Opinión

Al-Baghdadi murió, pero su ideología no

Al-Baghdadi murió, pero su ideología no

Al-Baghdadi murió, pero su ideología no

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Abu Bakr al-Baghdadi, el líder del grupo terrorista más peligroso del mundo, el hombre que en los últimos años era considerado el más cruel y despiadado del planeta, por cuya cabeza Estados Unidos ofrecía una recompensa de 25 millones de dólares, está muerto.

Rodeado de fuerzas especiales del Pentágono y rastreado por un perro militar que lo olfateó cuando huía por un túnel, el que se llamaba a sí mismo “emir” y decía que había fundado un califato, se suicidó detonando un chaleco con explosivos que llevaba puesto. Con él murieron tres de sus hijos y dos de sus esposas fallecieron también en el operativo que Washington llevó a cabo el sábado en su escondite al norte de Siria.

Luego de cinco años de aterrorizar todas las esquinas del planeta “al verse atrapado, rogó y lloriqueó, aquel que intimidó a tantos, pasó sus últimos momentos muerto de miedo y se fue como un cobarde” dijo el presidente  Donald Trump al confirmar su muerte.

Su nombre verdadero era Ibrahim Awad al-Samarral, nació hace 48 años en Tobchi, en la provincia de Samarra, Irak, en el seno de una familia musulmana sunní ultraconservadora. A los 20 años se inscribió en la Universidad de Bagdad y posteriormente estudió un doctorado en el Centro de Estudios Islámicos Saddam. En 2003 se unió a la resistencia contra Estados Unidos que había invadido su país y meses después fue arrestado por tropas estadunidenses y pasó cuatro años en una prisión para insurgentes, donde se cree que hizo contactos y fortaleció su pensamiento radical. Fue dejado libre porque lo consideraron de poca peligrosidad e importancia.

Baghdadi reapareció en 2013, como parte de un grupo fundamentalista integrado por células de grupos terroristas en extinción que gracias al caos causado por la guerra civil siria y al  vacío de poder y las armas que dejaron las fuerzas estadunidenses cuando abandonaron Irak, pasó a ser el grupo militante más peligroso del mundo, autodenominándose Estado Islámico y el Levante, mejor conocido como ISIS por sus siglas en inglés o EI en español. Pronto empezó a reclutar, a través de internet, a decenas de miles de seguidores provenientes de cinco continentes que tomaron pueblos y ciudades asesinando a los hombres que no querían unírseles y apoderándose de sus mujeres.

Su objetivo era crear un gobierno islámico universal donde prevaleciera la ley Sharia, una interpretación estricta y muy particular del Islam, no sólo en la religión sino en todos los aspectos de la vida diaria, lo que atrajo a muchos de sus fanáticos. En los pueblos que llegó a controlar, las niñas vivían separadas de los varones, las mujeres eran obligadas a estar totalmente cubiertas en público y se  apedreaba hasta la muerte a las acusadas de adulterio. A los rateros se les cortaban las manos. Se prohibía la música en todas sus expresiones al igual que las fotografías.

El grupo que Baghdadi ayudó a crear y que Trump ha dicho ya no existe, se caracterizó por sus atrocidades, su brutalidad con las mujeres a las que convertían en esclavas sexuales, el genocidio de la minoría Yazidi, el degollamiento de sus rehenes, entre los que estuvieron dos japoneses, dos ingleses y tres estadunidenses, por quienes sus gobiernos se negaron a pagar millonarios rescates y tampoco permitieron que sus familiares negociaran.

Un punto muy peculiar de sus actos de terror es que los trasmitieron para que el mundo los viera, como fue el caso del piloto jordano que cayó en sus manos, al que enjaulado se le prendió fuego frente a las cámaras. A los que creían eran  espías los trituraban bajo los tanques de guerra y a otros los colgaban de los pies para descuartizarlos vivos como animales.

Baghdadi logró tener en su poder un tercio del territorio sirio y un cuarto del de Irak, rehaciendo así el mapa del Medio Oriente y creando un califato casi igual en tamaño al de Gran Bretaña, con una población bajo su dominio de aproximadamente ocho millones de personas.

Dinero nunca le faltó, de ahí su poder y peligrosidad. Sus fondos provenían de rescates pagados por gobiernos europeos, extorsiones, amenazas, robos millonarios a bancos y negocios que manejan oro y piedras preciosas. Vendieron piezas arqueológicas de sitios históricos y traficaron con petróleo.

Su muerte es de gran importancia, por lo que significaba para sus seguidores diseminados por muchas partes de la Tierra. El guía ha muerto. Sin embargo, sus doctrinas y la amenaza del Estado Islámico siguen vivos, no se fueron con él. De hecho ya hay nuevo líder, igual de sangriento y brutal que él.

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