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Arranca Jóvenes Construyendo el Futuro; la meta: 2.3 millones de beneficiarios becados

Con jóvenes acarreados del Injuve, en tanto se extiende el reclutamiento de ninis genuinos, la administración lopezobradorista puso en marcha su programa de aprendices.

Arranca Jóvenes Construyendo el Futuro; la meta: 2.3 millones de beneficiarios becados

Arranca Jóvenes Construyendo el Futuro; la meta: 2.3 millones de beneficiarios becados

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Con jóvenes acarreados del Injuve, en tanto se extiende el reclutamiento de ninis genuinos, la administración lopezobradorista puso en marcha su programa de aprendices.

Hasta ahora se han inscrito 232 empresas —desde pequeñas hasta trasnacionales—, aunque el proyecto está respaldado por la mayoría de las asociaciones y organismos empresariales del país.

Al final del acto, Crónica abordó a chicos presentados durante la ceremonia como próximos beneficiados. Algunos incumplían el perfil anunciado, pues sí tenían pequeños trabajos o asistían a la escuela. Otros se describieron como voluntarios del Instituto Nacional de la Juventud, donde promueven el abandono de drogas y reciben becas por participar en talleres y otras actividades.

El nombre oficial de la estrategia es Jóvenes Construyendo el Futuro y su objetivo es incorporar a 2.3 millones entre 18 y 29 años,  para ofrecerles una beca, durante un año, de 3 mil 600 pesos mensuales, mientras se capacitan en diversas habilidades.

Para contar sus historias, este diario eligió sólo a quienes no contaban con empleo ni estudiaban (el registro de los interesados puede hacerse en la plataforma www.jovenesconstruyendoelfuturo.mx).

HISTORIAS. Ángel Gabriel Nava, de 22 años, tiene Síndrome de Down. Llegó al Museo de Antropología, donde se presentó el programa Jóvenes Construyendo el Futuro.

—No vengo por una beca —dijo.

—¿Y entonces?

—Necesito tres chicos con discapacidad…

La idea es sumarlos a un proyecto avícola, el cual ha impulsado con ayuda de sus padres.

Inscribió a su cooperativa, de nombre Huexólotl Down, en el proyecto del gobierno federal: dará capacitación a jóvenes como él, mientras se les transfiere una beca oficial. “Voy a ser tutor”, expresó con entusiasmo.

En la cooperativa trabajan ya otros seis chicos, todos con Down. Se dedican desde hace un par de años a criar guajolotes en una granja, a producir carne, la cual es empaquetada y etiquetada con la denominación Pavo Down, para su venta en ferias y exposiciones.

La aventura comenzó cuando Ángel confesó a sus padres: “La escuela ya me aburre, no quiero ir más”. Y a la par, se enamoró de Jésica, una compañera del colegio.

“Ya quiero hacer mi vida y casarme con Jésica”, le dijo a su madre una tarde.

—Si te quieres casar, debes ponerte a trabajar para mantener a tu familia —le respondió ella, doña Gabriela.

“Empezamos a buscar una opción para él. El dueño de una granja ofreció un espacio en Amecameca para desarrollar actividades agropecuarias y agrícolas. Invitamos a sus amigos y arrancó el proyecto con el respaldo de la UNAM, la UAM y el Poli”, contó la madre.

—¿Qué hacen los chicos?

—Alimentan a las aves, las pastorean, las cuidan, participan en el empacado y etiquetado, se transforma la carne de pavo en fajitas, hamburguesas, molida y brochetas.

—¿Por qué participar como tutores?

—Requerimos del apoyo de otros muchachos con Down o cualquier otra discapacidad, la demanda del producto es bastante y queremos seguir creciendo.

En el patio central de Antropología, Ángel y sus padres ofrecían trabajo, mientras otros jóvenes lo solicitaban, como Rafael Quiroz, de 21 años, y quien dejó la preparatoria trunca en el cuarto semestre. “Ya no alcanzaba el dinero. Por falta de economía llegan los delincuentes y te ofrecen cosas malas, tengo amigos que tampoco tenían escuela ni trabajo y terminaron en la cárcel o en una tumba”.

—¿Por qué no has conseguido empleo?

—En las empresas o fábricas necesitan gente más preparada, un trunco no les sirve y he caído en el negocio informal, pero quiero aprovechar esta beca para seguir aprendiendo.

Sobre la etiqueta de nini, expresó: “Sé que muchos piensan que soy eso, pero en realidad los ninis somos personas sin oportunidades; no me quita el sueño que me llamen así”.

Ingrid Serrano, de 25 años, terminó la prepa desde 2012, pero jamás pudo entrar a la Universidad. “Tengo necesidad de trabajar y aprender algo distinto. Mi papá vende aspiradoras  y mi mamá es enfermera, pero no alcanza el dinero. He estado mandando solicitudes y nunca he recibido respuesta”.

Ezequiel López, de 18 años, también tuvo dificultades para continuar los estudios: abandonó el aula durante el primer año de Preparatoria. “Mis papás tienen una papelería, yo quisiera estudiar ingeniería en mecatrónica, pero necesito un poco de dinero para los gastos”.

Mitzi Velasco y Gabriela Araiz, de 22 y 19, egresaron del Cetis hace unos meses. Su meta es aprender una habilidad, un oficio, “y 3 mil 600 pesos al mes no son nada despreciables”, expresó Mitzi.