En los archivos de la Biblioteca Pública de Jalisco "Juan José Arreola" se resguardan tesoros invaluables para la humanidad.
En este edificio espectacular ubicado sobre Periférico Norte son cuidadas celosamente por un equipo de profesionales de la restauración y conservación diversas piezas consideradas joyas, como la primera edición de “Las Revoluciones Celestes” de Nicolás Copérnico, el libro que desafió la idea de que la Tierra era el centro de universo, material prohibido, quemado y vetado por la Iglesia Católica.
“En el Archivo Histórico se tiene una primera edición de las ‘Revoluciones Celestes’ de Copérnico, es una primera edición de la que hace muchos años sólo se conocían cuatro ejemplares, el único que tenemos en América Latina es ese que tenemos en la Biblioteca, ahora se sabe que son 11, pero sigue siendo el único ejemplar en América Latina el que tenemos”, relata José Trinidad Padilla López, director de la Biblioteca Pública de Jalisco.
“No tengo idea cómo llegó, hace muchos muchos años debió de haber llegado, no sé si fue una donación o lo adquirieron en la época de Don José Cornejo Franco, a lo mejor estaba desde la fundación de la biblioteca, en la década de los 60 del siglo 19, no sé cómo llegó”, confiesa.
La Biblioteca Pública "Juan José Arreola" cuenta con dos edificios, uno de ellos es abierto a todo el público, consta de seis pisos y material diverso para consulta; el otro edificio es donde se conservan este tipo de material invaluable, se restringe el acceso y se requiere solicitud para poder revisar las piezas que se encuentran en él.
“Todo está resguardado. Hay posibilidad de conocerlo (…) la mayor parte del material que tenemos ahí es delicado, mucho de ese ni siquiera puede ser manipulado porque pudiera destruirse, pero está escaneado, digitalizado para ser consultado, aunque algunos historiadores piden verlo para poder citar que estuvieron frente a él para dar fe de que existe”, explica el director.
“Se hacen visitas guiadas en ese edificio para conocer lo que nosotros llamamos ‘El Tesoro’, es un salón climatizado porque se tiene que mantener con parámetros de temperatura y humedad, para que no se deterioren, todos están en forros, chalecos, pequeñas cajitas con papel especial que secan, impiden que entren hongos o bacterias. Sí se pueden visitar en grupos pequeños de máximo 10 personas para ver esos documentos”, añade Padilla López.
El libro de Copérnico no es el único material invaluable en la Biblioteca Pública del Estado, también tiene en su poder códices indígenas en diversas lenguas que fueron reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Memoria Histórica de la Humanidad, reconocimiento que el propio Trinidad Padilla buscó cuando fue rector general de la Universidad de Guadalajara en 2006 y se logró al poco tiempo de su salida.
En el Archivo Histórico se encuentra también resguardada el acta de fundación de la ciudad de San Antonio, Texas, un documento del que tampoco se tiene certeza de cómo llegó a esta Biblioteca, pero se sabe que Guadalajara fue la capital del Reino de la Nueva Galicia, y en este se concentraban todos estos documentos.
“Hay unas curiosidades como esta: toda la bitácora, memoria y acta de fundación de la ciudad de San Antonio Texas está en la Biblioteca Pública del Estado; antes de los 40 del siglo 19, todo aquel territorio era mexicano, muchos de los documentos y archivos bibliográficos que había en conventos en aquella zona y del norte de México, fueron resguardados en los Archivos de la Real Audiencia de la Nueva Galicia, todo eso se concentraba en la ciudad de Guadalajara, que era la capital del reino de Nueva Galicia”, refiere Trinidad Padilla.
“Que yo sepa no lo han reclamado; ahora, a despecho de eso, en San Antonio Texas o en Austin, tienen las bibliotecas con los mayores acervos de la riqueza documental de México”, agrega.
Esfuerzo presupuestal
Para mantener en buenas condiciones todo el material se requiere personal altamente especializado, equipo y un gasto elevado en el servicio de luz eléctrica, detalla Trinidad Padilla. La Biblioteca se mantiene de un subsidio que le entrega la Universidad de Guadalajara, pero no es todo, recibe aportaciones de privados, además de algunos gobiernos.
“Tenemos que mantener las 24 horas, los 365 días climatizados los espacios, con una luz muy tenue de led, la mayor parte del tiempo a oscuras, para evitar la foto descomposición, pero es una cantidad importante para mantener esos acervos. Tenemos una mapoteca, con mapas antiguos, mucho de ese material es susceptible de degradarse, lo que se tiene que invertir en esa área es para mantener lo mejor posible para que no se deteriore”, destaca Trinidad Padilla.
“La función del director es tocar puertas para ver si hay aportaciones por parte de la Universidad y particulares”, indica.
La Biblioteca es de los jaliscienses
La Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola” les pertenece a los jaliscienses, aunque existe una idea mal infundada de que, al ser administrada por la Universidad de Guadalajara, es para uso de los estudiantes de la Máxima Casa de Estudios de Jalisco, por ello, se invita a todas las personas a visitarla y conocerla.