Cultura

A México llegué a aprender, dice el artista Vicente Rojo

Entrevista. El pintor y escultor habla del exilio español mediante su próxima exposición Francisco Rojo Lluch en el vapor Ipanema, en la cual hace un relato gráfico de la travesía de su padre desde Burdeos hasta Veracruz en el año de 1939

Entrevista. El pintor y escultor habla del exilio español mediante su próxima exposición Francisco Rojo Lluch en el vapor Ipanema, en la cual hace un relato gráfico de la travesía de su padre desde Burdeos hasta Veracruz en el año de 1939

A México llegué a aprender,  dice el artista Vicente Rojo

A México llegué a aprender, dice el artista Vicente Rojo

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

"A los 17 años llegué a México y llegué a aprender. Estas siete décadas me han dejado en claro que todo lo que pude saber, mucho o poco, lo aprendí a partir de 1949”, dice Vicente Rojo en una plática en su estudio, rodeado de trabajos por terminar para su próxima exposición.

El recuerdo sirve al pintor y escultor para evocar a su padre: Francisco Rojo Lluch, ingeniero de profesión y exiliado español, quien salió en 1939 de Burdeos rumbo a Veracruz en el barco de vapor Ipanema. Él era uno de los 900 hombres, mujeres y niños que buscaban un lugar dónde vivir.

Diez años después, Vicente llegó a México, “por esto se me conoce como hijo de un exiliado”. Ahora, el artista imagina y plasma en 36 obras inéditas cómo habría sido la travesía de su padre con los paisajes marítimos que vió, las dificultades técnicas que sorteó y la fuerza de la naturaleza que enfrentó.

Todo este ejercicio se concreta en la exposición 80 años después. El cuaderno de viaje de Francisco Rojo Lluch en el vapor Ipanema. Burdeos-Veracruz, junio-julio de 1939, la cual se inaugura el 15 de agosto a las 18:00 horas en El Colegio Nacional y forma parte del ciclo El legado del exilio español, que se realizará del 12 al 16 de este mes.

LA EXPOSICIÓN. Vicente Rojo cuenta que la obra que conforma este cuaderno tiene dos orígenes: “Hay cuadros basados en mi imaginación de lo que habría vivido mi padre y otros que se desprenden de la información del Diario de Abordo, que se publicaba en el Ipanema”.

Es un relato gráfico que inicia con una foto del presidente Lázaro Cárdenas recibiendo a los niños de Morelia y después viene la primera obra de Vicente. “Es una pintura de Burdeos, donde salió el Ipanema y en ésta plasmo cómo sería su proa, su popa, la cubierta y la sala de máquinas. Luego el recorrido pictórico llega a lo que fue “la maleta que traía mi padre, con su compás y otras artefactos que como ingeniero manejaba, para después describir en otro cuadro cómo serían la aduana de Burdeos y la lista de pasajeros”.

Es un recorrido donde los colores muestran las emociones, la esperanza y los datos. Dos páginas del cuaderno son dos cuadros sustentados en datos del Diario de Abordo, y narran la salida del barco, su arribo a Finisterre, el cabo más cercano a América Latina de España. “Están en Galicia, fue la primera parada, y ahí, quien dirigía la travesía, les dice a los 900 exiliados que los gallegos les han dedicado una palabras, ésas que hoy en día están reproducidas en el faro de ese puerto”.

Y después la salida al Océano ­Atlántico. Vicente Rojo dice que ese tiempo de la travesía lo imaginó así: “De repente el mar se puso bravo, en otro momento aparecen dos aviones que vigilan, porque la Segunda Guerra Mundial ya andaba por ahí, luego hubo una lluvia de estrellas, una Luna llena… todo lo que pudo haber visto mi padre”.

La imaginación permite a Vicente dar un cambio de timón y en los siguientes cuadros muestra cómo los directivos de la travesía les piden a los catalanes formar un coro, una tradición muy grande en Cataluña, para que canten durante el viaje. Pero llega el obstáculo: el barco arriba en La Martinica, una isla de El Caribe, a causa de una avería. Se repara, salen de nuevo a la mar y comienzan a ver el primer faro. Está en Campeche. Señal de que el destino estaba próximo. Después, el arribo al Puerto de Veracruz.

“Esta página es una imagen de la llegada adornada con una especie de fuegos artificiales”. Al final de la exposición y del cuaderno, añade el artista, está la ficha de ingreso de mi padre, Francisco Rojo Lluch, a México.

LEGADO. Del exilio español se reconoce a los intelectuales, a los escritores, a los poetas, filósofos, doctores, arquitectos, pintores, ingenieros … pero también llegaron campesinos, herreros, panaderos y empresarios que aportaron mucho, explica Vicente Rojo.

Francisco, mi padre, era especialista en centrales eléctricas y lo mandaron a las que había en Torreón y Gomez Palacio, “porque él estaba en el equipo directivo que creó la línea de centrales eléctricas a partir de 1910 y después suministraron luz a Barcelona”.

Vicente Rojo señala que fueron muchos los hombres y mujeres que aportaron a México “como mi padre, quien llegó recibió su ficha como asilado político el 7 de julio de 1939. El cuaderno está hecho a base de algunos documentos como éste, y mis interpretaciones de lo que puso haber sido ese viaje”.

Por esto, “cuando llegué a México supe que sería mi país, y llegaba a aprender. Curiosamente aprendí con dos refugiados españoles: Miguel Prieto, diseñador y pintor, y Arturo Souto”.