Opinión

Adiós a los padres en cinco cómodos incisos

Adiós a los padres en cinco cómodos incisos

Adiós a los padres en cinco cómodos incisos

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

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Entre el Héctor Aguilar Camín que se pelea con el líder que está detrás de los señores de los tamales oaxaqueños que interrumpen nuestra paz, y el escritor de ficción o lo que esto signifique, hay un mundo de diferencia. La dualidad humana que reflejó R. L. Stevenson en El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, se evidencia entre las opiniones políticas de algunos escritores y su obra de ficción. Vargas Llosa es un ejemplo y Aguilar Camín, otro. Aunque hay señores Hyde todo terreno rodeados de una corte de monstruos siniestros y serviles como Krauze, quien ahora se lleva de a cuartos en las praderas de twitter con el escritor del que ahora voy a ocuparme.

Ya dije que yo no reseño novedades, salvo las de mis amigos, siempre cuando me gusten porque si no tampoco lo hago, o las que pago de mi bolsillo y siguen siendo “novedades” en este mundo sin certezas. Desde cuando tenía pendiente escribir un texto a propósito de un libro de Héctor Aguilar Camín (HAC) que presté y me devolvieron hace poco y que francamente disfruté, como muchas de sus novelas, relatos, crónicas. En efecto, no me animaba hacerlo porque no es mi amigo y su faceta de Mr. Hyde, humanizada por memes y cartones de antología, me lo impedía. Pero como diría el presidente de México “mi pecho no es bodega” así que ahí les va.

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Adiós a los padres es la biografía novelada de los abuelos, pero sobre todo los padres, de HAC, en consecuencia, también forma parte de su historia forjada durante los primeros años en el sureste. Un sureste salvaje pero añorante, un sureste abandonado, machista y dominado hasta nuestros días por criollos pudientes o aspiracionales como el padre del protagonista, es decir, HAC. Pero acaso me equivoque y sea la madre del autor, una mujer admirable, la verdadera protagonista de este reportaje ficcional que recorre reticularmente las raíces, el tronco y la copa de este árbol genealógico.

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Existen muchas posibilidades para que una cuarta de forros como la de Adiós a los padres no lleve firma: política de la casa editorial, inmodestia de quien la escribe y, muy frecuentemente, cierto pudor ante frases que pueden echarla a perder o por lo menos levantar sospechas como con la que concluye la contraportada del libro: “Una obra maestra de nuestro tiempo.”

¿Quién se aventaría a firmar ese trompo bailador? Lo cierto es que, curiosamente, será el propio tiempo, como reza todas las mañanas el lugar común con los ojos entornados, quien juzgue si ese enunciado entusiasta o narcisista, porque otra de las razones de que las cuartas que no lleven firma es cuando los propios autores las garabatean, es una “obra maestra.”

Salvo esa pequeña exageración de seis palabras y un punto, la cuarta resume bien el trabajo del autor: “Héctor Aguilar Camín ha producido un texto de entrañable intimidad y transparencia sobre las huellas familiares, sobre la urgencia personal de una narrativa capaz de decir quiénes fueron tus abuelos, cómo se conocieron tus padres, por qué se casaron, por qué se separaron, por qué fueron como fueron y por qué eres como eres.”

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La mejor manera que encontré para abordar la contradicción que me impedía escribir sobre Adiós a los padres, la resolví siguiendo una ruta no secuencial de mis propios subrayados y listo. Que el lector decida sin más elementos que los fragmentos de un mapa, con mínimas glosas de mi parte, si emprende el viaje que el autor propone.

4.1 Una de las más hermosas definiciones del amor filial que he leído la encontré en las páginas del libro: “Hay una paradoja en el hecho de que los padres puedan ser a la vez los seres más próximos y los más enigmáticos, cubiertos como están por el velo de su centralidad inalcanzable. No podemos penetrar en ellos, son nuestros dioses cotidianos, gigantescos en la primera edad, rutinarios en la intermedia, nuevamente esenciales al final de la vida.”

4.2 Sobre el misterio dialéctico de la verdad científica, histórica, amorosa o íntima: “La verdad no existe sino en la suma de razones encontradas [porque] la verdad es siempre el resto opaco de las cosas, aquello que nos falta por conocer.”

4.3 Sobre algunos abuelos o abuelas: “El abuelo es un minotauro atrapado en el laberinto de sus nietos.”

4.4 Sobre la luna de queso o la luna arquetípica: “Fue inmune a la televisión, y la luna permaneció siempre virgen en su cabeza, libre de la pisada de los hombres.”

4.5 Sobre la difícil tarea de reconciliarnos con nuestro padre o nuestra madre, en el caso de HAC con su padre: “Aquí está frente a mí, reaparecido después de estos años, aunque no sea él ni sea yo quienes nos encontramos realmente en la posada oscura, sino nuestros fantasmas recíprocos, el del padre que fue y el del hijo que fui, tratando de tocarse en las sombras.”

4.6 Sobre la severidad del juicio de quien en el perdón está la negación del propio ser: “Quién es este personaje decrépito, irreconocible para mí, tan distinto del hombre corpulento y risueño, en tantos sentidos radiante, que yo recuerdo.”

4.7 Sobre la relatividad del tiempo, el espacio y el afecto: “Se que Héctor [padre] anda por aquí tan lejos y tan cerca como siempre, a la distancia de un cruce casual o un viaje a la luna.”

4.8 Sobre el amor edípico: “Así la veo dentro de mí, en distintos momentos de su vida: como una mujer alegre trabajada por los espíritus de la duda.”

4.8.1 “Pelea ciegamente contra lo que puede poner en riesgo lo suyo y a los suyos.”

4.9 Sobre la tradición oral, motor inagotable del mutagénico Sistema Editorial: “Cuenta y vuelve a contar retazos de su vida en esos sitios como en una versión casera de los bardos sagrados que recorrían pueblos y caminos repitiendo sus historias hasta dejarlas pulidas, fijas y fieles en la atención infiel de sus oyentes.”

4.10 Sobre los pequeños detalles que “haiga sido como haiga sido”, definen destinos: “El licenciado Pérez Gómez tiene un automóvil Nash cuyo olor a piel y pintura nueva, con un toque de tabaco dulce, aromado de vainilla, perdura proustianamente en mi memoria.”

4.10.1 “Tiene los pies callosos, sus manos de dedos gruesos se posan sobre los billetes con una tristeza evocadora de la forma original de la codicia: la escasez.”

4.11 Sobre Chetumal, pero también sobre Villahermosa, Palenque, Tenosique o el sureste en su conjunto: “[Tiene] un pueblo bienhumorado, con un fondo jovial de mala leche.”

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Sobre sus “convicciones” intelectuales no opino, pero Héctor Aguilar Camín es un gran escritor y de eso no tengo duda a diferencia de tanto cretino que anda suelto y sin bozal en la arena de la opinión pública.

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Letras al pie

Este texto se lo dedico a Isis Saavedra.