Opinión

AMLO, el Estado inmutable y la Revolución

AMLO, el Estado inmutable y la Revolución

AMLO, el Estado inmutable y la Revolución

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
JORGE CASTAÑEDA, POLÍTICO Y ESCRITOR:

+El mundo fue creado para ser recreado

Georges DuhameGran revuelo causó la proclama del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre la duración de sus reformas en el tiempo, que las quiere irreversibles; que nada ni nadie las pueda echar abajo en el futuro o, al menos, que les cueste mucho trabajo.

La imagen de la irreversibilidad es seductora, despierta resortes muy filosos de la imaginación política y de la pasión ideológica.

Las reacciones a esta pretensión de AMLO dan cuenta de su profundidad y significado político, histórico e ideológico. Desde la derecha, la reacción automática apeló a una concepción utilitaria de la democracia y una visión a modo de la historia. Ideólogos, académicos y opinólogos de derecha, se atropellaron para asegurar que ninguna reforma, ninguna ley son intocables, que se pueden revertir si el voto, el Congreso o el gobernante en turno así lo deciden. Nada es para siempre ni para tanto, dicen, cuando “se vive en democracia".

Sin embargo, el pensamiento y la ideología derechista siempre han abrazado una visión estática, conservadora de la realidad política y social. Cuando se trata de revisar las estructuras económicas y sociales, la derecha está convencida de que son inamovibles, que no hay para qué cambiarlas mientras a ella le garanticen ganancias, poder, privilegios, fueros e inmunidad. Por lo tanto, la escandalosa desigualdad social y económica que caracteriza a México, es, para el pensamiento conservador, una realidad cuasi natural, un escenario que no se puede transformar porque esos desequilibrios abismales han existido desde que la gracia de Dios fundó este país…

Por supuesto, ahora que López Obrador pretende que sus cambios en la política social, económica y energética sean irreversibles, la derecha se desgarra las vestiduras, se corrige y dice que todo cuerpo político y social es cambiante y está sujeto a las transformaciones que la voluntad de las mayorías y de los gobernantes quiera hacer. Pero sus argumentos son sumamente débiles y sus fundamentos teóricos e históricos tan pobres que recurren a una parábola aleccionadora con base en… las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto. Por el otro lado, es decir, en el bando de los seguidores de AMLO, también se observan posturas extravagantes. Desde luego aceptan como verdad irrefutable que la derecha está moralmente derrotada, que la sentencia lópezobradorista de que sus reformas serán irreversibles y, escritas en bronce, brillarán hasta la eternidad.Fue francamente irrisorio lo dicho por uno de los ideólogos más visibles de AMLO y de la Cuarta Transformación, John ­Ackerman, quien desde su programa de televisión lanzó la idea de que el triunfo presidencial del día en que ganó la elección, equivalió a la toma de La Bastilla del 14 de julio de 1789. La victoria de AMLO equiparada, ni más ni menos, a la Revolución Francesa… Con poca prudencia, Ackerman planteó esa idea a manera de pregunta y, ¡oh, sorpresa!, un historiador de peso completo como Lorenzo Meyer, invitado a ese programa televisivo, respondió que sí, que el triunfo de López Obrador equivalía a la Revolución Francesa, peeero con la diferencia —matizó el historiador— de que la Cuarta Transformación se logró sin violencia…Obviamente que si desde la 4T se mira la victoria electoral de AMLO como una gesta similar a la hazaña francesa que cambió la historia del mundo entero, es lógico que defiendan la idea de que los cambios impulsados por el gobierno de López Obrador serán irreversibles… Como diría otro iluminado, todo cambia y nada queda, máxime tratándose del quehacer humano, siempre tan imperfecto y expuesto a las ambiciones, pasiones, envidias y hambre de gloria de los poderosos.Tal vez tanto la derecha como la 4T militante debieran abrazarse al árbol de la prudencia como cuando —según cuenta Slavoj Zizek en su gran ensayo sobre Robespierre— en 1971 le preguntaron al primer ministro de China durante una conferencia internacional en Francia, qué opinaba de la Revolución Francesa de 1789 y el líder chino, viejo lobo, contestó:

Aún es muy temprano para opinar…

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