Altos índices de fallecimientos y parálisis institucional durante la pandemia provocaron un desplome en la oferta de médicos especialistas certificados en el país…

De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, la caída fue mayor a 15 mil: a principios de 2020 había en territorio nacional 150 mil 191 especialistas certificados, y hoy sólo se tienen registrados 135 mil 046.

Este factor, entre otros, ha sido usado por el gobierno federal para justificar la próxima contratación de especialistas cubanos.

Antes del COVID-19, la cifra era de 119 médicos con estas características por cada 100 mil habitantes; ahora, es de sólo 107, cuando organismos internacionales recomiendan al menos 230 por cada 100 mil. El rango sólo lo cumple la Ciudad de México (385 especialistas por cada 100 mil); el resto de las entidades se ubica muy por debajo de los parámetros marcados a nivel mundial.

“No se le ha dado mucha publicidad, pero muchos colegas fallecieron, sobre todo en el primer año y medio de la pandemia, por eso el gran déficit; además de que se dejó de certificar: quienes estaban egresando no se certificaron porque había trámites burocráticos suspendidos, tanto en los Consejos como en la Dirección General de Profesiones”, señala José Piña Monreal, especialista en ginecología y obstetricia, con más de 30 años de experiencia en el IMSS y en la Facultad de Medicina de la UNAM.

“Hubo una gran cantidad de decesos que lamentamos mucho, y a eso se debe la situación”, comenta Felipe Cruz Vega, secretario del Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas (Conacem), organismo auxiliar de la administración pública federal encargado de supervisar conocimientos, aptitudes y pericia de los especialistas.

-Se esfumaron más de 15 mil…

-Además de las muertes, hay muchos especialistas que están en ciudades pequeñas y no han logrado la certificación. No todos los colegas lo hacen, sobre todo en el interior del país.

En medio de la polémica, ha flotado el tema de la certificación: mientras la Conasem lo considera indispensable para garantizar la calidad y actualización de los especialistas y evitar la aparición de profesionales “patito”, algunos médicos lo describen como simple negocio.

Desde 2011 la Ley General de Salud obliga a los especialistas a certificarse ante sus Consejos para poder ejercer. El artículo 272 Bis especifica: “Para la realización de cualquier procedimiento médico quirúrgico de especialidad, los profesionales que lo ejerzan requieren certificado vigente de especialista que acredite capacidad y experiencia, expedido por el Consejo que corresponda”. Y el artículo 81 faculta al Conacem para vigilar el entrenamiento necesario para la certificación y recertificación, la cual se realiza cada cinco años.

En México, se tienen referenciados de manera oficial 47 Consejos de especialidades médicas.

Los costos de certificación y recertificación, conforme a los datos de cada Consejo consultados por Crónica, van de 3 mil y 14 mil pesos; el más caro es el del Consejo Mexicano de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva.

El Conacem, el cual no recibe presupuesto federal ni local, tuvo ingresos durante 2021 por 10.5 millones de pesos. Sólo el 7 por ciento de los recursos (alrededor de 800 mil pesos), se asegura, provienen de los procesos de certificación.

“La ventaja de la certificación es que se sabe que es un médico especialista, que ha presentado todos sus créditos, y que está actualizado, porque cada año salen nuevas cosas en medicina; también es un acto ético y un motivo de orgullo personal”, afirma Cruz Vega.

Pero hay opiniones desde otra óptica, como la del doctor Rodolfo Ondarza, con especialidad en neurocirugía por la UNAM y el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez.

“Los Consejos son organizaciones de la iniciativa privada, ¿qué tienen que hacer en la certificación de un médico? Se prestan a posiciones políticas. ¿Qué pasa si un médico no tiene dinero para certificarse? Porque no son baratos, y no hay homogeneidad ni en eso. Al final, todo lo paga el paciente. Quien debe examinarnos es la Universidad que nos dio el título, los hospitales donde trabajamos y los pacientes que atendemos. ¿Por qué no se certifican otras profesiones?”.

“Se dicen instancias académicas, pero sólo se dedican a organizar congresos y cobrar cuotas, jamás han impulsado iniciativas de ley en beneficio de la medicina, de los trabajadores de salud y menos de la gente. Cuando hay conflicto laboral o criminalización del acto médico, nunca salen a la defensa. Tampoco orientan a usuarios sobre medicamentos o prácticas. Son un abuso. Por muchas certificaciones que se tengan, si no hay calidad humana, principios éticos, morales y honestidad, no sirve de nada”.

Caso cubanos.

-¿Los cubanos tendrán que pasar por el aval de la SEP y certificación de Consejos? -se le pregunta a Cruz, secretario del Conacem.

-Sí, es lo que ha ocurrido históricamente con médicos que vienen de otro país para ejercer aquí; y sería lo mismo en el caso de los médicos mexicanos que se van a otro país. A México vienen a trabajar muchos médicos de otros países: Francia es uno de los más fuertes en eso, y todos deben pasar por todo el proceso.

-¿No es por dedazo?

-No, primero tienen que presentarse con la SEP. La institución de educación superior donde se formaron les expidió títulos y credenciales, y deben revalidarlas ante nuestras autoridades de educación y son ellas las que dan su aval para ejercer. Después, para certificarse, deben acercarse a los Consejos o al Comité.

-¿Cuánto tarda el procedimiento?

-Con la SEP se llevan algunas semanas, y ya dependiendo del área de especialidad, casi todos los Consejos hacen exámenes una o dos veces al año.

-¿Qué pasa si ahora se omite el procedimiento por decreto presidencial?

-No debería, en todos los años que llevo como médico, no he visto jamás un caso de este tipo y espero que no suceda…