Opinión

¿Y si AMLO pierde el revocatorio de 2022?

¿Y si AMLO pierde el revocatorio de 2022?

¿Y si AMLO pierde el revocatorio de 2022?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Una de las estrategias del populismo es recurrir a lo que se llama la democracia directa, y dejar en un segundo plano, a la democracia liberal, o sea, la democracia representativa por medio de la cual elegimos a nuestros representantes en la Cámara de Diputados, en la Cámara de Senadores, en los Congresos estatales y en la alcaldías o municipios.

Los mecanismos propios de la democracia directa son el referéndum, la consulta popular, el plebiscito y la revocación de mandato. El domingo 1° de agosto se llevará a cabo, precisamente, una consulta popular cuya redacción es un verdadero y propio galimatías pero que, a final de cuentas, tiene el objetivo de juzgar a los expresidentes. Una jugada política que se encuentra dentro del “combate contra la corrupción” enarbolado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

No se ve cómo vaya a prosperar esta iniciativa porque para ello se necesita que haya una participación superior al 40 por ciento del padrón electoral. La verdad, eso no importa tanto. Lo relevante es mantener “el poder de agenda”, dictar las prioridades de lo que se debe discutir en la opinión pública, así como se lanzó la lista de “presidenciables”. Y allí va todo mundo a comerse ese distractor.

La siguiente estación en el ejercicio de la democracia directa es el referéndum revocatorio que tendrá lugar el año próximo.

El propio AMLO insistió, durante su campaña presidencial, en que, a mitad de su sexenio, pondría a escrutinio si el pueblo deseaba o no que continuara en el cargo de Jefe del Poder Ejecutivo Federal. Seguro de su carisma y del respaldo de sus adherentes el tabasqueño se va a presentar al “revocatorio”; pero ya se dio cuenta—tomando en consideración los resultados de las elecciones del 6 de junio—que las cosas no están tan fáciles. Puede perder.

Además, hay que tomar en cuenta que, si ese fuese el caso, no operaría el artículo 84 constitucional que a la letra dice: “En caso de falta absoluta del Presidente de la República, en tanto el Congreso nombra al presidente interino o sustituto, lo que deberá ocurrir en un término no mayor a sesenta días, el Secretario de Gobernación asumirá provisionalmente la titularidad del Poder Ejecutivo.”

Los cambios constitucionales aprobados en el Senado de la República durante la primera quincena de octubre de 2019, establecieron un esquema diferente de sustitución en vista de que la revocación de mandato no supone “una falta absoluta del Presidente de la República”, sino más bien de una destitución.

El INE deberá encargarse de todo el procedimiento.

En la eventualidad de que López Obrador pierda el referéndum revocatorio, el Presidente de la Cámara de Diputados asumirá el cargo de manera provisional. Dentro de los 30 días siguientes, el Congreso de la Unión expedirá, dentro de los diez días siguientes, la elección de Presidente de la República que deberá concluir el periodo respectivo, debiendo mediar entre la fecha en que se expidió la convocatoria y la que se señale para la realización de la jornada electoral, un plazo no menor de siete meses ni mayor de nueve. El así electo iniciará su encargo y rendirá protesta ante el Congreso siete días después de concluido el proceso electoral.

Dicho en pocas palabras: si Andrés Manuel López Obrador pierde el referéndum revocatorio en 2022, podríamos tener elecciones presidenciales adelantadas.

Pocos se han percatado de esta eventualidad. Nadie, que yo sepa, han tomado medidas para preparar alguna alternativa. No desconozco que la organización civil “Sí por México” hizo un llamado al PAN, PRI y PRD para empezar a construir el camino con el propósito de tener un abanderado único de la oposición para 2024. Esa agrupación organizó un recuento de las elecciones del 6 de junio de 2021, el 9 de julio. Allí se concluyó que la oposición debe ir unida a la contienda presidencial (Excelsior, 18/07/2021, p. 2).

No olvidemos que “Sí por México”, en octubre de 2020, ayudó a consolidar la alianza “Va por México” entre el PAN, PRI y PRD que otorgó un mayor número de diputados a esos institutos políticos en las pasadas elecciones; gracias a ello, Morena y sus aliados ya no tendrán la mayoría absoluta, necesaria para hacer cambios constitucionales. En consecuencia, habrá un mayor equilibrio de poderes.

El reto, ahora, es que “Sí por México” y la coalición “Va por México” deben tomar en cuenta la eventualidad de que López Obrador pierda en referéndum revocatorio y tengamos elecciones presidenciales adelantadas. Por consiguiente, deben acelerar la selección de un abanderado o una abanderada común.

En esta carrera contra el tiempo es urgente reconstituir a la izquierda democrática mexicana. El asunto resulta más apremiante en la medida en que López Obrador y Morena se han apropiado, indebidamente, del concepto “izquierda” como si sólo les perteneciese a ellos. Y eso no es así. Es más, es completamente falso que el tabasqueño y su partido sean de izquierda; más bien son populistas de derecha identificados con Donald Trump y Vladimir Putin. Sin embargo, hay millones de gentes que les creen.

Necesitamos una izquierda socialdemócrata al estilo de la que existe en Europa y Canadá. Que combine la eficiencia económica con la responsabilidad social en el marco de un Estado democrático de derecho.

La vía de la renovación de la socialdemocracia, como lo adelantó Norberto Bobbio, es el socialismo liberal, que ya se practica en varios países desarrollados.

Mail: jfsantillan@tec.mx