Opinión

Afganistán: regreso sin gloria

Afganistán: regreso sin gloria

Afganistán: regreso sin gloria

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Ayer martes, en muchos periódicos del mundo, se publicó la fotografía del último soldado norteamericano abordando un avión militar para salir de Afganistán. Es una imagen dramática: los talibanes, en una acción vertiginosa, tomaron las principales capitales del país. Finalmente, se hicieron de la capital de la nación, Kabul, y sólo le dejaron al ejército estadounidense el control del aeropuerto. Vimos cómo miles de personas trataban a abordar aeronaves, incluso colgándose de sus alas.

Veinte años antes, el 7 de octubre de 2001, Estados Unidos, invadió ese país para derrocar al régimen talibán. Esta invasión estuvo relacionada, directamente, con los ataques llevados a cabo por al-Qaeda, el 11 de septiembre de 2001, contra las torres gemelas del World Trade Center, y el Pentágono.

A raíz de que la propia organización terrorista, al-Qaeda asumiera la responsabilidad de esos ataques, el presidente estadounidense, George W. Bush, solicitó al gobierno afgano la extradición de Osama bin Laden, líder del grupo yihadista; también pidió a la administración talibán que expulsara de su territorio a al-Qaeda. El régimen afgano dio largas al asunto; Estados Unidos consideró que se trataba de una maniobra dilatoria. Por eso lanzó la operación “Libertad Duradera”. Poco después, el 17 de diciembre de 2001, el gobierno encabezado por el Emir mulá Mohammad Omar, fue depuesto; su lugar lo ocupó, Hamid Karzai.

Había dos propósitos que cumplir: dar con Osama bin Laden y desaparecer al grupo al-Qaeda. El primer objetivo se cumplió el 2 de mayo de 2011, en la población pakistaní de Abbottabad. Elementos del Grupo de Desarrollo de Guerra Naval Especial (unidad de élite de los SEAL) llegaron en helicópteros entraron al complejo; hubo un enfrentamiento, encontraron al líder de al-Qaeda y le dieron muerte. Sin embargo, al-Qaeda sigue operando.

Por cierto, hay una figura histórica que los, dizque, especialistas mexicanos en Afganistán, han pasado por alto: el acérrimo enemigo de los talibanes, Ahmed Shah Massoud, “el león de Panjshir”. En las zonas controladas por Massoud se establecieron instituciones democráticas y, además, firmó la Declaración de los derechos de la Mujer. Muchos afganos se refugiaron en las áreas dominadas por “el león de Panjshir”; se calcula que fueron, alrededor de un millón de seres humanos.

A principios de 2001, Massoud tomó la palabra ante el Parlamento Europeo, en Bruselas: pidió ayuda a la comunidad internacional para el pueblo afgano y para luchar contra los talibanes quienes siguen una “muy equivocada versión del islam”. En esa ocasión, Massoud, resaltó que, sin el apoyo de Pakistán, y Osama bin Laden, los talibanes no serían capaces de sostenerse durante mucho tiempo. Por último, Massoud advirtió que sus propios aparatos de inteligencia habían detectado un ataque inminente, a larga escala, contra Estados Unidos.

No es casualidad, pues, que el 9 de septiembre de 2001 (dos días antes de los atentados en Estados Unidos) Massoud, fuese víctima de un ataque suicida por parte de unos talibanes que se hicieron pasar por periodistas y que hicieron estallar una bomba que llevaban en la cámara de grabación. Massoud murió cuando era trasladado por helicóptero al hospital.

Ahora que Estados Unidos y sus aliados abandonaron Afganistán, debemos resaltar que los talibanes no tienen el control total del país: por una parte, el hijo del “león de Panishir” Ahmad Massoud, y el vicepresidente Amrullah Saleh, se aliaron. (El presidente Ashraf Ghani abandonó el país y se refugió en los Emiratos Árabes Unidos); Amrullah Saleh escribió un tuit: “Afganistán no fue empacado y puesto en la mochila del último soldado norteamericano. Nuestra patria sigue aquí: los ríos siguen corriendo y las montañas son majestuosas. Los talibanes son una fuerza violenta, pero no son populares y son odiados. Ese es el motivo por el cual la entera nación quiere escapar de ellos. Un superpoder decidió convertirse en un minipoder, está bien.” (31/08/2021). El periodista Tarek Fatah puso al pie de este mensaje: “Este es un líder. Un verdadero afgano para su tierra y para su pueblo. Este es el motivo por el cual @AmrullahSaleh2 inspira a muchos como su líder y mantiene sus esperanzas con vida.”

Efectivamente, los talibanes no la tienen fácil: Afganistán en realidad es un conglomerado de tribus que a veces se unen y a veces se dispersan. El clan del cual provienen los talibanes es el pastún. Lo más seguro es que se desate un conflicto entre las diversas tribus y las diversas facciones talibanes, sobre todo por el control del tráfico de opio: el 80 por ciento del comercio ilegal del comercio de este estupefaciente, a nivel mundial, proviene de Afganistán.

Otro asunto: con la salida de Estados Unidos de Afganistán, el tablero de la geopolítica internacional se mueve: aparte de la migración que se está registrando sobre todo hacia Pakistán e Irán, se calcula que en los próximos meses medio millón de personas buscarán asilo en otros países. Obviamente, aumentará la presión sobre las naciones europeas. Pero, además, Afganistán está situado en un punto estratégico: hace frontera con China, en la provincia de Badaschschan; Afganistán también está muy cerca de Rusia.

Tiene recursos altamente codiciados: oro, litio, molibdeno, cobalto, hierro, cobre.

El líder supremo de los talibanes, el mulá Hibatullah Akhundzada, puede presumir que ganó la guerra contra Estados Unidos; no obstante, tiene dos verdaderos y propios crucigramas: a nivel interno, por los pleitos entre clanes; a nivel internacional porque tendrá que lidiar con tiburones feroces.