Nacional

La industria minera debe garantizar las medidas de seguridad y dignidad de sus trabajadores

La jerarquía católica, recuerda Pasta de Conchos.

Tareas de rescate de los 10 mineros atrapados en la mina de carbón Las Conchas

La Iglesia Católica del país resaltó que nos hemos acostumbrado a no exigir el nombre y dignidad de quienes trabajan en las minas en el país y en otros oficios.

La Iglesia Católica de nuestro país recordó que la tragedia de El Pinabete, en Sabinas, Coahuila, donde 10 mineros llevan más de una semana atrapados, no es la primera y refirió que también están las desgracias registradas en Pasta de Conchos, cuyas familias formaron una organización que ahora está levantando la voz por los trabajadores de Sabinas.

Lee también

“Nos hemos acostumbrado a no exigir el nombre y la dignidad de aquellos hermanos que trabajan en las minas y en otros oficios a los que no solemos mirar”, reprobó en la editorial “Los Olvidados de siempre”, publicado en el Semanario Desde la Fe.

Lee también

Mineros abandonados

Francisco Báez Rodríguez
Fotografía tomada con un drone que muestra la zona donde se encuentran 10 mineros atrapados

En dicha publicación, la jerarquía católica del país sostuvo que "la inundación en este pozo se nos convierte en un reclamo de Dios para que rescatemos del olvido a tantos hermanos y hermanas nuestros en igual peligro. Nos pide reconocer a los Lázaros de nuestra puerta y saberles dar nombre, espacio en el corazón y reconocimiento en nuestras decisiones y legislaciones".

Los familiares de los mineros de El Pinabete han declarado que los trabajadores no estaban dados de alta en una nómina, no tenían seguro social ni acceso a vivienda y lo único que recibían cada sábado era un sobre con el dinero que lograron durante una semana, el cual podía ir desde los dos mil pesos.

A la par, también han surgido dudas sobre la propia mina. El pozo se convirtió en una bomba de tiempo, alrededor todo era un gran depósito de agua que amenazaba con entrar a su área de trabajo en cualquier momento. Y de acuerdo con los familiares, los propios mineros lo alertaron.

La desgracia que viven hoy los mineros de El Pinabete y sus familiares es equiparable a la parábola que señala que “un rico banqueteaba y Lázaro recogía las migajas frente a su puerta”. En este relato que Jesús contó, hoy sigue resonando con mayor fuerza. En ella, no es el rico el que disfruta de un nombre y reconocimiento, sino el pobre, el abandonado, Lázaro, señalando con esto que es Dios mismo quien le reconoce y lo coloca en el lugar de sus hijos, merecedor de una vida de dignidad y gozo.

Hoy, otros Lázaros están muriendo también, ahora en el fondo de un pozo de carbón. Y el olvido se traduce en no levantar la voz contra una industria minera que debe garantizar las medidas de seguridad y dignidad necesarias para que puedan desarrollar sus actividades.

“Como Iglesia, estamos llamados a seguir los pasos del Señor, que no dejó anónimo y olvidado a Lázaro en su muerte y buscó darle, aun en la radical impotencia de la muerte, la dignidad y el gozo que antes se le negó. Hoy también el sufrimiento de los mineros del carbón y de muchos a quienes no volteamos a ver también nos pide una respuesta”, se destacó.