Cultura

“Admiro mucho a Mandela… no veo equivalentes hoy en el mundo”: Amin Maalouf

No era alguien que quería imponer a los demás una especie de rigor moral, señala en entrevista el escritor franco-libanés Amin Maalouf. Presenta su ensayo El naufragio de las civilizaciones

No era alguien que quería imponer a los demás una especie de rigor moral, señala en entrevista el escritor franco-libanés Amin Maalouf. Presenta su ensayo El naufragio de las civilizaciones

“Admiro mucho a Mandela… no veo equivalentes hoy en el mundo”: Amin Maalouf

“Admiro mucho a Mandela… no veo equivalentes hoy en el mundo”: Amin Maalouf

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La figura del sudafricano Nelson Mandela (1918-2013) como ejemplo del político que antepuso la humanidad a la reelección, la creación de una institución que nos recuerde cómo convivir y la idea de que la lucha por la libertad es sinónimo de desarrollo y modernización, son algunas ideas que expresó en entrevista con Crónica el escritor franco-libanés Amin Maalouf (Líbano, 1949).

En el marco de la 33 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el Premio Príncipe de Asturias 2010 promociona su reciente ensayo El naufragio de las civilizaciones (Alianza Editorial), donde narra cómo su familia y niñez fueron expulsadas de Egipto por una Londres negada a la integración de la diversidad cultural.

—¿Por qué se normalizó entre las sociedades la incapacidad de vivir juntos?

—Ciertamente es uno de los grandes problemas de hoy. La globalización nos acercó pero en muchos países hay tensiones entre las personas que no logran establecer relaciones armoniosas entre ellos. Pienso que vivir unos con otros es algo que se debe aprender, no es espontáneo.

“Creo que la primera responsabilidad de los gobernantes, ciudadanos, escritores y maestros es enseñar a vivir unos con otros: ¿qué actitud se debe tener con el otro?, ¿cómo conocerlo mejor? Son actividades que deben ser permanentes dentro de las sociedades”, responde.

Amin Maalouf, quien recibió el Premio Goncourt 1993 por La roca de Tanos, señala que una manera para que la gente pueda convivir es que todos sientan su dignidad respetada.

“Que su cultura sea respetada, que su lengua e idioma sean respetado, que sus creencias sean respetadas porque a menudo las personas sienten discriminación. En todos los países del mundo hay un ministerio de la salud o de educación y pienso que debería también de existir una secretaría de la convivencia que vigile cada elemento de las relaciones, ver dónde hay tensiones y principios de discriminación basadas en el color, en el género, en la edad, en las creencias”, externa.

—En su reciente libro escribe que usted no piensa que el pasado fue un tiempo mejor…

—Tenemos suerte de vivir en una época como la nuestra. Hoy tenemos avances extraordinarios, nos hemos beneficiado de los avances de la medicina, de las comunicaciones, del conocimiento…Nadie imaginó que podríamos esperar ante una pantalla y tener acceso a todo el saber de la humanidad, es algo extraordinario. La idea de que antes todo era mejor no es cierta.

“Eso no quiere decir que tenemos que admirarnos de los avances, hay que ver cuáles son los problemas y luchar para resolverlos. Si no logramos vivir juntos tenemos que ver cómo hacerlo”, precisa.

—¿Siente una admiración a la figura de Nelson Mandela?

—Me encanta la figura de Nelson Mandela, desafortunadamente no tuve la oportunidad de conocerlo, pero sí a personas cercanas a él. Me gusta la magnanimidad en la figura de Nelson Mandela. Fue alguien perseguido por un sistema, estuvo en prisión durante 26 años y el día que salió no intentó una revancha, hizo todo para que la población de África del Sur permaneciera ahí, contrario a Egipto donde se impulsó a que la población se fuera.

“Mandela entendió que no había que tomar venganza, al contrario, la población que estaba ahí podía ser útil a la nación. Ésa fue una visión generosa e inteligente”, señala.

Otros aspectos que Maalouf admira de Nelson Mandela es que llegó al poder pero no se apegó a éste.

“No se estancó, pudo haberse reelegido muchas veces, tenía tanta popularidad que pudo estar en el poder, al menos, 15 años, pero decidió retirarse y dejar que alguien más tomara el poder a través de las elecciones. Eso es un aspecto que admiro mucho y más al ver cuántos gobernantes se aferran al poder”, expresa.

El autor del León el Africano agrega que a nivel personal, el líder sudafricano fue un ejemplo de humanidad.

“No era alguien que pretendiera ser un santo, era un hombre que tenía aventuras, no era alguien que quería imponer a los demás una especie de rigor moral, fue un hombre como los demás y desde esa perspectiva tuvo una faceta humana que no ocultaba, que todos conocían. En resumen, fue alguien que admiro mucho pero no veo equivalentes hoy en el mundo, en ningún continente”, asevera.

—Después de que un país lucha por la libertad, ¿debe buscar el desarrollo?

—La lucha es para que las personas vivan en dignidad, sin discriminación, sin necesitar de humillarse para ganarse la vida. Un país en desarrollo gana libertades  aun cuando sus gobernantes no tienen conciencia de ello.

“Por eso cuando veo un país que se desarrolla muy rápidamente, incluso si tengo críticas sobre sus gobernantes pienso que cuando la gente tiene más medios y una educación mejor, estamos hablando de bases de la libertad aun cuando la actitud de los gobernantes sea criticable”, responde.