Opinión

Cansancio, pifia y debate

Cansancio, pifia y debate

Cansancio, pifia y debate

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Un buen representante de él es Murillo Karam. La singular frase “ya me cansé”, que alcanzó los mismos grados de popularidad que su “verdad histórica” fue fruto de un cansancio real: ser presunta pieza clave de una entramada red para ocultar la verdad a secas de los hechos ocurridos en Iguala, Guerrero entre el 26 y 27 de septiembre de 2014 en la que el Estado estuvo implicado con la desaparición forzada de más de cuarenta estudiantes normalistas. Este par de acciones: la de barbarie y la del ocultamiento de la misma, sólo son posibles mediante la actuación en redes, como no se cansan de repetirlo periodistas como Anabel Hernández; tales hechos de los que presuntamente estuvo al tanto el presidente de la república en turno: Enrique Peña Nieto, tienen, en la ya citada frase de Murillo Karam, a un verdadero ejemplo simbólico del cansancio del poder corrupto.

El caso de Ayotzinapa es y será emblemático también por una disyuntiva operacional con alta carga simbólica: o se evidencia toda la red que para algunos colegas intachables por su trabajo periodístico tiene tentáculos que alcanzan hasta este sexenio y al secretario de seguridad capitalina en particular, o se hace corte de caja sexenal mediante juicios y perdones selectivos como premios al colaboracionismo.

El proceso sobre Ayotzinapa también es y será emblemático porque la inteligencia social también se organizó en red desde los primeros minutos de los hechos. Inteligencia que no sólo es resistencia sino redes de información, protección de datos y apoyo a un movimiento que ha visibilizado, a veces en entornos muy hostiles, las contradicciones del estupendo chiste titulado verdad histórica.

Ese cansancio ojeroso del poder es real y debe vivirse como un infierno en diversos grados que implican una disyuntiva para quienes padecen de cansancios crónicos similares: salirse de la red origen de la afección y colaborar activamente para desmantelarla o encomendarse a las “bondades” del poder judicial, al discurso de que se tiene que cambiar la ley o a la todavía tortuosa, acción ministerial en sus diversas modalidades de investigación. Ese cansancio, aunque tiene un ejemplo metafórico, es extensible a todos los ámbitos de poder corrupto en los que sus fatigados integrantes están vinculados a redes en cualquier modalidad de criminalidad organizada puestas por ahora si no en jaque, si cuando menos en una posición difícil de jugar.

Por eso fue de relevancia el debate que sostuvieron en Aristegui Noticias Edgardo Buscaglia y el fiscal autónomo Alejandro Gertz Manero. Debate fuerte, en ocasiones chocante por la pedantería de Buscaglia y la cerrazón de tinte autoritario del fiscal, pero debate finalmente productivo que más que “ganarlo” Buscaglia, concluyó en buenos términos y se abrió una ventana de colaboración más expedita entre la fiscalía autónoma y otros poderes del Estado que, como explicaron con precisión David Peña y Federico Anaya Gallardo en Rompe Viento TV, aportan datos de prueba y advierten de focos rojos que pueden ser constitutivos de delitos federales y para los que es precisa una estrecha colaboración que permita la elaboración de expedientes robustos; una comunicación institucional entre órganos de gobierno y fiscalía federal que posibiliten adelantarse a posibles escenario contrarios a la integración de expedientes que rechace un juez.

En suma, la necesaria colaboración en red para que la justicia fructifique, pasó con el debate de un asunto de alusiones personales, a un potencial principio de entendimiento para que la justicia camine más rápido y el foco sobre los “maxi” procesos que se avecinan no se pierda en los circuitos de decisión judicial porque llegaron mal integrados. Y aquí si hay expertos que tienen mucho que aportar y una sociedad al tanto de la correcta actuación de su fiscalía autónoma.

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