Hace unos días apareció en mi muro de Facebook el debate sobre si el feminismo es un movimiento burgués que sólo perpetúa la alienación del proletariado. La idea expuesta es que el movimiento “es un arma alienante que aspira a cohesionar clases antagónicas para seguir defendiendo los intereses burgueses”. En definitiva, que el feminismo es un movimiento de mujeres burguesas que quieren explotar a las clases bajas, igual que lo hacen los hombres burgueses.

Parece evidente que la parte del feminismo que se centra en denunciar el llamado “techo de cristal”, que impide a más mujeres acceder a puestos directivos en empresas, tanto privadas como públicas, tiene un interés claramente alineado con los postulados e intereses del capitalismo.

Además, el argumento que vincula feminismo con intereses burgueses parte de la premisa de que son las clases medias y altas las que impulsan el movimiento, lo cual es tan cierto como lógico, porque nadie puede pretender que quien debe invertir todo su tiempo y energía en encontrar un sustento en el día a día se preocupe por cualquier lucha que no sea la de sobrevivir.

Por esta misma razón, no es casual que fuera un burgués nacido en una familia de clase media acomodada de Prusia, Karl Marx, quien presentó el ideario que sentó las bases de conceptos como el socialismo, el comunismo, la lucha de clases y el proletariado.

Sin embargo, ésta es una parte muy pequeña, casi minúscula, de todo lo que engloba el feminismo, y centrar el debate en esta pequeña parte de lo que es en realidad una lucha integral por la igualdad y la libertad no sólo es un error, sino que es absurdo. Porque, para entendernos claramente, a las pobres también las violan y las matan.

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