Opinión

C. C. P. María de la Luz Mijangos Borja, Fiscal Anticorrupción

C. C. P. María de la Luz Mijangos Borja,  Fiscal Anticorrupción

C. C. P. María de la Luz Mijangos Borja, Fiscal Anticorrupción

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
¡No importa!, ¡Vámonos en el avión!, ¡Total para eso está!, pareciera que ese era el principio bajo el cual funcionaban los vuelos en el Boeing Dreamliner 787 de la Presidencia de la República durante el sexenio pasado, ese que no lo tuvo ni Obama, pero que, comprado al final del sexenio de Calderón, para que lo usara Peña Nieto, es hoy símbolo del abuso y la corrupción gubernamental. El avión hoy se vende, se remata o se rifa, pero Andrés Manuel López Obrador jamás lo usará, ya que ha hecho de esta decisión uno de los símbolos de su austeridad, misma que quiere transmitir a todos los funcionarios de la 4T.

Si bien el tema de la rifa del avión presidencial ha causado discusiones, memes, defensores y críticos, el hecho es que el origen de la compra de la aeronave aún genera controversia y molestia por varios aspectos que datan de la decisión de adquirirla. En realidad el avión aún no es, digamos, propiedad plena del gobierno federal, toda vez que fue adquirido a crédito, por lo que esto que hoy parece una herencia maldita termina por sí serlo, ya que lo que se entregó a esta administración y la pasada fue un pasivo y no un activo. Al mes de enero de 2020 aún se deben 2,700 millones de pesos.

¿Necesitaba la presidencia un avión de estas características? ¿Era necesario endeudarse para adquirirlo? Tomando en cuenta la antigüedad de los aviones disponibles para el Presidente de la República podría ser que fuera ya necesario renovar la aeronave por efectos de seguridad de los pasajeros, particularmente de uno, el primer mandatario. La manera de adquirir este tipo de activos sin duda, para empresas y gobiernos, es vía financiamiento o arrendamiento.

Sin embargo hay algo más de el cómo se compró y si esto era necesario, sino en particular lo que hoy sabemos e indigna que es el uso y el dispendio que implicaban los vuelos que el Boeing Dreamliner presidencial hacía, a veces con el Presidente en él y otras tantas sin que este fuera un pasajero del mismo, acorde a la frivolidad que distinguió al sexenio de Peña Nieto y que aún se ven presentes en su vida como ex mandatario.

También se cuestiona la decisión de Calderón de comprar este particular tipo de avión, si fue una decisión personal y fue parte de los requerimientos de Peña Nieto. Esta práctica es común en las entidades federativas e incluso en los municipios, donde lo que no quieren hacer los nuevos gobernantes al entrar a su gobierno, se lo piden o exigen a los salientes, como son compras o arrendamientos de aeronaves, camionetas y equipo, nombramientos de puestos, otorgamientos de patentes notariales, adecuaciones de oficinas o casas de gobierno.

Casos como el del hoy famoso avión presidencial, donde igual subían los amigos, maquillistas, socios y otros, se ha visto no nada más en la pasada administración sino en un sin número de aviones, helicópteros y vehículos que se usan como si fueran propiedad personal de los funcionarios.

Es precisamente por eso que, ya sea rifado, vendido o rematado, el Presidente no usará el Dreamliner 787. Se trata de un símbolo, no para que ningún mandatario pueda tener medios de transporte eficientes para cada una de sus actividades, sino que el uso nunca vuelva a ser el del avión presidencial hoy en cuestión.

maximilianogarcia@gmail.com
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