refleja su largometraje no es tan explícita. “Habla de ausencia fraternal, familiar, amorosa, donde el abrazo falta, donde falta la palabra de aliento, y tiene que ver un poco con esa formación fría y ruda que empuja a ser un hombrecito, donde dar un abrazo a veces es muy extraño”.

Para Hernández, mientras el prestigio de alguien en esos contextos esté vinculado a tener armas o drogas seguirá perpetuándose.

Por ello reflexiona igualmente sobre esa falta de afecto y busca mostrar una Bogotá más allá de los clichés de narcotráfico que en su opinión otros cineastas han replicado a veces de forma pertinente y otra malintencionada.

Estar en Cannes con esta cinta, añadió, ha sido una sorpresa: “Nunca me imaginé que fuera a parar acá. Los productores sí tenían mucha fe”, concluyó Hernández.