Eduardo Antonio Parra se olvidó por un momento de la ficción contemporánea para investigar a uno de los personajes más queridos del País: el ex presidente Benito Juárez.
Por cinco años, el escritor nacido en León, Guanajuato, se sumergió en los archivos históricos para recrear a ese personaje, pero desde su lado humano, el de “carne y hueso”, cuenta el autor.
“Siempre hemos sabido lo que hizo Juárez, las decisiones que toma, pero no sabemos la angustia que le llevó llegar a ellas, todos los problemas que tuvo que enfrentar, todas las discusiones que tuvo con sus colaboradores, incluso con su familia, con su esposa, entonces es un Juárez que yo podría llamar de carne y hueso. Es la diferencia con otros libros que son de historia, esta es novela”.
Fue una investigación larga que requirió mucha introspección e imaginación; esa que no te dan los hechos, “porque los hechos ahí están; la imaginación estaba en cuáles eran sus pensamientos, cómo llegaba a tomar esas decisiones, cuáles eran las decisiones que tenía en su gabinete, los momentos álgidos en la historia de su País, cómo los sufrió de alguna manera es lo que implicó tratar de imaginar esa figura de Juárez humano”.
Parra quería desmitificar al hombre que murió en el poder y al que vendían “como una novela de Paulo Coelho, el indito que toca la flauta y de repente ya es presidente”. Fue así como la investigación fue llevando al autor por un largo camino donde Juárez tuvo muchos reveses; “tuvo que contar con el apoyo de mucha gente, incluso que no lo querían, pero que en ese momento decidieron que era la persona indicada para llevar las riendas del País y en un País racista como el nuestro; era un indio”.
“El rostro de piedra” (Editorial Era) también deja ver a un Juárez hasta romántico. Amaba a su mujer Margarita, pero durante el proceso de la obra Eduardo Antonio Parra también se encontró con que el ex presidente había conocido antes de su matrimonio a una indígena con la que tuvo otros hijos.
“De los personajes a mí lo que me choca y siempre me ha chocado es que son personajes de mármol. Por ejemplo, en el caso de Juárez yo recuerdo que al principio cuando empezaba a leer me encontraba libros que eran muy elogiosos todos y casi se pensaba que Juárez era un santo, entonces decía: no, hay que buscar más adentro, hay que buscar porque no pudo haber sido un santo, sino un verdadero hijo de la chingada para hacer lo que hizo. Y sí lo era, pero era lo que se necesitaba”.
Al término de su obra, Parra, también ensayista, terminó siendo un Juarista más, confiesa. “Y no lo era al principio”, precisa. “Mi idea no era hacer una apología o echarle porras, pero como muestro lo positivo y lo negativo creo que el balance es muy bueno, al final uno termina pensando que Benito Juárez era necesario para la historia de México en ese momento”.
FRASE:
“Una cosa es meterse un poco en su piel y meterse en sus zapatos, a ver qué es lo que uno tiene que imaginar, qué es lo que estaba pasando por su mente, qué es lo que pudo haber pasado, como tenemos afortunadamente los documentos históricos, tenemos los hechos, aquí la idea es pensar cómo era como ser humano”
lg
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