Cronomicón

Sociedad Fantásmica

III. La vuelta al mundo editorial y sus recompensas De autor a editor: La travesía de Carlos Eduardo Bustos (A partir de una entrevista en 2013)

Sociedad Fantásmica

Para poder llevar a cabo la distribución, Ediciones del plenilunio presentó su colección ante las librerías. «Lo primero que hice fue inscribirme en Hacienda como Persona Física en edición y autoedición de libros y revistas para poder dar factura […] para que las librerías no me pusieran ese pretexto». Cada ejemplar de Árbol de lunas se vendió a 3 pesos. Los demás títulos de la colección salieron a 5 pesos.

Aunque el proyecto procuró cubrir todos los requisitos y formas para ingresar al mercado hubo un inconveniente: «todos (los libreros) pusieron pretexto: el tamaño del libro. Decían que era muy pequeño y que esos libros se los robaban muy fácil y que ellos no podían responder. Dije: no importa, yo corro el riesgo. Pero que no sea motivo para que desaparezcan todos». La solución fue adaptar una estructura de acrílico en la que se podía exhibir dos ejemplares con el letrero de la editorial y el precio. Para los puestos de revistas se hizo una bolsa donde cabía el letrero, el precio y cuatro bolsillos para los ejemplares. «Continuamente mandaba a mi hermano a checar que estuvieran exhibidos los libros en los puestos y librerías».

Otro distribuidor fue Servicios bibliográficos que siempre les compraron en cada FIL sus ejemplares para distribuirlos en bibliotecas de Estados Unidos. «Distribuidor (a nivel nacional) nunca pudimos encontrar (en la FIL) por el problema del tamaño, no querían. Siempre tuve broncas con la distribución. Ellos querían el 50%; el 40% para la librería y el 10% para mí». Esta distribución de porcentajes implicaba incrementar el costo de los ejemplares a precios que no correspondían al valor real, por lo que no fue posible ingresar al mercado nacional por ese medio. En ese momento no se dio la relación para distribuir con librerías Gonvill.

Cada título de esta primera colección tuvo un tiraje de 500 ejemplares. «Era un formato barato y fácil de distribuir […] se acabaron rapidísimo, sobre todo el de (Luis) Abbadié, vendió lo que quiso. Otro que vendió mucho es el de (Ricardo) Sigala. […] yo veía que la poesía era muy difícil que se vendiera, me parecía que ya había mucha competencia, además el cuento es lo que más conozco». La distribución siempre fue en Guadalajara y las ventas eran por igual en puestos como en librerías «lo difícil era cobrar con los puestos. Se lo gastaban (el dinero) y había que dar hasta tres vueltas». En la librería que mejor vendió sus publicaciones fue Gandhi.

Los acuerdos de comisión con los distribuidores eran del 5% sobre el precio de cada libro vendido en los puestos de revistas y sus costos de publicación por cada título eran de 2,500.00 pesos aproximadamente. Sólo en Gandhi la comisión era del 10%. Las presentaciones se hacían en librerías, cafeterías y en instituciones culturales como la Alianza Francesa. Para su cuarto título La culpa es de la luna (ensayo) de Dulce María Zúñiga, el financiamiento «se pagaba casi con las ventas y un poquito que yo le ponía». Las regalías para los autores siempre se pagaron con ejemplares.

La colección Narraciones breves de tan solo cuatro títulos fue un comienzo exitoso para el proyecto, al grado de que tres títulos tuvieron una reimpresión, lo que redujo los costos y brindó más margen de ganancia permitiendo al proyecto iniciar una nueva colección con un formato más ambicioso en 1996: “La encrucijada”. El diseño fue una propuesta de José Luis Mosqueda ─director de arte de la editorial─ el cual contempló un sello distintivo para la colección, un tamaño más grande (12 x 20cm) e inserción de láminas impresas a color, conservando la portada en cartulina a color ilustrada con obra de artistas locales, el papel couché en interiores y la encuadernación en hot melt. En este formato solo se publicó un título con tiraje de mil ejemplares.

En 1997 el proyecto emprendió sus publicaciones con dos colecciones. La primera: El Olimpo de los coleópteros, retomó las narraciones breves e implicó un diseño con calidad y tamaño intermedio entre sus dos colecciones precedentes. Conservó la portada en cartulina a color ilustrada con obra de artistas locales, sus interiores en papel couché y la encuadernación en hot melt, pero con ilustraciones de viñetas en blanco y negro. El tamaño se redujo (11 x 17.5 cm) y la contraportada presentaba en dos columnas el índice y la nota crítica.

La segunda colección: El vientre de la ballena presentaba un tamaño similar (11 x 18.5 cm). Se trataba de cuentos experimentales. La portada siguió en cartulina a un solo color ilustrada con un recorte de obra de artistas locales o extractos de miniaturas o cartas del tarot. Lo que cambió fue la tipografía y en vez de viñetas aparecía ilustrada la letra capital de cada texto.

Fernando Toriz

* Fernando Toriz es gestor cultural

DATO

La “Sociedad Fantásmica” es un esfuerzo colectivo por rescatar la memoria del editor y escritor jalisciense Carlos E. Bustos (1968- 2016): Ganador, entre otros, del Premio Nacional de Novela “Jorge Ibargüengoitia”, Premio Nacional de Cuento Corto “Agustín Monsreal”, Premio Nacional de Literatura “Gilberto Owen” y el Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez.

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