Cronomicón

Las vacaciones de Jesús y Buda o la delgada línea que separa la irreverencia de la blasfemia

Caricaturas irreverentes existen muchas. Y lo son porque sus guionistas, deliberadamente, trasgreden principios éticos o morales presentando contenidos que cuestionan o ridiculizan figuras, ideas o creencias respetadas o veneradas por la mayoría de la gente normal.

Aceptemos que hay un morboso placer, casi insano, en el ir contra corriente profanando con humor barato lo sagrado sin más intención que suscitar el escándalo de los creyentes.

Un truco fácil para causar oprobio es hacer mofa de algún personaje sagrado; claro que no sea Mahoma, dado el poco sentido del humor de los musulmanes; sino que les pregunten a los redactores de Charlie Hebdo que por andar dibujando desnudo al Profeta de Alá les llovió el plomo del desagravio yihadista.

En este tenor, Jesús carece actualmente de guerreros santos o cruzados que arrastren a las inquisitoriales hogueras a quienes blasfeman con su nombre y figura. En un capítulo de la popular caricatura, South Park, al Hijo de Dios le propina su némesis, el príncipe del Averno, una tremenda golpiza en una pelea de box. ¿Quién protestó por esta parodia de Jesús: quién o grito anatema…? En efecto, nadie.

De igual manera, en un episodio de la caricatura escrita por el irreverente y provocador Seth MacFarlane, Padre de Familia, presenta a Jesús como un oportunista y seductor… nuevamente, ningún radical cristiano incitó a tomar punitivas represalias contra la cadena televisiva, la Fox, que se atrevió a trasmitir tan blasfemo programa.

El Hijo de María enseñó en vida a poner la otra mejilla; y en este nuevo milenio los creyentes han acatado su enseñanza de tolerancia y perdón por convicción o por desgano.

Los japoneses, como bien se sabe, son todos unos expertos en materia de mezclar, o de hacer mixturas culturales y religiosas en sus animes (o caricaturas) y en sus mangas (o historietas); es un distintivo de su cultura de masas no respetar ningún culto o fe; en asuntos de religión, los nipones son bastante pragmáticos como lo deja ver la película Silencio, de Martin Scorsese.

En este país, el segundo después de China en número ateos, los televidentes, desde el 2013, se han divertido con un anime que recrea la ficticia amistad de las versiones juveniles y relajadas de Buda y de su amigo Jesús. A deferencia de South Park o de Padre de Familia, Las vacaciones de Jesús y Buda no es una animación que incurra en la fanfarrona anatema o en las trilladas blasfemias tan propias de ciertos escritores que gustan de hacerle propaganda intelectual a su descreimiento o ateísmo.

Empleando un humor a ratos sobradamente infantil, este anime no ensombrece los halos de santidad de Buda y Jesús; más bien, juega con ellos involucrándolos en situaciones cotidianas como el ir a cazar ofertas al supermercado o pasar una mañana de recreo en un parque de diversiones; esta animación más que trasgresora es tan irreverente y cursi como las virgencitas de Guadalupe de la Marca Destroyer.

Habrá que entender que el mercado, y sobre todo el mercado global, tiene esta propiedad desacralizante como si se tratara de un don de Midas invertido; profana todo lo que toca volviéndolo vendible o comercial. Si los de Buena Prensa ya sacaron su Jesús Manga, la historia completa, es de esperarse que a la vuelta de unos postmodernos años, animaciones como esta que nos presentan la interreligiosa y lúdica relación de Jesús y Buda ya no escandalicen a unos millennials ya convertidos en adultos.

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