Opinión

Arrebatos y riesgos internacionales

Arrebatos y riesgos internacionales

Arrebatos y riesgos internacionales

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Parece inevitable comenzar el año sin escribir sobre el reciente episodio del asesinato de un militar iraní de alto nivel, en territorio iraquí, en un operativo de inteligencia estadunidense, el cual ha generado todo tipo de reacciones y temores ante los riesgos que ha implicado esta acción para eliminar a esa supuesta amenaza real o potencial a los intereses de la potencia mundial. Ha sido temeraria pues pone en riesgo la estabilidad regional, y como consecuencia la internacional, dada la imbricada y compleja red de relaciones e intereses presentes en esa zona del mundo. Las primeras reacciones de los directamente implicados (Irán y EE.UU) no permiten albergar optimismo. La moderación y la voluntad de impedir una escalada de las tensiones está ausente en sus posicionamientos.

En reciente entrevista televisiva, la exconsejera de seguridad nacional durante la administración Obama, señalaba que los servicios de Inteligencia en ningún momento proveyeron al entonces presidente con la opción de eliminar a un personaje como Qassem Soleimani, y que de haber sido el caso, habrían evaluado exhaustivamente todas las opciones para determinar si esa acción tendría mayores beneficios que consecuencias a los intereses de su país. Es clara la crítica al actual mandatario norteamericano. A juzgar por la prensa, los colaboradores del presidente pusieron a consideración de su jefe todos los cursos de acción posibles para reprender al gobierno iraní por sus desafíos en la región, incluyendo la eliminación del militar. Al parecer asumieron que el presidente no elegiría esa opción por su extremismo. Un escenario descabellado por donde se le mire. Las pretendidas razones para su adopción han sido incesantemente explicadas por el presidente y sus voceros, sin convencer.

Las reacciones de una parte de la sociedad norteamericana de oponerse a una eventual guerra parecen apresuradas, pero no pueden ponerse en saco roto tras las experiencias de las intervenciones en Irak y Afganistán, que están por cumplir dos décadas sin haber logrado todavía una solución definitiva a los problemas que llevaron a las tropas estadunidenses a esos países. Es bochornoso que el Parlamento iraquí esté pidiendo su salida. Por lo demás, las reacciones en el mundo dan cuenta de un asombro y una cautela que avizoran escenarios desalentadores.

Mucho se ha especulado si la decisión del presidente estadunidense tiene que ver con cálculos políticos de cara a las elecciones presidenciales de noviembre próximo, ante el inicio del juicio político aprobado por la Cámara de Representantes del Congreso estadunidense, los nulos resultados en su política norcoreana, o bien una combinación de esos factores y algo más. Un analista apuntaba con ironía que sólo dios sabe qué pasaba por la cabeza del mandatario estadunidense cuando tomó la decisión.

En junio de 2010, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSONU) aprobó la resolución 1929 que impuso sanciones a Irán para alentarlo a modificar sus programas de desarrollo de energía nuclear con supuestos fines militares para su eventual utilización pacífica, con base en el respeto al derecho internacional. Bajo el liderazgo de México, que presidía el CSONU en junio de ese año, y tras intensas y complejas negociaciones que cristalizaron en la adopción de dicha resolución, se dio inicio a un largo proceso de negociaciones que culminaron cinco años más tarde, con la firma del llamado Acuerdo Nuclear, Irán y los miembros permanentes del CSONU, más Alemania. Cabe recordar que en 2018, cuando Trump tomó la también alocada decisión de abandonarlo, el pacto comenzó a caminar cojo y herido. Ahora, ya tiene el tiro de gracia y puede contarse como una de los primeras bajas colaterales del asesinato del militar iraní. El hecho es lamentable pues no solamente elimina la posibilidad del diálogo y la negociación sobre la base de la confianza en años por venir, sino que deja abierta la puerta al avance de la carrera armamentística nuclear en caso de que el gobierno iraní, de manera similar al norcoreano, calcule que la posesión de armas nucleares es fundamental para su seguridad e intereses.

Muy probablemente no será el único saldo negativo.

gpuenteo@hotmail.com