Hay fechas marcadas en la conciencia colectiva; el 8 de diciembre de 1980 es una de ellas.
El asesinato de uno de los más importantes íconos del rock’n’roll: John Lennon, a manos de un triste alucinado y supuesto fan: Mark David Chapman.
En entregas previas les hemos compartido la historia musical de Lennon solo y lo sucedido en esa fatídica fecha. Hoy queremos profundizar en ese disco póstumo que nunca fue planeado para ser el último de este genio.
En 1975, Lennon se encontraba en una fase compleja: separado de Yoko y sumergido en el llamado: The Lost Weekend (el fin de semana perdido), en donde seguía produciendo discos, ninguno con gran éxito entre la crítica especializada, pero definitivamente y quizá de forma inevitable, todos grandes éxitos comerciales tanto en Reino Unido como en los Estados Unidos.
Ese año publicó su disco: Rock’N’Roll, y con esto cerró ese capítulo de alejamiento entre él y Yoko Ono; regresó con ella y ese mismo año nació su hijo Sean, por lo que John Lennon decidió dedicarse a la crianza de su hijo y pasar su tiempo: “horneando panes”, dicho por él mismo en diversas entrevistas. También aprovechó para retomar su relación con su primer hijo: Julian.
Cinco años pasaron hasta que John, a sus apenas 40 años de edad, decidió regresar al ruedo musical con su siguiente producción: Double Fantasy, que supuestamente se convertiría en 3 álbumes seguidos, publicados uno por año a partir de noviembre de 1980.
La inspiración para esta creación, le llegó a Lennon tras lograr uno de sus sueños: aprender a navegar, y después de realizar un viaje en barco a las Islas Bermudas, con una muy pequeña tripulación y su hijo Sean. Ahí conoció la orquídea de la especie: “Double Fantasy” y su imaginación voló al significado: dos personas que tienen la misma imagen mental simultáneamente… En su siguiente llamada a Yoko le compartió este descubrimiento y sus pensamientos; ahí decidieron el regreso de Lennon y convertir esta experiencia en un disco.
Comenzaron las grabaciones ese mismo verano de 1980 y fue publicado el 17 de noviembre del mismo año. Como todos los anteriores tras su publicación, pero antes de su muerte, la crítica especializada no le dio el visto bueno al álbum, por varias razones, la primera y más fuerte: la mitad del disco estaba formado por canciones cantadas, compuestas y escritas por Yoko Ono y la otra mitad por Lennon.
Entre las de Yoko, solo nos parece que: “Kiss, Kiss, Kiss”, es la que pudiera salvarse un poco; fuera de eso, y las estaciones de la radio de la época hicieron lo mismo, dejaremos de lado la aportación de Yoko, a pesar de su clara visión avant-garde de la música, y nos enfocaremos en la obra de un Lennon que en tan solo 7 canciones: “(Just Like) Starting Over”, “Cleanup Time”, “I’m Losing You”, “Beautiful Boy (Darling Boy)”, “Watching The Wheels”, “Woman” y “Dear Yoko”, nos relata su nueva realidad hogareña.
La primera canción comienza dándonos a conocer el profundo amor entre ellos, aunque por momentos se antoje volar solos, a su regreso se vuelven a enamorar y es como comenzar de nuevo; ya es momento de desplegar nuestras alas y volar, emprender un largo viaje y regresar solo para comenzar de nuevo.
La segunda nos narra la belleza de la vida tranquila que viven en su propia casa; los dioses están en el cielo, los ángeles nos tratan bien, el oráculo ha hablado, hemos creado el hechizo perfecto.
Continuará…
@jorgehhm
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