El 19 de septiembre es una fecha que está grabada de manera profunda y definitiva en la memoria colectiva de la Nación mexicana. Los sismos ocurridos en esa fecha, en los años de 1985 y en 2017, causantes ambos de severos daños a la infraestructura de la Ciudad de México y Estados vecinos como Morelos y Puebla, además de provocar la muerte de cientos de personas y grandes pérdidas económicas, han revelado una gran lección histórica en la cual la solidaridad, fraternidad y el apoyo incondicional, han sido valores sustanciales que han permitido aminorar el sufrimiento social y resolver más rápidamente las catástrofes naturales vividas.

Las estadísticas de ambos acontecimientos son bastantes reveladoras: en el sismo de 1985, aquellos que aún dormían a las 7:19:47 de la mañana en la Ciudad de México, despertaron con un terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter que duró 120 segundos. Prontamente se vieron dañados edificios emblemáticos de la capital del país, como el Centro Médico Nacional, el edificio Nuevo León de la Unidad Nonoalco-Tlatelolco, tres edificios del Multifamiliar Juárez, el Hotel del Prado y Televisa Chapultepec.

Respecto al número de víctimas, los datos son inciertos. El 20 de septiembre, la Secretaría de la Defensa Nacional afirmó que había 2,000 muertos. Ese mismo día, el Instituto Mexicano del Seguro Social señalaba entre 3,000 y 6,000 víctimas. La agencia AFP refirió entre 10,000 y 30,000 muertos.

Por su parte, el 19 de septiembre de 2017, los habitantes de la Ciudad de México nos despertamos recordando y haciendo simulacros en referencia al terremoto de 1985, llegando las 13:14:40, la capital volvió a sentir un sismo de 7.1 de magnitud, el cual generó una afectación en 180,731 construcciones en ocho estados: de ellas, 28% tenían un daño total (Instituto Belisario Domínguez-Senado de la República, 2017). Sobre los fallecidos en la Ciudad de México, se puede saber que 200 eran adultos y 28 niños; 138 (61%) eran mujeres y 90 (39%) hombres.

En tal contexto, resulta importante y necesario el reconsiderar el significado que desde hace treinta y cuatro años se ha otorgado al día 19 de septiembre, puesto que si bien es cierto que esa fecha es un referente histórico de duelo y luto colectivo, es de suma importancia asentar de forma legal el izamiento de la bandera nacional a media asta en esta fecha, como un homenaje a todos los que perdieron la vida y los hechos heroicos que se dieron por parte de la sociedad civil y de las autoridades correspondientes.

*Vicecoordinadora de la bancada del PVEM y Presidenta de la Comisión de Medio Ambiente del Congreso capitalino