
Tras la declaración que dio ayer el ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares Bueno, reconociendo el “dolor e injusticia” perpetrados contra los pueblos originarios durante la Conquista, queda claro que la mandataria de México, Claudia Sheinbaum Pardo, puede proclamarse como ganadora de una batalla simbólica que comenzara incluso antes de su gestión.
En su reciente libro Diario de una transición histórica, Sheinbaum relata cómo fue que le informó al entonces jefe que le hizo saber al entonces presidente Andrés Manuel López Obrador su determinación de no extender ninguna invitación al rey de España para acudir a su toma de posesión, esto a causa de las varias opiniones encontradas que había tenido con la monarquía española por la renuencia a otorgarle una disculpa pública a los pueblos originarios de nuestro país.
Dicha postura fue reafirmada por la Jefa del Ejecutivo en múltiples actos públicos, mañaneras y hasta en publicaciones, enfatizó la importancia de que España se disculpara con los pueblo mexicanos: “El perdón engrandece a los pueblos, no es humillante”, aseveró.
Hace cuatro meses, en el marco de la conmemoración de los siete siglos de fundación de México-Tenochtitlan, Sheinbaum exhortó a que se reflexionar en torno a las implicaciones detrás del concepto de justicia, en alusión directa a invasión española de hacía 500 años.“Los gobiernos que tienen el valor de pedir perdón por las atrocidades del pasado que marcaron su historia no se debilitan; se reconcilian consigo mismo y crecen con una libertad que solo otorga la verdad profunda”, expresó en la plancha del Zócalo.
A su vez, la presidenta de México retomó el tema en el prólogo de un libro que se hizo en función de la exposición “Mujeres del Maíz y del Cosmos: arte indígena de antes y de ahora”, la cual gira en torno a una serie de piezas arqueológicas y etnográficas, representativas de las mujeres indígenas.
“La Conquista no fue un encuentro entre iguales. Fue un proceso brutal, de violencia, imposición y despojo. Se intentó destruir no solo territorios, sino culturas enteras, saberes milenarios, lenguas, modos de vida. Las mujeres indígenas sufrieron especialmente ese embate, fueron silenciadas, desplazadas, violentadas. Sin embargo, resistieron”, subrayó la mandataria.
Es así que llegamos al gran significado que cobran las palabras del ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares Bueno, quien expresó en Madrid que “ha habido dolor, dolor e injusticia hacia los pueblos originarios a los que se dedica esta exposición. Hubo injusticia. Justo es reconocerlo hoy y justo es lamentarlo, porque esa es también parte de nuestra historia compartida y no podemos ni negarla, ni olvidarla”. Sin duda, un punto de inflexión con que se moldeará de aquí en adelante la percepción histórica de la Conquista española.