Opinión

Las plantas de la Biblia. Nuevo jardín botánico en Yucatán

Las plantas de la Biblia. Nuevo jardín botánico en Yucatán

Las plantas de la Biblia. Nuevo jardín botánico en Yucatán

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
*Alfonso Larqué Saavedra

En el parque científico tecnológico de Yucatán se han establecido recientemente jardines que muestran colecciones vivas de especies vegetales que han despertado mucho interés en los visitantes por la temática de cómo se han agrupado. Destacan las que recientemente se han establecido porque tienen que ver con la cosmogonía del hombre. Dos de ellas definidas como las plantas de los libros sagrados de los mayas, el Popol Vuh y el Chilam Balam, son únicas en el país y ha surgido el interés de poder duplicarlas en sitios como Chichen Itzá, Uxmal, otras ciudades mayas y otros sitios como museos, entre otros. El objetivo de esa investigación fue conocer las plantas preferenciadas por la civilización maya.  En días pasados se ha anunciado el establecimiento de un novedoso jardín que alberga las plantas de la Biblia. Otro libro sagrado que vincula a tres de las religiones que profesan millones de habitantes.

La colección que se ha estado integrando en el citado parque fue seleccionada de la revisión de artículos científicos que han abordado el tema y el trabajo hecho de la flora de Israel. Por supuesto que la tarea ha sido difícil porque de la lectura de la Biblia resulta complicado identificar taxonómicamente las especies, debido a que de este libro se han hecho numerosas traducciones a casi todos los idiomas y hay por supuesto diferentes interpretaciones y ello acarrea errores. La investigación hecha por los investigadores involucrados en el proyecto, indica que la más antigua referencia sobre el tema es la publicada en 1952 como las “Plantas de la Biblia”, escrito por Harold y Alma Moldenke en donde identificaron 230 taxones.

La fuente principal de información para definir las plantas que había que sembrar fue la publicada en el 2007, por un investigador del departamento de plantas ornamentales de la facultad de horticultura agrícola de la universidad de Cracovia en Polonia. En su excelente revisión, el autor con sus datos de trabajo de campo hecho en Israel y los cinco principales artículos relacionados con el tema, anota que se reportan un total de 206 especies, de las cuales 95 fueron reconocidas y aceptadas por todos los investigadores autores de las publicaciones y que son las que se seleccionaron para el jardín botánico que se está consolidando en el citado parque de Yucatán.  Estas especies pertenecen a 84 géneros de 49 familias botánicas. Hasta el momento, en el jardín se ha avanzado acopiando cerca de cincuenta especies de 31 familias botánicas de las noventa y cinco seleccionadas. Algunas, como es de esperarse, son difíciles de conseguir por el hábitat original de procedencia y las dificultades para que se adapten al clima que hay en Yucatán. Las que se han logrado sembrar se han agrupado con un diseño que permite agrupar las plantas dependiendo del uso antropocéntrico en el que destacan las siete especies centrales y fundamentales de la tierra prometida y que son Triticum durum (trigo, que en el texto le llaman espigas), Hordeum vulgare (cebada), Vitis vinífera (en el texto le llaman vides), Ficus carica (que le llaman higueras), Púnica granatum (que le llaman granados), Olea europaea (que le llaman olivos) y Phoenix dactylifera (que en texto le llaman miel y que es equivalente al dátil), dichas especies son mencionadas fundamentalmente en el antiguo testamento en Deuteronomio 8: 7-8.

El resto de las 95 especies seleccionadas está agrupado en las especies alimenticias, las especies medicinales, ornamentales, aromáticas, cardos y espinas y las usadas para construcción, las usadas en rituales y las dos acuáticas. Algunas son arbustivas, otras herbáceas y otras arbóreas.

Para el establecimiento de esta colección viva se revisó el listado de las colecciones de La Asociación Mexicana de Jardines Botánicos (AMJB) que tiene registrados 44 jardines miembros que se distribuyen en casi todos los estados del país, de los cuales ninguno reporta contar con una colección que incluya las plantas que se mencionan en la Biblia. También se revisaron las colecciones reportadas por la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Jardines Botánicos y la fundación ILAM, que impulsan a jardines botánicos a lo largo de la geografía de América Latina y el Caribe, que en total suman 47 y 72 jardines, respectivamente y tampoco se encontró que alguno de ellos contara con algún jardín que mostrara las plantas de la Biblia.

En los Estados Unidos existe la Sociedad de Jardines Botánicos Bíblicos, en la que están inscritos seis jardines, que se encuentran distribuidos en Arizona, Virginia, Nueva York, Florida, Indiana y Michigan. Existen otros jardines botánicos bíblicos que no están inscritos en la sociedad, como el Rodeff Shalom en Pensilvania, o el del Templo ­Beth-El en Rhode Island. En Israel se encuentra el jardín Neot Kedumim, uno de los más importantes del mundo, que aprovecha el paisaje de los sitios en los que se escribió la Biblia. En la sociedad botánica de México, no recuerdo que en alguna ocasión se hayan impartido conferencias sobre las plantas de los libros sagrados de los mayas y tampoco de la biblia, por lo que resulta interesante el trabajo que se impulsa en este polo científico tecnológico cultural de nuestro país.

Es por ello que la creación del jardín de Las plantas de la Biblia en el Parque Científico Tecnológico de Yucatán representa una fuente de aprendizaje, además de ser el primero en el país y en Latinoamérica. Enhorabuena por la contribución que están haciendo los académicos y personal participante como Roger Sulub, Regina Castillo, Candelaria Pérez, Sigfredo Escalante, Tere Pulido, Silvia Vergara, Israel Sesheña y Wilbert Echevarría, que son miembros del parque científico tecnológico de Yucatán o del banco de germoplasma del Centro de Investigación Científica de Yucatán.

La originalidad de integrar jardines con las plantas de los libros señalados, para el público interesado, nos parece que debe de destacarse, sobre todo porque es un ejemplo de cómo la ciencia atiende la demanda de la apropiación social del conocimiento.

Academia Mexicana de Ciencias
Miembro del Consejo Consultivo de Ciencias
Investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán