Al abolir la esclavitud, todos aquellos españoles o criollos que se hacían llamar amos por sus esclavos tuvieron que liberarlos en un plazo no mayor de diez días después de la fecha referida; quedando en lo sucesivo prohibido el tráfico, la venta y la adquisición de seres humanos, al menos en los territorios dominados por las fuerzas insurgentes.
Otros decretos expedidos por el Padre de la Patria, durante los meses que permaneció en la capital de la Nueva Galicia, fueron la supresión de los tributos a pagar por los miembros de las castas inferiores, como los indios y mulatos, y él que daba por terminado los monopolios que obligaban a los novohispanos a comprar el papel membretado, el vino, el tabaco y la pólvora fabricados en España. El monopolio español que existía sobre estas mercancías restringió o gravó con altos impuestos su elaboración en tierras americanas; mediante esta disposición, Hidalgo le otorgó a la Nación las libertades económicas indispensables para su sano progreso material.
Para sostenimiento de la causa insurgente, Hidalgo estableció un impuesto del 2% sobre mercancías nacionales y del 3% a productos extranjeros, dejando sin vigencia el anterior del 6% para todos los productos en general.
La estancia de Hidalgo en Guadalajara se debió a una invitación que le hizo el también héroe de la independencia José Antonio Torres, más conocido como el “Amo Torres”. Tras conquistar la plaza, Torres prefirió dejarla bajo el mando de Hidalgo; quien después de fracasar en su intento de tomar la Capital, se enemistó con Allende y se dirigió junto con una escasa tropa a Valladolid, de donde partió con rumbo a Guadalajara.
Llaman la atención los lamentables hechos referidos por historiadores como Pérez Verdía y Lucas de Alamán, referentes a los españoles encarcelados y ejecutados por órdenes de Hidalgo durante los meses que éste gobernó la ciudad. Según Verdía, el número aproximado de españoles que salieron cada tercer día del edificio del Seminario y del Colegio de San Juan para ser degollados en el Cerro de San Martín y en Barranquitas de Belén fue de 300. Un buen número de ellos se salvó por sus influencias o por el pago de cuantiosos rescates. Estas ejecuciones hicieron que Allende pensara y buscara consejo sobre la posibilidad de envenenar a Hidalgo para detener estos derramamientos innecesarios de sangre. Hidalgo salió de Guadalajara el 14 de enero de 1811 a enfrentar a Félix María Calleja, brigadier realista que le propinó una derrota definitiva el 17 de enero de 1811.
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