Opinión

Balance negativo

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La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Estoy preocupado. En los 30 años que llevo haciendo investigación científica en México no había sentido tan incierto el futuro. No soy partidario de ningún gobierno en particular. Todos tienen cosas buenas y malas. He sido crítico de todos. Lo que comento en estas líneas es con base en lo que percibo como investigador en la trinchera.

Vi nacer el Sistema Nacional de Investigadores cuando era residente de medicina interna. Con sus imperfecciones, pero fue un parteaguas que sirvió para estabilizar a la precaria comunidad de ciencia del país. El sexenio con más apoyo fue el del presidente Salinas. La comunidad científica fue sorprendida con recursos que entonces sobraban. Fui testigo y beneficiario. No había límite para solicitar proyectos, por lo que a mi regreso de Boston (1993), en un año obtuve financiamiento para tres diferentes. Gracias a eso pude iniciar un laboratorio que posteriormente ha obtenido recursos de diversos países, para beneficio de la ciencia y estudiantes mexicanos y ha contribuido con generación de conocimiento y formación de científicos. Sin el apoyo de Conacyt esto no hubiera sido posible.

En los siguientes años surgieron diversos programas para financiar investigación como los Fondos Sectoriales, Fronteras de la Ciencia, Problemas Nacionales, Laboratorios Nacionales e Infraestructura. Cada sexenio la comunidad científica ganaba algo que llegaba para quedarse. Así, sabíamos que una vez al año habría una convocatoria para proyectos de ciencia básica (SEP-Conacyt), otra para proyectos de investigación clínica (FOSSIS-Conacyt), otra de infraestructura, etc. Se tenía claro cuando se publicaba la convocatoria y los resultados del SNI. Percibíamos al Conacyt como amigo de los científicos y podíamos hacer planes a mediano plazo.

El gobierno de Peña Nieto en sus últimos dos o tres años redujo considerablemente los recursos, pero en el presente sexenio hemos perdido mucho de lo que ya habíamos ganado. Se eliminaron los fondos sectoriales. La investigación clínica y básica se quedaron sin apoyo. En tres años solo ha habido una convocatoria de Fronteras de la Ciencia y una de Infraestructura. Se lanzaron los programas PRONACES, de los cuales, al menos en salud, no se ha publicado ninguna convocatoria. Sin embargo, varios colegas han recibido enormes recursos por esta vía, en forma discrecional, sin haber concursado con nadie. Una condición fundamental de la ciencia es que debe ser competitiva y al parecer eso se está perdiendo.

En el Sistema Nacional de Investigadores se ha mencionado la intención de eliminar la meritocracia, lo cual sería enterrarlo. El año pasado, en las evaluaciones, hubo más solicitudes de apelaciones que nunca y en este año les voltearon la espalda a los colegas de instituciones no públicas. No habíamos visto tantos editoriales negativos sobre el Conacyt en revistas como Science. La relación de la comunidad científica con el Consejo se ha deteriorado. Dejamos de percibir al Consejo como nuestro aliado.

No sabemos ni cómo ni cuándo saldrán convocatorias, ni los montos que se tengan destinados. Los recursos en varios laboratorios se están agotando y eso los pone en riesgo de perder el prestigio internacional y la competitividad que requirió mucho esfuerzo e inversión para ganar. El abismo con quienes invierten en ciencia se hace cada vez mayor. Los nuevos investigadores, que son el futuro de la disciplina en nuestra nación, no tienen ni cómo arrancar.

Quien me conoce sabe que soy un optimista nato, pero llevo tiempo preocupado por el futuro de la ciencia en México. El efecto negativo se verá cuando quienes llevan en este momento la conducción ya no estén en poder de revertirlo o, peor aún, cuando ya ni siquiera estén en el mundo para enterarse.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM