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Inician las clases presenciales en la era COVID, un texto de Gerardo Gamba

"Tengo un año y medio dando clases por internet y puedo decir que la comunicación con los alumnos es muy limitada. Y eso que mis alumnos son adultos"

Inician las clases presenciales en la era COVID, un texto de Gerardo Gamba

Inician las clases presenciales en la era COVID, un texto de Gerardo Gamba

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La duda sobre llevar o no a los niños al colegio asalta a muchos padres de familia, por lo que en este editorial escribo al respecto y lo hago, con la aclaración por delante, de que mis hijos ya son adultos. No tengo niños en casa que llevar a la escuela.

Los argumentos a favor de que los niños y jóvenes asistan a clases presenciales tienen que ver con el rezago social y educativo. Me parece que los niños son el sector de la población que más ha sido afectado psicológicamente por la pandemia. De por sí los niños viven en un aislamiento que a nosotros no nos tocó. En mi niñez la mayoría teníamos varios hermanos y pasábamos largas horas en la calle conviviendo con los amigos de la colonia. Vivíamos rodeados de niños y estaba prohibido entrar en el mundo de los adultos. Hoy en día muchos son hijos únicos o con suerte tienen un hermano o una hermana. No salen a la calle. Ya no existen los amigos de la colonia. En casa los niños viven entre adultos y su mejor amigo es la tableta electrónica. A esto hay que agregar que muchos viven en hogares en los que existe algún grado de disfuncionalidad y violencia intrafamiliar que se ha incrementado durante la pandemia.

Urge que los niños convivan entre ellos. A mi parecer, lo más importante de que los niños vayan a la escuela es la interacción social con otros niños. Con las personas de su tamaño. Debe ser horrible vivir todo el tiempo entre gente a la que le llegas a la cintura. A esto, hay que agregarle el rezago educativo, que de por sí en nuestro país es considerable. Tengo un año y medio dando clases por internet y puedo decir que la comunicación con los alumnos es muy limitada. Y eso que mis alumnos son adultos.

El argumento en contra es el riesgo de que los niños se contagien de COVID. Mientras más pequeños, menos probable es que respeten la sana distancia y mantengan puesto un cubre boca. Sin embargo, también menos probable es que se contagien de COVID y que desarrollen un cuadro grave. Entiendo que los padres de familia estén preocupados, pero vale la pena ver los números en conjunto para estimar el riesgo. Según la Asociación Americana de Pediatría, en Estados Unidos, en donde en la mayoría de los Estados han existido clases presenciales desde el ciclo escolar pasado, el total de casos reportados de COVID, al 19 de agosto de 2021 es de 31,506,988, de los cuales, el 14.6% han sido menores de 18 años (4,593,721). Los diferentes Estados reportan que de los casos de COVID en niños requieren hospitalización entre 0.2 y el 1.9% y la mortalidad es de 0 a 0.03%, con siete Estados que reportan 0 mortalidad. El riego, con estos números, se percibe bajo. Por otro lado, el segundo problema es que los niños que se contagien pueden llevar el virus a sus padres y familiares. Al menos en la ciudad de México, este ya debería de ser un problema menor, dado que la mayoría de quienes tienen hijos en edad escolar ya deben estar vacunados.

Es por supuesto decisión de los padres y madres de familia que hacer en cada caso y esta debe respetarse por las escuelas. El problema podría haber sido un poco menor si al menos ya tuviéramos activo un programa de vacunación para los mayores de 12 años.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM