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AMLOve y prensa, un ramo de rosas para el Presidente…

Al final de la conferencia en Palacio Nacional fue encontrado un ramo de flores entre los asientos reporteriles. Sin reclamante, asomó la suposición mordaz: ¿acaso alguno de los periodistas aduladores o escudos profesionales, cada vez más habituales, había olvidado entregárselo al presidente?...

AMLOve y prensa, un ramo de rosas para el Presidente…

AMLOve y prensa, un ramo de rosas para el Presidente…

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Al final de la conferencia en Palacio Nacional fue encontrado un ramo de flores entre los asientos reporteriles. Sin reclamante, asomó la suposición mordaz: ¿acaso alguno de los periodistas aduladores o escudos profesionales, cada vez más habituales, había olvidado entregárselo al presidente?...

Las rosas estaban debajo de una de las sillas de primera fila, donde dominan los tempraneros, la mayoría impostores del periodismo.

-¿Por qué no se las dieron al presidente?, ¿a quién se le pasó? -preguntó uno de los comunicadores, alejado de aquella camarilla.

De inmediato se buscó la mirada de alguno de los fieles zalameros o especialistas en desbaratar preguntas incómodas para el mandatario -pagados por grupos políticos, partidistas o legislativos-, quienes festejaban ya un nuevo día triunfal de comedia. El encuentro presidencial había transcurrido entre sermones, loas editoriales, recetas para servicios médicos y otras ocurrencias de ocasión.

Uno de los aludidos interpeló:

-¿Qué rosas?

-Ahí, bajo el asiento, ¿no eran tuyas?, ¿no se las traías al presidente?

Hubo quien, incluso, contagiado por la mofa, tomó el ramo y, con un movimiento de pleitesía, lo dirigió hacia el estrado vacío, donde el presidente había estado una hora con 46 minutos.

-¡Así debiste hacerle!…

La discrecionalidad u opacidad en la entrega de acreditaciones, la falta de un esquema transparente en la asignación de preguntas, el uso de lugares frontales para provecho y promoción personal y la inclinación presidencial por dar la palabra a los más complacientes, a quienes se colocan siempre en los mismos sitios o inventan turnos, o a quienes utilizan artimañas para llamar la atención, como pelucas, moños, tintes, implantes y demás, ha derivado ya en un choque entre cuatro bandos: los ya referidos comparsas o llamados “huachicoleros de la información”, una facción cada vez más nutrida; los faranduleros, expertos en redes sociales con escasa sensibilidad y preparación periodística, y cuyos mensajes se prestan al cachondeo o a la comercialización de playeras, gorras, llaveros y demás souvenirs de la 4T; los caza chayotes, acostumbrados a la repartición de dinero y publicidad de gobiernos anteriores, esperanzados aún en una pronta repartición de dádivas; y los irreverentes, aún sin resignarse a ver pasar el tiempo sin la discusión de temas vitales para el país o sin desenmascarar a los farsantes de la transformación, y quienes intentan, en medio de  vicios y absurdos del gremio, buscar soluciones a problemas sociales. Y éstos, se cuentan con los dedos…

El antagonismo entre grupos se reflejó ayer, antes del hallazgo de las rosas, y mientras el presidente hablaba de los medios de comunicación.

-¿Gobernar es comunicar?, ¿propondría a los empresarios de la radio y la televisión le necesidad de una auditoría de contenidos? -le preguntó uno de los lisonjeros.

-Llevo muy buena relación con los empresarios de los medios -respondió el presidente. Hay que garantizar las libertades. Nada más hay que tener presente que ya cambió la mentalidad del pueblo de México, está muy consciente, muy avispado. Puede haber un analista brillante, refinado, profundo, pero hoy cualquier ciudadano puede decir: ‘No estoy de acuerdo contigo por esto y esto’.

-¿Entonces cualquier ciudadano es periodista? -machacó el interlocutor, en un tono servil.

-Sí, cada ciudadano ahora es un medio de comunicación. Todo el que tiene un móvil está participando, y son millones, y tienen la misma posibilidad de comunicar que otros.

La reducción del trabajo periodístico despertó murmullos entre los escasos defensores del oficio.

-No cualquiera es periodista -se escuchó.

- Ah, ¡cómo no! -refutó el presidente.

Y otra voz:

-Para ser periodista se requiere rigor informativo e investigación, dos características indispensables.

-Ah bueno, sí, sí, sí, pero (los ciudadanos) tienen su derecho a expresarse. A lo mejor no tienen la profesión, pero si nos vamos a esa, hay autodidactas que tienen más conocimiento que los doctores de Harvard. Yo me quedo sorprendido de la capacidad de agudeza, de la profundidad de comentarios en las redes. Nada más porque no tengo tiempo, pero si yo dedicara más tiempo, ahí me estaría alimentando, porque ahí hay muchas ideas. Son los nuevos tiempos.

Esta vez las ´flores´ llegaron a niveles internacionales, pues un hombre quien se identificó como periodista francés de un semanario económico propició, con una pregunta sobre el próximo libro de AMLO, una perorata de 25 minutos sobre economía moral.

- Sé que usted sacará un libro en unas semanas, me gustaría enseñar a los lectores franceses lo que es la economía moral desde el punto de vista de un presidente mexicano -le dijo el francés y el presidente no perdió la oportunidad para anunciar la venta de su ensayo en librerías a partir del 1 de diciembre, y para alargar conceptos como código de ética, ganancias razonables y responsabilidad fiscal.

En ese confort provocado y como si se tratara del encargado de una ventanilla administrativa, a López Obrador le preguntaron hasta cuáles son los requisitos y documentos a presentar para gozar del Seguro del Bienestar.

Con la promesa, ahora sí, de dar la palabra “a los de la izquierda” en la siguiente mañanera, el presidente se despidió, dejando las rosas sobre la alfombra del salón Tesorería. “¿Y por qué no se las dieron?” Tras varios minutos de guasas, apareció al fin la dueña del ramo, una esquiva enamorada, reportera independiente…