Opinión

Bacalar, ¿calidad de agua incompatible con su vida acuática?

Bacalar, ¿calidad de agua incompatible con su vida acuática?

Bacalar, ¿calidad de agua incompatible con su vida acuática?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Teresa Álvarez Legorreta*

La Laguna de Bacalar es un cuerpo de agua dulce localizado en el sur del estado de Quintana Roo, se conoce como la “Laguna de los Siete Colores” por las hermosas tonalidades azules que presenta debido a sus fondos blancos y aguas transparentes.

Sus condiciones naturales oligotróficas, es decir, bajo contenido de nutrientes y de microalgas en sus aguas han permitido la existencia de los microbialitos — comunidades de microorganismos principalmente cianobacterias— que al tomar de la columna de agua carbonato de calcio forman estructuras duras parecidas a los arrecifes (Fig. 1).

Figura 1.- Microbialitos de Bacalar (Tomado de https://masdemx.com/2017/06/laguna-bacalar-quintana-roo-estromatolitos/)

Un arrecife único

El arrecife de microbialitos presente en la Laguna de Bacalar es considerado como el más grande del mundo en ecosistemas de agua dulce (Yañez-Montalvo et al., 2020). Su importancia radica en que además de representar a las formas de vida más antiguas, que nos permiten estudiar cómo se originó la vida en nuestro planeta, también constituyen el refugio de una gran diversidad de especies de fauna acuática, tal como lo hacen los arrecifes de coral en el ambiente marino.

Este valioso ecosistema existe gracias a un frágil equilibrio que se da entre las especies de plantas y animales con las condiciones naturales del ambiente, las cuales han experimentado cambios dramáticos en los recientes diez años debido al aumento de las presiones naturales y antropogénicas sobre el cuerpo de agua.

Entre las primeras destacan los cambios en los patrones de precipitación que en junio de 2020 generaron la Tormenta Cristóbal, cuyas intensas lluvias acarrearon a la laguna grandes cantidades de partículas de suelo de las zonas agrícolas y deforestadas cercanas que provocaron un cambio en su coloración, así desaparecieron las tonalidades azules y adquirió una apariencia turbia.

Esta situación provocó a su vez la muerte de miles de caracoles chivita (Pomacea flagellata), con lo que se afectaron dos funciones ecológicas fundamentales que cumplen en el sistema: mantener transparente la columna de agua al ser una especie filtradora que se alimentan de algas, y ser el principal alimento del gavilán caracolero (Rostrhamus sociabilis) y la correa (Aramus guarauna) (De Jesús-Navarrete et al, 2020).

Los efectos de las actividades humanas

Entre las principales actividades humanas que tienen efectos negativos en la calidad del agua de la laguna y en las especies acuáticas se encuentran el crecimiento constante de la población, la actividad turística, la deforestación, la agricultura con el uso intensivo de fertilizantes y plaguicidas, y la generación de aguas residuales, pues menos del 20% reciben tratamiento.

Como consecuencia de estos factores en un corto período de diez años, 2010 a 2020, la Laguna de Bacalar ha experimentado un aumento de 60% en la concentración de nitrógeno inorgánico disuelto (NID) y de 300% en el fósforo inorgánico disuelto (PID), lo cual resulta muy preocupante debido a que estos nutrientes en exceso son responsables de un aumento de 700% del crecimiento de algas microscópicas (medido como clorofila a), que le dan una coloración verde al agua.

Este enriquecimiento orgánico, conocido como eutrofización, produce diversos efectos negativos como la pérdida de transparencia del agua, el aumento de procesos de descomposición de materia orgánica y la disminución del oxígeno disuelto, generando condiciones que ponen en riesgo la integridad de la comunidad de los microbialitos y las especies acuáticas asociadas (Alvarez-Legorreta et al, 2011; Alvarez et al., 2021).

Estos acelerados cambios negativos que ha experimentado la laguna de Bacalar en la calidad de sus aguas, nos obligan a plantearnos la posibilidad de que se estén generando condiciones ambientales incompatibles con la vida acuática que la hace especial y que aún no hemos terminado de conocer.

Este escenario que pudiera parecer exagerado y alejado de la realidad ha empezado a observarse en el Mar de los Sargazos y en el Gran Cinturón de Sargazos del Océano Atlántico, en donde un grupo de investigadores reportaron recientemente que “las actividades humanas han aumentado a tal grado las entradas de nitrógeno al ambiente, que actualmente se consideran de alto riesgo y por encima de un límite planetario seguro”; y han favorecido una mayor disponibilidad de nitrógeno y estimulado los florecimientos de la macroalga conocida con el nombre de sargazo (Lapointe et al, 2021).

Urgen cambios a escala local y global

Al respecto, seguramente muchas personas hemos leído, escuchado, visto en las noticias o quizás experimentado la llegada masiva de sargazo a las costas del Caribe Mexicano.

Los impactos negativos ecológicos, económicos y sociales son muchos y apenas estamos comprendiendo su dimensión.

Sin embargo, para el enfoque de este artículo deseo destacar el que observo como un aviso de lo que podría ocurrir en la Laguna de Bacalar. La eutrofización de los ambientes marinos y costeros por el exceso de nitrógeno proveniente de fuentes de contaminación similares a las registradas en Bacalar, que favorecen el crecimiento acelerado del sargazo en el mar y al arribar masivamente a las costas, libera metales y otros contaminantes durante su descomposición, convirtiendo en potenciales “zonas muertas tóxicas” algunos sitios de la barrera arrecifal del Gran Caribe (Valeria Chávez et al., 2020).

Por ello, necesitamos reconocer que son indispensables los cambios en las formas en que actualmente nos relacionamos con el ambiente a través de las diversas actividades humanas. Es indispensable reducir los impactos globales iniciando de manera urgente con los cambios a escala local.

La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 2021-2030 la Década para la Restauración de los Ecosistemas, con el objetivo de luchar contra el cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria, el suministro de agua y la biodiversidad (ONU, 2021).

Como acciones urgentes para Bacalar destaco la restauración de los ecosistemas forestales, con lo que se protegen las zonas de recarga de agua subterránea y se reducen las escorrentías de suelos y contaminantes agrícolas hacia la laguna; estimular la agricultura orgánica para reducir el uso de agroquímicos; aumentar la captación y tratamiento eficiente de las aguas residuales; y contar con verdaderos rellenos sanitarios para la disposición de los residuos sólidos. Estas y otras acciones ayudarán a reducir las fuentes de contaminación de la laguna y del acuífero del que forma parte.

* La doctora Teresa Alvarez Legorreta es Investigadora del Departamento Ciencias de la Sustentabilidad de El Colegio de la Frontera Sur, Unidad Chetumal. Correo: teral@ecosur.mx

Fotos: Humberto Bahena.