Cultura

Amar siempre es una traición porque implica elegir, dice Alaíde Ventura

ENTREVISTA. La ganadora del Premio Mauricio Achar Literatura Random House habla de su novela Entre los rotos, en la cual describe a las familias mexicanas, sus silencios, problemas financieros y donde los hijos no conocen el pasado de sus padres.

ENTREVISTA. La ganadora del Premio Mauricio Achar Literatura Random House habla de su novela Entre los rotos, en la cual describe a las familias mexicanas, sus silencios, problemas financieros y donde los hijos no conocen el pasado de sus padres.

Amar siempre es una traición porque implica elegir, dice Alaíde Ventura

Amar siempre es una traición porque implica elegir, dice Alaíde Ventura

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En el siglo pasado era común el silencio en las familias mexicanas, esto es, que los hijos no conocieran la vida de juventud de sus padres o la mala costumbre del padre por callar su cotidianeidad pero obligar a su esposa a informarle sobre los pormenores del gasto del dinero y de a quiénes había visto en el transcurso del día. Ese panorama es relatado en Entre los rotos, de Alaíde Ventura Medina, novela ganadora del Premio Mauricio Achar Literatura Random House 2019.

La obra, que será presentada este jueves 16 de enero en la Librería Mauricio Achar (Miguel Ángel de Quevedo, 121, Ciudad de México) a las 19:30 horas, narra cómo, a partir de fotografías antiguas, una joven narra su infancia marcada por el abandono del padre, la violencia hacia su madre, el silencio de su hermano y las desilusiones que ese ambiente familiar ocasionó en su vida adulta.

“El silencio puede ser un privilegio y también un mecanismo de poder y de control. Cuando estaba haciendo el libro estuve leyendo mucho de micromachismo y hay una rama de estudios feministas que explican que el silencio es como un privilegio del hombre; históricamente, en las familias tradicionales, hasta hace pocos años, el esposo contaba lo que quería y la mujer tenía que decir detalladamente cómo se había gastado el dinero, cómo le había ido, con quién había estado”, señala la autora.

Alaíde Ventura Medina (Xalapa, 1985) recuerda escenas de infancia con el papá silencioso y una madre obligada a dar explicaciones.

“Me interesó explorar cómo la persona que consigue hacerse dueña de su silencio se aísla y al mismo tiempo puede lastimar a su alrededor. El personaje del hermano en la novela es silencioso pero no es sólo eso, destruye todo a su alrededor, lastima a su hermana y a su mamá, pero en este caso me gusta jugar con la idea de la ambigüedad, de víctima y victimario, porque en la historia no hay víctimas”, comenta.

Para la autora, una tradicional familia mexicana de los años 90 del siglo pasado también es la imagen de los papás en el papel de jefes y los hijos en el rol de empleados o subordinados.

“Los hijos no tenían derecho a cuestionar, no sé si eso ha cambiado, los que crecimos en los años 90 crecimos sin poder hacer muchas preguntas, sólo aceptando las cosas. A veces hablo con mis amigos de cómo a nosotros no nos daban a elegir qué comer y ahora veo a niños a quienes sus padres les preguntan qué van a pedir en un restaurante, ellos ya son ciudadanos desde chiquitos y nosotros no lo fuimos”, expresa.

En la novela, la familia que es reconstruida a través de fotografías, también vive constantes mudanzas y problemas financieros.

“El ambiente es inestable, aparte la mamá está a merced del dinero que entra, que es la situación de muchas familias mexicanas que dependen económicamente de una sola persona”, comenta.

En opinión de Ventura Medina, su generación creció en una época muy incierta.

“A los que crecimos en los años 90 nos tocaron varias crisis, una inestabilidad y muchos cambios raros que no te permitían decir: todo será igual de aquí a la universidad. Pensábamos que no habría dinero para comer al siguiente día, que nos iban a quitar la casa. Me gusta una frase de Fito Paez: ‘Me tocó crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor’. Es un poco así. Tengo miles de recuerdos del dólar, de Salinas, de la idea de que todo se acabaría y de la instrucción de ‘despídete de esto porque mañana no habrá’”.

HUECOS EMOCIONALES. Amar siempre es una traición porque implica elección y toda elección conlleva a una renuncia, escribe Alaíde Ventura Medina en su novela Entre los rotos.

— ¿Esta es una novela de vacíos emocionales?

— Conozco gente con huecos y los llenamos como podemos; el afecto de la pareja es la forma más inmediata y actualmente podría ser el reconocimiento de los pares como el like de internet…tenemos esa necesidad de ser validados por otro. En las parejas es muy claro, encuentras una pareja, te instalas y la otra mirada te completa como persona, entonces te quedas ahí años sin cuestionarte el porqué.

— ¿Se puede hablar de una herencia emocional?

— Las secuelas de la violencia no necesariamente son reproducir esas mismas secuelas porque se pueden reproducir otras, las grietas de la infancia siempre están ahí están, siempre vamos a cargar con eso.

“Hay una falta de educación emocional. Mucho se dice que nadie nace sabiendo ser papá, es cierto pero tampoco nacemos sabiendo ser amigos, pareja, cómo ser hermanos, todo se va haciendo y en cuando están las peores circunstancias (familiares) se va haciendo de la peor manera”, responde.

La joven escritora señala que su novela dialoga con otros libros de historias familiares, por ejemplo, Tarantela, de Abril Castillo y Un lugar seguro, de Olivia Teroba.