Hace escasos meses, los misiles de Israel caían sobre la capital de Irán. Nuevamente, Teherán es noticia por razones más afables. Una recién construida estación de su metro lleva el nombre de Virgen María. Un bajorrelieve de la Madre de Jesús resalta en el pabellón donde los teheraníes esperan el tren.
El hecho parece casi milagroso. Una nación islámica como Irán, por ley coránica, mantiene ciertos índices de tolerancia hacia las religiones de tradición judeocristiana. Pero en la práctica, al igual que ocurre con otros credos —como el zoroastrismo—, el Estado teocrático chiita iraní impone restricciones y controles que rayan en la intolerancia y la persecución, de la cual no se salvan los cristianos.

Ser cristiano o practicar otra fe no está prohibido en Irán; sin embargo, es contrario a la ley hacer públicas las creencias y, menos aún, realizar proselitismo religioso. Está tipificado ante la justicia civil y religiosa como un acto de apostasía abandonar el islam para abrazar otra religión, como la fe católica. Con todo, casi en la clandestinidad o reducidos al culto doméstico, en el país de los ayatolás se estima una población cristiana de más de 800 mil creyentes.
¿Debiera sorprendernos este gesto de las autoridades iraníes? Algunos analistas sostienen que el régimen de los ayatolás pretende proyectar una imagen alejada de la realidad, de tolerancia religiosa y de apertura hacia otras creencias.
La atención mediática la tuvieron. El pasado 18 de octubre circularon en redes sociales fotografías de la Línea 6 del metro de Teherán, ubicada a unas cuadras de la Catedral Armenia de San Sarkis. Las imágenes mostraban frescos, relieves y cúpulas decorando la estación, alusivas a María, la cual —dicho sea de paso— también es venerada en la tradición islámica chiita.

Este es un dato que no podemos soslayar y que explica la aparente contradicción de encontrar una imagen de María en el metro de Teherán. Sí, una imagen de María. Este solo hecho sorprende no por lo representado, sino por la representación en sí. Entiéndase: más cargados al hebraísmo, los islámicos repudian las imágenes religiosas como una forma de expiación de su pasado idolátrico.
Mas en toda religión hay matices en la praxis y las creencias. Los iraníes de tradición persa no son tan reacios a las imágenes religiosas como los sunitas, por ejemplo, de Arabia Saudita. Y la figura de María no les es ajena ni indiferente, sobre todo a los chiitas de Irán. En el propio Corán, texto sagrado del islam, la única mujer mencionada por su nombre es precisamente María.
No es un dato menor que su nombre aparezca en dicho libro más veces que el de Jesús (Isa). Incluso hay un capítulo del Corán —la sura 19, Sura Maryam— que lleva su nombre y en el que se afirma su virginidad y cómo concibió a Jesús sin concurso humano. El Corán la describe como “elegida sobre todas las mujeres del mundo” (Corán 3:42), un título que resalta su santidad y su papel como modelo de fe y obediencia.
Irán sigue siendo un país donde se debe guardar discreción al profesar o practicar las creencias, máxime si estas difieren de la religión oficial del régimen; de no hacerlo, se puede terminar en prisión. Por ello resulta sorprendente —o no— que los iraníes hayan dedicado una estación de su metro a la Virgen María.

Hay que entender, desde los testimonios que nos ofrece la historia de México, que la Virgen María, como personaje e icono sagrado, ha servido, gracias a su universalidad religiosa, de mediadora entre pueblos y culturas disímbolos y enemistados. Tal es el caso de la Virgen de Zapopan, “la Pacificadora”, a cuya mediación se le atribuye la pacificación de los pueblos cazcanes levantados en armas contra los conquistadores en 1540, en la conocida como Guerra del Mixtón.
La Virgen de Guadalupe, como Madre de la Nación Mexicana, tendió un puente entre los pueblos mexicanos y el español. La Madre de Jesús, tan ponderada por el Corán y venerada por el cristianismo —en especial por la fe católica—, podría ser un símbolo de paz y reconciliación entre Oriente y Occidente, entre la civilización cristiana y la islámica.