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La carrera por la vacuna, una pelea peligrosa por ser el primero en colgarse la medalla

Paradoja: Después de ocho meses de pandemia, un millón de muertos y la economía destrozada por un confinamiento que fracasó en la mayoría de países, la humanidad tiene su esperanza puesta en una vacuna. No ha salido aún y ya hay países que se cuelgan medallas. La pregunta de millón es: ¿Cuándo podremos vacunarnos sin temor?

La carrera por la vacuna, una pelea peligrosa por ser el primero en colgarse la medalla

La carrera por la vacuna, una pelea peligrosa por ser el primero en colgarse la medalla

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

A poco más de seis semanas para las elecciones presidenciales en Estados Unidos, cada vez parece más claro que el presidente Donald Trump incumplirá otra de sus tantas promesas: la de que los estadunidenses podrán empezar a vacunarse antes de que abran las urnas, el 3 de noviembre.

Alarmados por la noticia de que dos voluntarios europeos de la vacuna experimental de Astrazeneca habían contraído la misma enfermedad medular —mielitis transversa— poco después de ser inoculados, los senadores del Comité de Salud del Congreso llamaron al director de la Agencia de Alimentos y Medicinas (la poderosa Food and Drug Administration, FDA), Stephen Hahn, para preguntar si autorizará “una vacuna que no nos sentiríamos cómodos dándolas a nuestras familias”.

La respuesta fue contundente y pareció llevar un mensaje implícito al presidente Trump: “La FDA no autorizará ni aprobará ninguna vacuna de COVID-19 antes de que haya cumplido con las rigurosas expectativas de seguridad y eficacia de la agencia. La decisión la tomará el personal profesional de la FDA, a través de nuestra revisión de procesos y la ciencia guiará nuestras decisiones. La FDA no permitirá ninguna presión de nadie para cambiar eso”.

La reacción de Trump no se hizo esperar: “Cualquier directriz de la FDA tiene que ser aprobada por la Casa Blanca”.

Está por verse quién gana esta particular batalla: La ciencia o la ambición de un mandatario al que sólo le interesa la reelección. ¿Tendría Estados Unidos hoy en día 200 mil muertos, si el presidente hubiese sido el primer en ponerse el cubrebocas y en confinar el país para romper la cadena de contagios?

El mundo no puede esperar
En lo que tiene razón Trump y empieza a darle la razón la comunidad científica, es en que el mundo no se puede volver a confinar durante otro medio año con la misma dureza que en la primera ola de la pandemia, porque la economía no lo resistiría y el remedio podría ser peor que la enfermedad, con hambrunas, violencia, países en bancarrota y millones de personas con otras enfermedades graves sin poder tratarse.

El mundo no puede permitirse esperar cinco o diez años para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las diferentes agencias reguladoras den el visto bueno a una vacuna. Por eso, los países deben donar el dinero y eliminar burocracia para ayudar a los laboratorios a reducir ese tiempo y confiar en que haya pronto una o varias vacunas que se puedan distribuir masivamente. Pero lo que no se puede hacer es acortar tanto el tiempo que se apruebe una sin haber culminado la fase III, la de vacunación masiva.

Ruleta rusa
El 11 de agosto, Rusia anunciaba al mundo que había aprobado la primera vacuna contra COVID-19 en el mundo y la llamó Sputnik V. El nombre lo dice todo: así se llamó el primer satélite soviético en su particular carrera espacial contra EU durante la Guerra Fría. El mensaje de Putin estaba claro: la carrera por la vacuna contra el coronavirus está politizada y Rusia se anota un tanto. Pero obvió un detalle: la vacuna no había concluido la fase III, aunque pasó con éxito la fase II.

De inmediato, la OMS reaccionó advirtiendo de la temeridad de un gobierno, si vacuna masivamente a su población —o a la de otros países—, sin antes haber aprobado la fase III. El director de los Institutos Nacionales de Salud de EU, Francis Collins, lo explicó muy gráficamente: “Aprobar la vacuna Sputnik V antes de tiempo es jugar a la ruleta rusa”.

México pone las barbas a remojar
La mejor apuesta, en cualquier caso, es aprovechar este tiempo de espera para asegurarse de recibir la vacuna con rapidez, una vez que haya pasado todas las pruebas. Por eso es buena noticia que México ingresara ayer oficialmente en Covax, la plataforma de la OMS que agrupa a 156 naciones que han unido fuerzas para garantizar el acceso universal a la vacuna.

“El día de hoy quedaremos ya integrados formalmente y con eso México tiene garantizado el acceso a la vacuna porque, como ustedes saben, Covax tiene en este momento en cartera 18 vacunas en fase III o cerca de la fase III”, afirmó el canciller Marcelo Ebrard.

Cómo va la carrera
De acuerdo con el Rastreador del New York Times, se están probando en el mundo 40 vacunas en ensayos clínicos en humanos. De estas, ocho se encuentran en la Fase III.
La última en sumarse, el martes pasado, es la que elabora la farmacéutica Jassen (de Johnson & Johnson), con 44 mil voluntarios en varios países, entre ellos México. Se une así a la de los laboratorios estadunidenses Moderna y Pfizer; Astrazeneca (Reino Unido); las chinas Sinovac y Cansino; la alemana Curevac; y finalmente Sputnik V, que tras las críticas, empezó los ensayos masivos en voluntarios hace tres semanas.

De momento,ninguna compañía ha completado la Fase III por lo que difícilmente podrán comercializar una vacuna segura este año. Ni siquiera la OMS se atreve a dar una fecha, aunque espera que, con su programa COVAX, al que espera que se sume EU y China, haya dos mil millones de dosis de una o varias vacunas a mediados o finales de 2021. Como dice el director de la OMS, Tedros Adhanon Gebreyesus, “o nos hundimos todos o nadamos juntos”.

fransink@outlook.com