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¿Aguantará Maduro hasta 2025 o terminará de hundir a Venezuela?

El heredero de Chávez jura hoy su segundo mandato, convertido en un paria internacional y con el único mérito de haber logrado aferrarse al poder, aunque haya sido a costa de destruir la economía y provocar una crisis de refugiados sin precedente en Latinoamérica.

INVESTIDURA: El heredero de Chávez jura hoy su segundo mandato, convertido en un paria internacional y con el único mérito de haber logrado aferrarse al poder, aunque haya sido a costa de destruir la economía y provocar una crisis de refugiados sin precedente en Latinoamérica.

¿Aguantará Maduro hasta 2025 o terminará de hundir a Venezuela?

¿Aguantará Maduro hasta 2025 o terminará de hundir a Venezuela?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Que pierdan toda esperanza los que confían en que pueda salir algo bueno para el pueblo venezolano del segundo mandato de Nicolás Maduro. El conductor de autobús —como ayer mismo recordó el mandatario chavista— jura hoy su segundo mandato, que culmina en 2025, una fecha que se antoja lejanísima para un país cuyo dato de inflación en 2018, conocida ayer, fue de un millón 698 mil 488 por ciento.

Si el heredero de Hugo Chávez no tuvo la vergüenza de dimitir cuando el mundo contemplaba atónito las imágenes de cientos de miles de venezolanos huyendo a los países vecinos por el hambre, la violencia y la falta de trabajo en su país, uno de los más ricos del mundo en petróleo; mucho menos lo hará porque se lo exijan los países del Grupo de Lima, todos excepto México, que regresa a la política de no meterse en los asuntos de otros países, aunque, como le dijo una venezolana indignada al presidente Andrés Manuel López Obrador, “la indiferencia también mata”.

PARIA, PERO RETADOR. Ayer, víspera de su toma de posesión, Maduro lanzó un ultimátum a los “insolentes gobiernos" de lo que llamó el “Cartel de Lima", entre ellos Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Perú o Canadá. Desafiante, les exigió que, en un plazo de 48 horas, reconozcan su nuevo mandato y retiren el “infame" documento en el que piden elecciones libres y limpias en Venezuela. De lo contrario, advirtió el mandatario chavista, ordenará “las más urgentes y crudas medidas diplomáticas" contra 13 de esos 14 países miembro (todos menos México). De paso, anunció el enésimo “golpe de Estado en marcha", comandado por Washington y sus “títeres latinoamericanos", a quienes insultó, aprovechando la expectación mediática, a horas de su investidura. Al chileno Sebastián Piñera lo llamó “fracaso pichón de Pinochet"; al colombiano Iván Duque, un “diablo"; al “neofascista" Jair Bolsonaro lo acusó de “entregar Brasil en bandeja de plata a los estadunidenses".

Habrá que esperar a que jure su cargo y se cumpla el plazo del ultimátum para ver si Maduro se atreve a cortar relaciones diplomáticas con el 90 por ciento de América Latina y si, por coherencia con su discurso, deja de vender petróleo a Estados Unidos.

EL PAPA CALLA, LOS OBISPOS NO. Habrá que esperar también qué posición adoptará Maduro en relación a los obispos venezolanos, que se han desmarcado de la posición no injerencista del papa Francisco y su tibio discurso sobre la grave crisis en el país sudamericano. Mediante un comunicado de inusitada dureza, la Conferencia Episcopal Venezolana declaró ayer “ilegítimo" y “moralmente inaceptable" el nuevo mandato de Maduro y aseguró que el país vive “un régimen de facto, sin respeto a las garantías previstas en la Constitución". ¿Exigirá Maduro al pontífice argentino que desautorice a los obispos venezolanos?PEOR QUE UN PAÍS EN GUERRA. Dado que lo único seguro en esta trágica historia es que Maduro va a jurar su cargo, el dilema es ¿qué caerá antes, su gobierno o lo que queda de la economía venezolana?

Según el FMI, la inflación en Venezuela alcanzará este 2019 la mareante cifra de 10 millones por ciento, absurdamente lejos del 97 por ciento que tendrá Sudán del Sur, el país más joven del mundo que sólo ha conocido la guerra. En cuanto al PIB, Venezuela cerró 2018 con una caída de 18 por ciento, la mayor del mundo, por encima de otros países en guerra, como Siria o Afganistán. La previsión del Banco Mundial es que este año caiga otro 8 por ciento y advierte que la marcha económica venezolana camina directamente hacia el “colapso”.

Sin embargo, en la Venezuela de Maduro no existen estos datos; el régimen los oculta. Ayer, en su rueda de prensa previa a la toma de posesión, en ningún momento hizo alusión a la gravísima crisis económica. A lo más que llegó fue a anunciar otro programa de “estabilidad” y a asegurar, sin decir cómo, que PDVSA va a producir este 2019 un millón de barriles extra de producción petrolera, hasta alcanzar los 2.5 millones de barriles diarios”. Olvidó mencionar que, bajo su mandato, la estatal petrolera dejó de producir precisamente un millón de barriles, hasta hundirse en cotas mínimas. ¿Qué cambio drástico se puede esperar de un presidente que, ante este panorama, dijo ayer que Venezuela es pujante y tiene una democracia impecable?

¿DIMISIÓN O GOLPE DE ESTADO? Si la apuesta de Maduro es seguir dando palos de ciego para frenar la hemorragia, como quitar ceros al bolívar o rogar préstamos a Rusia y China, poniendo el petróleo de garantía, el círculo infernal de hiperinflación, desabasto y destrucción industrial acabará llevando al país al colapso del que habla el Banco Mundial, mientras las naciones vecinas se verán desbordadas por nuevas oleadas de refugiados venezolanos este mismo año, como alerta ACNUR.

Así las cosas, con una oposición dividida y desmoralizada y una población demasiado débil para la insurrección, Maduro sólo podría ser derrocado si la cúpula militar deja de apoyar la revolución (que colma de privilegios a los uniformados) y asesta un golpe de Estado, o bien le pide amablemente al presidente que renuncie, como al parecer le pidió en diciembre el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, según aseguró ayer The Washington Post, citando a un oficial de Inteligencia estadunidense.

Esto es, finalmente, lo que desean gran parte de los venezolanos y seguramente los países vecinos y el propio Estados Unidos. Que sean los militares venezolanos los que acaben con la pesadilla, por las buenas o por las malas, sin tener que abrirse la puerta a la solución más peligrosa de todas: la invasión extranjera.

fransink@outlook.com